Este artículo se publicó hace 6 años.
Medio AmbienteEl gas tampoco sirve como alternativa limpia a la gasolina o el diésel
Un informe de la organización europea Transport and Environment reduce los supuestos beneficios que el uso de este combustible tendría para el cambio climático y la contaminación de las ciudades.
Madrid-
El gas natural, uno de los combustibles con más proyección comercial como alternativa “limpia” a la gasolina y el gasoil, resulta tan perjudicial para el cambio climático y la contaminación de las ciudades como los vehículos a los que pretende sustituir.
Según un estudio publicado este miércoles por la organización europea Transport and Environment, las supuestas ventajas que el gas tiene para el clima resultan poco significativas cuando se tienen en cuenta las fugas de metano (un potente gas de efecto invernadero), que se producen a lo largo de toda la cadena de suministro de este combustible. Así, y según los últimos datos analizados por la organización, el uso del gas natural en el transporte supondría entre un 10% menos y un 6% más de emisiones que los combustibles derivados del petróleo, dependiendo del modo de transporte. Para los coches la horquilla oscilaría entre un -7% y +6%; para los vehículos pesados como los camiones entre un -3% y +12%; y en el transporte marítimo se quedaría entre un -12% y +9%.
Además, y según refleja el mismo estudio, el gas sólo aportaría “beneficios limitados” para los problemas de contaminación de las ciudades, un factor que tiene en cuenta la emisión de gases perjudiciales para la salud como el dióxido de nitrógeno o las partículas en suspensión. Según los investigadores, los vehículos a gas contaminan de forma similar a los de gasolina y algo menos que los diésel de última generación. En cualquier caso, el informe advierte de que "la Comisión Europea está trabajando en un límite Euro 7 que reducirá aún más o eliminará por completo cualquier beneficio que el gas pueda tener sobre los turismos a gasóleo". El documento sí reconoce, no obstante, que el gas “resulta claramente beneficioso” en el caso de los buques.
“Los coches, camiones y barcos a gas no tienen beneficios para el clima y son una distracción de nuestro objetivo real, el transporte sin emisiones. Los gobiernos deben resistir la ofensiva del lobby del gas y dejar de malgastar recursos públicos escasos en infraestructuras de gas y en beneficios fiscales para el gas fósil", señala Jori Sihvonen, responsable de combustibles limpios de Transport and Environment.
La Unión Europea se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 40% para 2030 y entre un 80% y un 95% para 2050, en el marco de la lucha contra el cambio climático acordado en el Acuerdo de París.
Por eso, descarbonizar el sector del transporte resulta fundamental para conseguir los objetivos. En ese marco en el que, además de las tecnologías de emisiones cero como las baterías eléctricas o el hidrógeno, los gobiernos están estudiando el papel que puede desempeñar el gas, al que se está apoyando a través de subvenciones o exenciones fiscales. En algunos países como Italia, por ejemplo, los vehículos a base de gas natural comprimido representan el 68%.
En España, según Ecologistas en Acción, el gas disfruta de un impuesto 88% inferior al del gasóleo y un 91,4 % inferior al de la gasolina. Aunque aquí su uso es todavía muy residual (el parque de vehículos de gas natural comprimido apenas alcanza las 8.471 unidades) sus ventas van en aumento. Según la Asociación Ibérica de Gas Natural para la Movilidad,las matriculaciones de este tipo de vehículos crecieron un 112% en 2017 con respecto a un año antes.
“El Gobierno español debería por tanto dejar de subvencionar la compra de vehículos de gas. Asimismo las administraciones municipales deben de retirarle la consideración de vehículo limpio a la hora de establecer criterios de acceso al centro de las ciudades o de renovación de los vehículos de los servicios municipales”, señalan los ecologistas en un comunicado.
Tampoco el gas "bio"
El informe de Transport and Environment alerta además sobre el llamado “gas renovable”, que incluye tanto el biogás producido a base de residuos como el gas excedente de electricidad renovable. Sobre el primero, advierte de que sólo podría satisfacer el 9,5% de las necesidades del transporte. El segundo, por su parte, resulta altamente intensivo en energía y muy caro de producir.
"La idea de que podemos descarbonizar el transporte con gas renovable es un sueño. El poco biometano y electrometano que tengamos será necesario para descarbonizar los sectores de calefacción y energía, que actualmente dependen del gas fósil. Promocionar el biometano en el transporte en realidad dificulta la batalla climática al privar a la industria y al calentamiento doméstico de este recurso renovable limitado", zanja Sihvonen.
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