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Jaume Portell: "La migración circular que propone Pedro Sánchez es una puerta abierta a todo tipo de abusos"

El periodista especialitzat en economia i relacions internacionals, Jaume Portell.
Jaume Portell, periodista especializado en economía y relaciones internacionales. Públic

Entrevistamos a Jaume Portell, periodista especializado en economía y relaciones internacionales y autor del libro Per què no es queden a l'Àfrica?, para explorar las dinámicas económicas coloniales que impulsan la migración hacia Europa.

Jaume Portell (Vilassar de Dalt, 1992) es un periodista especializado en economía y relaciones internacionales con un enfoque particular en el continente africano. Desde Gambia y Senegal, ha colaborado en diversos medios españoles y catalanes, abordando temas como la soberanía alimentaria, la industrialización, la deuda y las importaciones. Además, en 2023 publicó el libro Per què no es queden a l'Àfrica?, en el que explora las razones por las que muchos senegaleses y gambianos prefieren emigrar a Europa, arriesgando sus vidas, en lugar de quedarse en sus países de origen.

Para Portell, la raíz de la cuestión está en un "déficit comercial de origen histórico" que solo podrá revertirse con un "cambio económico estructural". Mientras tanto, explica, cientos de personas de África Occidental seguirán pagando miles de euros para llegar a una tierra soñada que raramente les ofrece una vida digna. El periodista tampoco es favorable al acuerdo de "migración circular" de Pedro Sánchez , ya que no es algo nuevo y "no garantiza derechos a los migrantes".

¿Por qué los migrantes vuelven a estar en el centro de la agenda política y mediática? ¿Estamos recibiendo ahora más que hace unos años?

Sí. La ruta migratoria canaria acaba de cumplir 30 años de historia. Desde entonces, han llegado 230.000 personas, la mitad de las cuales ha sido a partir de 2020. Al inicio de la pandemia hubo un repunte muy importante que se ha mantenido en el tiempo.

¿La pandemia favoreció la migración hacia Europa?

La pandemia afectó muy negativamente a Gambia, donde el 20% del PIB depende del turismo. Yo estaba allí en marzo de 2020 y recuerdo que no llegó ni un turista. Lo único que los salvó fue que los migrantes, la gente de la diáspora, les enviaron más dinero que nunca. La economía de Gambia es de unos 2.500-2.600 millones de dólares, más pequeña que la de Barcelona. Y, si no recuerdo mal, según el FMI, los 600 millones que recibieron de los migrantes taparon buena parte del agujero.

"Cualquier gambiano que vemos en Catalunya lleva sobre sus hombros el peso de 20 o 25 personas más"

Siempre digo que Gambia es un país que vive mirando hacia fuera, mirando al aeropuerto por si vienen turistas y mirando a Western Union por si llegan los envíos de dinero de un familiar desde el país donde esté trabajando, España, Italia, Reino Unido, están repartidos por todo el mundo. Esta diáspora representa el 4% de la población y aporta el 25% del PIB. Cualquier gambiano que vemos en Catalunya lleva sobre sus hombros el peso de 20 o 25 personas más.

Por lo tanto, compensa jugarse la vida para llegar a Europa.

Mucho. Los políticos, especialmente los de derechas, utilizan la expresión del efecto llamada. Esta primavera yo estaba en Kedougou, una de las zonas más pobres de Senegal. Allí hay muchas minas de oro, pero están en manos de una empresa británica. Entrevisté a un hombre que se había desplazado hasta Libia, pero que tuvo que regresar. Él cobraba unos 200-300 euros mensuales, que para los parámetros de la zona era un sueldo relativamente bueno. Aun así, decidió migrar, pero retornó "voluntariamente" porque en la cárcel libia lo habían torturado. Se gastó 5.000 euros y no llegó a Europa.

Justo al lado, le pregunté a un joven que escuchaba nuestra conversación si se jugaría la vida. Cuando mencioné el salario mínimo en España, respondió que sí. El chico cobraba unos 50 euros al mes y, aunque con mil euros no se hace gran cosa aquí, él ya se buscaría la vida.

Sabiendo que no tendrán una vida fácil, ¿por qué envían dinero a su país de origen?

