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Golpes de calor, ahogamientos y descargas eléctricas: los toros sufren un verano más la barbarie de las fiestas patronales

Los activistas reclaman eliminar la protección jurídica de estas prácticas, blindadas por su estatus como patrimonio cultural. Además, denuncian las amenazas del alcalde de Alfafar (València) contra el animalista Diego Nevado.

Aficionados persiguen un toro embolado en las calles de València.
Aficionados persiguen un toro embolado en las calles de València. Jose Jordan / AFP

"El toro no quería avanzar. Lo forzaron, lo arrastraron, lo electrocutaron y lo mataron", relatan desde PACMA acerca del bóvido muerto el pasado 24 de agosto en Liétor (Albacete). Se trata de uno de los casos más cruentos de la tortura animal vivida este verano, pero no el único. Un año más, la diversión de innumerables festejos estivales ha tenido lugar a costa de astados muertos, arrastrados hasta la extenuación o alcaldes que amedrentan a activistas en redes sociales.

Según Yolanda Morales, portavoz del partido animalista PACMA, el de la localidad albaceteña ha sido "de los más significativos" que han ocurrido este verano. También José Enrique Zaldívar, presidente de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA), lo considera el "más inhumano o cruel", aunque matiza que "no deberíamos establecer un ranking sobre la crueldad de estos festejos, porque todos lo son".

"El toro estaba ensogado, exhausto, agotado, y era incapaz de desplazarse", describe Zaldívar a Público. Además, señala que el animal sufrió descargas eléctricas con una vara, la cual "no está prohibida, pero tiene un uso muy limitado". El veterinario no cree que esta fuera la causa de su muerte, sino que fue "un factor más que sumar al despropósito que supone este tipo de manifestación taurina".

El último fallecimiento de un animal tuvo lugar el pasado sábado, 31 de agosto, durante los bous a la mar de Xàbia (Alacant). Un bóvido murió ahogado al caer al agua después de perseguir a los aficionados. Se trata de una tragedia "relativamente habitual en este tipo de festejos", describe Zaldívar a este medio.

El toro fue obligado a participar en las celebraciones del mediodía. Algunos miembros de la peña taurina consiguieron sacarlo del agua, pero el animal apenas pudo caminar antes de desplomarse y morir, "colapsado por el ahogamiento", según relatan desde la organización Anima Naturalis.

Un hombre pasa delante de un toro embolado, en València.
Un hombre pasa delante de un toro embolado, en València. Jose Jordan / AFP

En la localidad valenciana de El Puig de Santa Maria fallecieron dos toros el sábado 10 de agosto por un golpe de calor. Los astados fueron trasladados en torno a las 13.30 horas del mediodía para celebrar los bous al carrer, pero uno de ellos ya había muerto a la hora del primer encierro, a las 17.30 horas. El segundo sí que participó, pero pereció al volver al cerril.

Zaldívar denuncia que los toros murieron "por agotamiento físico con fracaso cardiorrespiratorio, habitual en las sueltas de reses en las calles con las altas temperaturas veraniegas, y por someter a estos animales, muchos de ellos ya enfermos o con mal estado de salud, a esfuerzos físicos para los que no están preparados".

Colectivos animalistas también denunciaron el maltrato sufrido por otro bóvido durante las festividades en Sollana (València). El toro embolado se lesionó mientras un grupo de personas intentaba colocarle fuego en las astas.

Amenazas a activistas

Además de la que sufren los toros, este verano también hemos asistido a otro tipo de violencia. El activista Diego Nevado, de la plataforma antitaurina del País Valencià, ha sido víctima de la violencia verbal que ha vertido contra él Juan Ramón Adsuara, alcalde de Alfafar (València) por el Partido Popular. El dirigente llamó "cobarde" por X al animalista y añadió: "Te faltan cojones para ir a otros pueblos a manifestarte porque ya sabes cómo saldrías".

Nevado confirma a Público que la plataforma considera que esta conducta "es impropia de un representante público", por lo que sus miembros exigen la dimisión de Adsuara. "El que me deja concentrarme no es él, es la legalidad, porque no estamos en una dictadura y podemos manifestarnos pacíficamente por lo que creemos justo", subraya el antiespecista.

Dificultades para registrar la tortura animal

Contabilizar todos los casos de tortura animal es "prácticamente imposible", sentencia Yolanda Morales. "Es difícil porque solo nos enteramos de aquellos en los que, casualmente, hay alguien contrario al maltrato animal que lo denuncia o se atreve a hacerlo", explica Zaldívar a este medio.

"Es difícil llevar un registro porque normalmente solo sale a la luz lo que aparece en la prensa y poco más", lamenta Nevado en declaraciones a Público. "Falta voluntad de las administraciones", remata.

¿Qué podemos hacer?

Acabar con esta lacra no es tarea sencilla. "No es un solo camino el que debemos abordar", indica Morales a este medio. "Creemos que lo más básico sería eliminar la protección legal a la tauromaquia", señala la de PACMA, en referencia al estatus jurídico que mantiene esta práctica como patrimonio cultural. Con la supresión de este blindaje, "también se la dejaría de financiar con dinero público".

Sin el estatus de patrimonio cultural, los eventos taurinos dejarían de recibir financiación pública

En este sentido, Nevado recuerda la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) No es mi cultura, que busca "quitar la tauromaquia del patrimonio cultural. Una vez se le quita esta protección, muchos ayuntamientos dejan de autorizar esta práctica", explica. "También es muy importante que la gente asista a las concentraciones de los colectivos animalistas porque es una de las formas más necesarias para concienciarse sobre lo que pasa", añade.

Tanto Morales como Zaldívar destacan la reciente sentencia judicial que declara ilegal el Toro Júbilo de Medinaceli, "el más famoso e importante de España después del Toro de la Vega", remarca la líder de PACMA. "Se ha conseguido por la valentía de un juez que ha aplicado la ley", valora el veterinario.

"No hay fórmulas mágicas", insiste el presidente de AVATMA. "Necesitamos valientes en todos los estamentos que, armados de la razón que tenemos, planten cara al maltrato animal", concluye.

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