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MADRID.- Comienza febrero y, como todos los años, la Iglesia española se prepara para una de sus liturgias más esforzadas: la de convencer a los contribuyentes de que marquen la X en la casilla del 0,7% del IRPF para la Iglesia Católica. La Conferencia Episcopal se gastará en publicidad para este fin alrededor de cuatro millones de euros (Público se puso en contacto sin éxito con la CEE para afinar el dato). En 2014, último ejercicio que las autoridades eclesiales tuvieron a bien incluir en la memoria explicativa a la que están obligados por ley, los obispos declaran haber destinado a esta campaña 3,6 millones. Una cifra muy cercana a los 4,2 millones que invierten en sus facultades eclesiásticas (al margen de la Pontificia de Salamanca, que recibe otros 1,6M€). En total, la iglesia gastó, en aquel 2014, 4.651.000 euros procedentes de la declaración de la renta en anuncios.
El total de recursos recibidos por la curia desde la asignación tributaria asciende en aquel ejercicio a 250,2M€. Un dato que requiere matización, dado que entre el 30 y el 40% de la casilla destinada a ‘otros fines’ (casi 300M€) se deriva también a entidades de titularidad nazarena. Baste decir que tanto Cruz Roja (40M€) como Cáritas (27,6) recogen sus óbolos tributarios desde este otro concepto, que muchos ciudadanos escogen distinguiendo falsamente entre el dinero destinado a la caridad y el que va a solidaridad, términos bien diferentes. Desde que los contribuyentes tienen derecho a decidir el destino de su 0,7%, alrededor de siete millones de españoles optan por la casilla confesional. Teniendo en cuenta las declaraciones conjuntas, esta cifra se eleva a nueve millones.
Juanjo Picó es portavoz de la asociación Europa Laica, que desglosó las distintas contribuciones estatales que recibe la Iglesia Católica de distintas administraciones arrojando la espeluznante –en un estado aconfesional- cifra de 11.100 M€. “Es una vergüenza que esta memoria justificativa la publicite la Iglesia y no la Agencia Tributaria. Como es una vergüenza que las cuentas estén firmadas por Price Waterhouse Cooper (una de las cuatro grandes auditoras del mundo), cuando se limitan a dar fe de lo que se les enseña. No es una verdadera fiscalización”, denuncia Picó.
La opacidad de las cuentas de la iglesia es una de las peculiaridades más singulares de nuestra democracia. Ni siquiera está obligada a declarar las donaciones que recibe, sean un limosna calderillera, una herencia millonaria, el palacio regalado por cualquier marqués en arrebato místico, o los 20 millones que hace dos años Amancio Ortega donó a Cáritas. “Son aportaciones económicas con doble exención”, denuncia Picó. “Por una parte desgravan al donante y, por otra, la Iglesia no tiene que declararlas”.
También la exención de pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) es otra aportación a los obispos que pagan tanto los devotos como los ateos. Incluso si esos bienes son utilizados por la curia para fines lucrativos, como los dos parkings que tiene alquilados en Almería, o uno en Lugo, a distintas empresas privadas. Y no son casos aislados.
También se incluyen en este apartado otras donaciones más peculiares, como las que se obtienen de las entradas que se cobran en catedrales o en la mezquita de Córdoba. “Estos tiques se contabilizan como donaciones voluntarias. Pero no pagues esa donación voluntaria, a ver si te dejan entrar”, bromea Picó.
Desde la Conferencia Episcopal han declinado explicar a Público cuánto dinero tienen previsto invertir este año en la campaña del IRPF, cómo va a ser esta campaña y qué facilidades y ventajas (o no) recibe la iglesia a la hora de adquirir espacios publicitarios. Cáritas, sin embargo, sí ha accedido a reconocer un gasto de 30.000€ para promover la campaña que insta a colocar la cruz en ambas casillas. Una cantidad que puede parecer insignificante. Pero que se ve compensada por la devoción de los medios: “Nos ceden gratis los espacios. Solo invertimos en producción”, señala la responsable de campaña Beatriz García.
Juanjo Picó pide a Público una matización final a sus declaraciones para este periódico: “Me gustaría que se dejara claro que nosotros no tenemos nada en contra de las creencias católicas ni de la Iglesia. Pero sí buscamos una separación neta entre lo público y las creencias privadas”. Amén.
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