Los que llegan aquí tampoco quieren decir que no viven bien, es como una humillación. Hacen esfuerzos titánicos, sobre todo durante el Ramadán, y muchas veces las familias no lo saben.

¿Cuáles son las raíces del discurso que promueve el miedo hacia los migrantes, afirmando que vienen a robarnos el trabajo y a incrementar la inseguridad en nuestro país?

Tenemos el discurso del migrante de Schrödinger, porque, por un lado, nos quita el trabajo y, por otro, no quiere trabajar y vive de ayudas. No sé cómo, pero el discurso público ha podido combinar ambas cosas y hay gente que perfectamente se puede quejar de todo a la vez. La gente no es consciente de lo que hay detrás de cada migrante.

Hace poco se estrenó la película de El 47, sobre el secuestro del bus en Torre Baró. Tenemos tendencia a mitificar las migraciones y las luchas sociales del pasado, pero yo la miraba y pensaba que, si hiciéramos una película sobre Aziz Fayé, uno de los portavoces de los manteros en Barcelona, tendría los mismos rasgos, con un grupo de personas que lucha colectivamente por sus derechos. Lo que pasa es que este filme no se podría hacer ahora mismo por el ambiente social. Hablarían de un plan de sustitución demográfica. De la misma manera que los extremeños y andaluces que llegaron a Catalunya en los años 60 y 70 eran vistos como delincuentes, pasa ahora con los migrantes árabes y africanos.

Afirma que los medios ofrecen un relato simplista, reduciendo las migraciones a la huida del hambre y la guerra. ¿Cuáles son las razones más profundas que motivan a estas personas a migrar?

He hablado con gente de muchos países africanos que me contaban la historia de su país y veías una serie de dinámicas que estaban muy conectadas con nuestra realidad: explotación de recursos naturales, colonialismo... ¿Cómo se mantienen los ejércitos de los regímenes dictatoriales en África? Necesariamente son actores de fuera. Se habla de África como el continente sin política, donde las cosas simplemente pasan, hay dictaduras y pobreza, pero a mí lo que me interesa es quién gana con eso. El discurso progresista hasta ahora ha puesto el foco en los "perdedores" y en ayudarlos con solidaridad, pero no en las causas que tienen que ver con el nivel de vida que tenemos.

¿Por qué no se quedan en África?

La esclavitud no la inventaron los europeos, ya existía en África. Pero la llegada de los europeos y su demanda de esclavos fue un gran incentivo para las guerras. Quien ganaba una batalla, conseguía esclavos y los podía vender. Esto cambia el foco de la economía para satisfacer las necesidades del exterior. Más adelante, cuando Europa tiene mucha productividad con la revolución industrial, necesita mercados donde colocar todas las manufacturas. Y así es como surge el colonialismo.

A pesar de que en Gambia los colonizadores son ingleses y en Senegal son franceses, ambos se dedican a cultivar cacahuete para conseguir la moneda colonial. Este tipo de economía hace que los países africanos vendan materias primas más baratas y compren productos manufacturados mucho más caros. Y como no hay suficiente dinero, necesitan pedirlo y endeudarse. La economía actual funciona con los mismos parámetros de una manera mucho más sutil: Gambia y Senegal son independientes, pero tienen un déficit comercial con un origen histórico.

¿Por qué no producen ellos mismos los productos manufacturados?

Para cambiar la estructura económica se necesita mucho dinero que no tienen. Además, si ponemos una fábrica en Senegal para manufacturar el mango y hacer zumo, habrá que pagar electricidad, trabajadores, logística... Esto es posible, pero encarecerá el precio del producto y nadie podrá pagarlo.

¿Qué pretendía Pedro Sánchez con la gira de este verano por Mauritania, Gambia y Senegal?

Tapar agujeros. Tenía que hacer algo porque a Canarias llegan cientos de personas y en Madrid hay mucha gente molesta. Los periodistas repiten lo que dice Sánchez: una inyección de 500 millones de euros a Mauritania. Pero ¿sabes cuánto pagará ese país en vencimientos de deuda el próximo año? 500 millones de dólares. La mayor parte del dinero se destinará a pagar la deuda; como mucho, comprarán cuatro patrullas y pondrán algo más de Policía para vigilar la migración irregular.

