Este artículo se publicó hace 3 años.
Iglesia CatólicaLa Iglesia Católica, reticente al uso de la vacuna de Johnson & Johnson
Altos responsables de la Iglesia, tanto en Estados Unidos como en Europa, desaconsejan el uso de las vacunas que empleen células procedentes de fetos abortados, como la de Johnson & Johnson.
La vacuna contra la covid-19 de la multinacional Johnson & Johnson (J&J) se ha topado con la Iglesia Católica. Tanto en Estados Unidos como en Europa, algunos sectores de la Iglesia son contrarios al uso de vacunas que han sido desarrolladas con células de fetos abortados, como es el caso de las dosis de J&J.
En Estados Unidos, algunos obispos están recomendando no usar la vacuna de J&J al estar desarrollada con células madre obtenidas de abortos. El último en sumarse a estas reticencias ha sido el obispo Robert Deeley de la diócesis de Portland, que ha pedido a sus feligreses que opten por otras vacunas.
En un comunicado, Deeley afirmó que "si alguien puede elegir entre vacunas igualmente seguras y efectivas contra la covid-19, deberían elegirse las vacunas con la menor conexión con líneas de células derivadas de abortos". "Por tanto -siguió-, si alguien tiene la capacidad de elegir una vacuna, las de Pfizer y Moderna deberían ser elegidas antes que la de Johnson&Johnson".
El aborto, en el centro de la polémica
Deeley resumía de esta manera el sentir de algunos responsables de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, que dejó clara su postura esta semana. El presidente del Comité de Doctrina de esa institución, el obispo Kevin C. Rhoades, y el arzobispo Joseph F. Naumann de Kansas City, responsable del Comité de Actividades Provida de la conferencia, emitieron el martes un comunicado en el que expresaban sus dudas sobre el preparado de J&J, que "suscita cuestiones sobre la permisibilidad moral de emplear vacunas desarrolladas, probadas y/o producidas con la ayuda de líneas de células derivas de abortos".
Y subrayaban que, así como las vacunas de Pfizer y Moderna emplearon ese tipo de células en sus pruebas, pero no en su producción, la de J&J ha sido desarrollada, testada y manufacturada con ellas. Por ese motivo, aconsejaron que no se elija J&J si se puede optar por recibir cualquiera de las otras dos.
No obstante, dejaron la puerta abierta a J&J, citando la recomendación de la Congregación de la Doctrina de la Fe del Vaticano, que considera que "cuando las vacunas contra la covid-19 que no son éticamente reprochables no están disponibles, es aceptable moralmente recibir vacunas contra la covid-19 que hayan usado líneas de células de fetos de abortos en su proceso de investigación y producción".
Algunas diócesis de EEUU ha adoptado una postura similar, como la de Nueva Orleans o la de Pittsburg, que han aconsejado a los católicos optar por los preparados de Pfizer y de Moderna frente al de J&J, aunque otros como el obispo Robert W. McElroy, que dirige la de San Diego, sostienen que es legítimo recibir cualquiera de las tres vacunas aprobadas en el país.
"Debido a que vivimos en un mundo complicado, la enseñanza moral católica a veces es muy compleja y tiene matices en su razonamiento sobre cómo navegar los asuntos de equilibrar lo bueno y lo malo a la hora de confrontar opciones éticas", reflexionó McElroy.
El arzobispo de València considera que es "obra del diablo"
Esta oposición al uso de las vacunas que han sido fabricadas con células de fetos abortados no solo se ha dado en Estados Unidos. En España, el arzobispo de València, Antonio Cañizares, afirmó que estas vacunas son "obra del diablo". "El demonio existe, en plena pandemia, intentando llevar a cabo investigaciones para vacunas", dijo rotundamente en junio del pasado año.
Así lo aseguró durante una homilía de la misa del Corpus Christi en la Catedral de València. "Nos encontramos con una dolorosísima noticia: que una de las vacunas se fabrica a base de células de fetos abortados y eso es ir contra el hombre, despreciarlo, primero se le mata con el aborto y después se le manipula para... mira qué bien, tenemos una vacuna; no señor, tenemos una desgracia más obra del diablo", subrayó Cañizares en su homilía.
Justo Aznar, científico católico: "Esta práctica consiste en matar a una persona para obtener sus órganos"
En la misma línea se pronunció en junio del año pasado el director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de València, Justo Aznar. El doctor aseguró que "esta práctica consiste en matar a una persona para obtener sus órganos para la ciencia". Aznar afirmó que este hecho varía la valoración moral de emplear células de fetos abortados para el desarrollo de las vacunas.
Solo justifica esta técnica cuando "una persona fuera la que voluntariamente decide donar sus órganos a la ciencia cuando muera" y cuando "se pueden obtener las células de un feto de un aborto espontáneo, pero no de un aborto provocado".
Asimismo, el científico católico comparó esta práctica con lo que denominó "muerte por donación", un acto que "se produce cuando se mata a una persona, por ejemplo, a través de la eutanasia, para obtener sus órganos", según Aznar.
El investigador, que también es miembro de la Real Academia de Medicina de la Comunitat Valenciana —patrocinada, entre otros, la Universitat de València, la Generalitat Valenciana y el Gobierno de España—, explicó que defiende los postulados del Vaticano emitidos mediante la Comisión Vaticana Covid 19 (creada por el Papa) en colaboración con la Pontificia Academia para la Vida.
Estas instituciones publicaron una nota de prensa el 29 de diciembre de 2020 donde defendían que trabajarán "para garantizar que ninguna vacuna emplee material biológico procurado de abortos voluntarios", aunque matizaron que, "en ausencia de una alternativa, se puede considerar que en determinadas condiciones sea moralmente aceptable utilizar las vacunas anticovid-19 que hayan usado linajes celulares provienientes de fetos abortados en su proceso de investigación y producción".
PER.C6, células de un feto fruto de un aborto en 1985
Según un artículo de la revista Science , las células derivadas de abortos se llevan empleado desde los 60 del siglo pasado en la fabricación de vacunas, como las de la rubeola, la varicela o la hepatitis A, así como para desarrollar tratamientos contra enfermedades como la artritis reumatoide o la hemofilia.
De acuerdo a ese texto, a fecha de junio de 2020, al menos cinco candidatas a vacunas contra la covid-19 usaban una de las dos líneas fetales humanas: HEK-293 y PER.C6. Precisamente PER.C6 es una línea de células propiedad de Janssen, subsidiaria de J&J, que fue desarrollada a partir de células de la retina de un feto de 18 semanas fruto de un aborto en 1985.
La vacuna de J&J, que emplea PER.C6, recibió autorización para el uso de emergencia en EEUU el fin de semana pasado, sumándose a las de Pfizer y Moderna. Este preparado solo requiere de una dosis y de temperaturas de conservación no tan extremas como las otras dos alternativas, por lo que la logística de su administración es más fácil. En EEUU hasta el momento los usuarios no han tenido la opción de elegir la vacuna contra la covid-19 que deseen, ya que depende de la dosis que haya disponibles en el lugar donde la reciben.
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