santiago de chile
Un foro sobre educación pública feminista, un taller de autodefensa, asambleas y jornadas culturales. Son algunas de las actividades que llevan a cabo las estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, una de las 15 de todo el país suramericano que se encuentra en "toma feminista".
El movimiento estudiantil, uno de los actores sociales más activos y politizados en Chile, protagoniza desde hace semanas una reivindicación histórica en la que, por primera vez, centra sus demandas en la lucha contra la violencia de género y por la igualdad. Las alumnas denuncian el acoso y abuso sexual que ocurren dentro de los centros educativos, y exigen protocolos que permitan enfrentarlos. Por eso, han iniciado una serie de ocupaciones y paros feministas que se han replicado en universidades públicas y privadas e incluso en algunos institutos de secundaria.
Todo empezó cuando estudiantes de la Universidad Austral de Valdivia, al sur del país, decidieron el pasado 17 de abril ocupar la Facultad de Filosofía y Humanidades contra la indiferencia del centro ante las denuncias de abusos sexuales que han ocurrido recientemente al interior del centro y que involucran a alumnos, docentes y funcionarios.
La acción de las sureñas se trasladó a la capital liderada por las estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile, quienes el pasado 27 de abril decidieron ocupar su facultad para protestar por el sumario interno que afecta a Carlos Carmona, profesor, ex presidente del Tribunal Constitucional y uno de los abogados más reconocidos del país en derecho administrativo. Hace ocho meses, fue acusado por una alumna de presunto acoso laboral y sexual ante la Dirección de Igualdad de Género de la Universidad. Las jóvenes reclaman ahora su destitución y rechazan la sanción que se le ha impuesto: tres meses de suspensión del cargo por "vulneración a la probidad administrativa".
Además de reclamar sanciones más duras para los implicados en este tipo de casos, las estudiantes exigen que se introduzca la perspectiva de género en todas las carreras, mayor acompañamiento en los procesos de investigación de estos casos, y la mejora de los protocolos de denuncia, y más educación no sexista en las universidades.
El rol de los hombres
"Mientras ellas dan las discusiones y ven el petitorio y las exigencias para bajar el paro, nosotros hacemos nuestras actividades de autoformación y autoaprendizaje sobre feminismo, lucha contra el patriarcado y masculinidades; también cocinamos", comenta Christopher Jerez, vicepresidente del Centro de Estudiantes de Comunicación del Instituto de Comunicación e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile y participante del paro organizado en este centro.
Las asambleas de cada facultad son las que han decidido qué nivel de participación tendrían los estudiantes hombres en las ocupaciones. Hay facultades en las que la movilización es mixta —pero con espacios de debate exclusivo para mujeres— y otras en las que es separatista.
En Derecho, por ejemplo, participan hombres y mujeres, pero decidieron prohibir la entrada a cualquier persona denunciada por acoso o abuso sexual y por encubrimiento en este tipo de casos. "Desde el principio decidimos que la toma sería mixta pero con asambleas sólo de mujeres, porque entendíamos la importancia del espacio entre compañeras para hacer política, pero también hay varias asambleas donde ellos pueden participar", sostiene Emilia Schneider, estudiante de Derecho y portavoz de la movilización de esta facultad.
Por su parte, el líder estudiantil del ICEI apunta que en su centro, "se ha consensuado que los hombres son actores secundarios y que son ellas las que tienen que decidir cómo van a continuar. Nosotros nos centramos en no obstaculizar el movimiento", reitera.
Preocupación del gobierno
Las tomas feministas han abierto la caja de Pandora de las denuncias por abuso y acoso sexual que cada semana aparecen por decenas, señalando tanto a alumnos como a docentes. Según cifras de la Dirección de Igualdad de Género de la Universidad de Chile, un 15% del alumnado dice haber sufrido algún episodio de violencia sexual dentro de la institución. Los mismos datos señalan que mientras los casos de acoso que han afectado a las mujeres de la institución son protagonizados en igual número por alumnos y profesores, los de abuso sexual son cometidos principalmente por los estudiantes en contra de sus compañeras.
La preocupación por la violencia de género en las universidades y las movilizaciones que ésta ha gatillado han llegado hasta el gobierno. La semana pasada, la ministra de la Mujer, Isabel Plá, y su homólogo de Educación, Gerardo Varela, abordaron el asunto conjuntamente.
Tras defender las demandas de las estudiantes, Plá manifestó la necesidad de verificar que todas las universidades dispongan de protocolos para enfrentar situaciones de este tipo, y llamó a aquellos que aún no están al día a impulsar una reglamentación en esta materia. Según un estudio elaborado por la prensa chilena en abril, de las 59 universidades del país, sólo 15 tienen en funcionamiento los protocolos contra el acoso y el abuso sexual.
"Ya no estamos solas"
Las tomas y paros feministas han llegado en un momento en el que la demanda por una educación no sexista se ha instalado con fuerza dentro de las universidades. De hecho, esta fue la principal reivindicación de la primera manifestación estudiantil que enfrentó el gobierno de Sebastián Piñera el pasado 19 de abril.
El contexto ha coincidido, también, con la repercusión de sentencia de La Manada, dictada por el Tribunal Tribunal Superior de Justicia de Navarra (TSJN), que llegó con fuerza hasta Chile, donde se instaló el debate en los medios justo pocos días antes de que una joven fuera violada por cinco hombres aficionados de uno de los principales equipos de fútbol de Chile. Este lamentable hecho junto con la indignación desatada por las violaciones a las pequeñas Ámbar y Sophie, ambas de poco más de un año, concentradas en muy poco tiempo, han dejado a la sociedad chilena más sensible y atenta a las noticias sobre violencia de género que de costumbre.
Quizás por eso, la manifestación convocada el pasado viernes por la coordinadora Ni Una Menos en contra de la cultura de la violación llegó a ser masiva en Santiago, donde entre miles de personas se respiraba un ambiente más rebelde e irado que en otras ocasiones.
"Durante mucho tiempo, las demandas por una educación no sexista se vieron como secundarias, pero hoy ya se instalaron y se entienden como algo básico. Es histórico", señala Christopher Jerez. "A quienes nos hemos movilizado, nos llena de entusiasmo que este conflicto se haya transversalizado tan rápido, asegura satisfecha Emilia Schneider, por su parte. Ambos coinciden en la necesidad de levantar un petitorio a nivel nacional, del movimiento estudiantil en su conjunto. “Ahora tenemos que articularnos entre universidades y con otros estamentos para aglutinar la fuerza social y conseguir las transformaciones. Ya no estamos solas”, concluye ella.
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