Los productos importados en los países africanos son carísimos, además de que se pagan con monedas muy débiles. Los salarios son muy bajos y la gente quiere emigrar. La mayoría está en el sector informal, venden plátanos o tomates y compiten con otros que venden exactamente lo mismo.

¿A los países africanos les interesa que la gente migre a Europa? ¿Detendrán la migración irregular?

No la detendrán. Los gobiernos de África Occidental tienen una gran contradicción. Tener migración significa tener subsidios para la población local y menos problemas sociales. La gente que se va es joven, más impaciente y es la que podría rebelarse.

¿Los migrantes tienen voluntad de regresar?

Sí, pero no pueden. La historia que me han contado mis abuelos, los gambianos y los senegaleses es la misma: venir, ganar dinero y regresar. Es triste, porque esto demuestra que ese migrante ni siquiera ha salido y ya está pensando en volver. Después encuentra trabajo y echa raíces, lo que facilita su estancia, pero también está la cuestión económica. Por mucho que quieras montar un negocio en Gambia, siempre está el obstáculo de que, si todo tu entorno sigue siendo pobre, no harás negocio.

"Lo que está proponiendo el Gobierno español es poner parches y dar titulares"

Hay que buscar soluciones para ganarse la vida allí. Este flujo anual es insostenible. No puede ser que un cuarto de tu economía dependa de extender la mano y de que una persona que está trabajando en Alemania te envíe dinero. Porque si hay una recesión en Europa, se acabó. Tenemos que pensar en nuevos modelos, pero lamentablemente lo que está proponiendo el Gobierno español es poner parches y dar titulares.

¿Como la migración circular pactada por Sánchez con las autoridades de Mauritania, Senegal y Gambia?

Esto ya se ha hecho y no funciona. Envías 700 personas a hacer migración circular y al Senegal regresan 180. La gente dice que el sistema Kafala –donde los trabajadores quedan controlados por su jefe– es medieval, pero la gente que trabaja en España temporalmente tampoco puede participar en la sociedad ni sindicarse. Es mentira que la migración circular sea una medida progresista que sabe enfocar el problema migratorio y reaprovecharlo.

Se habla de sobresaturación y de afectación al turismo, como en el caso de Tossa de Mar. ¿Es verdad?

El alcalde de Tossa habló de "cosas negativas". ¿Cuáles? Siempre hay personas que dicen que son de Mali y luego no lo son, pero principalmente estos 200 migrantes eran refugiados políticos. ¿Si estamos sobresaturados? Hay muchos factores. En nuestras economías siempre pasa lo mismo. Cuando hay una fase de expansión, necesitamos muchos trabajadores y nadie pregunta nada. Pero en momentos de recesión, cuando la gente se queda sin trabajo, los que sobran son los migrantes.

La economía española actual aún es un poco más pequeña que la de 2008. Esto significa que nunca hemos alcanzado el mismo nivel de producción económica. Hemos elegido un modelo de turismo que genera externalidades muy negativas. Los países del sur de Europa competimos por ofrecer lo mismo: sol, playa y comida. La economía no termina de arrancar y es más fácil culpar a la inmigración.

Los acuerdos de migración circular tampoco garantizarán una vida digna.

Es una puerta abierta a todo tipo de abusos por cómo está planteada la ley. Es una relación de poder muy grande entre el empresario y una persona que está aquí solo porque trabaja, pero que no tiene derecho a nada.

¿En la órbita política española hay alguien verdaderamente comprometido a revertir esta situación?

Irene Montero me ponía muy nervioso en los debates porque decía que querían garantizar mantas y comida caliente a todo el que cruzara la frontera en Melilla. Debemos movernos del paradigma humanitario. No podemos robar todo lo que tienen y luego llevarnos el protagonismo porque les ofrecemos una botellita de agua. Nos gustan mucho las historias de Òscar Camps [director de la ONG Open Arms]. Convertimos una historia de explotación económica en una historia humanitaria, donde los verdugos son los buenos samaritanos que salvan a los negros.

O hay un cambio estructural económico en los países africanos para que tengan más industria y cambien la dinámica colonial o, si no, seguiremos encontrándonos con lo mismo.

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