oslo
Es de mirada esquiva y a veces se siente incómodo cuando le preguntan por datos personales. Fuma moderado, "lo normal -dice riendo- en un país donde un paquete de tabaco roza los 12 euros". Se conoce todos los rincones del centro de Oslo y le seguimos a paso apurado hasta la planta 34 de un edificio que ahora es una conocida cadena hotelera norteamericana. Allí trabajó como ascensorista hasta 1990, año en el que asumió tareas del sindicato central de Elogit en Noruega. Nació en un pequeño pueblo al norte, cerca del círculo polar ártico, pero vive desde hace 30 años en Oslo. Lleva desde 1975 afiliado a una agrupación que reúne hoy a más de 38.000 afiliados.
Pero cuando Henning Solhaug habla de las consecuencias del neoliberalismo y de su amenaza creciente en Europa en desmedro de los derechos de los trabajadores, se apasiona. “El fascismo y el neoliberalismo han matado y siguen matando a mucha gente en el mundo. Nuestro deber es mostrarle a los jóvenes las consecuencias del fascismo, saber de cerca qué hizo el fascismo y cómo hubo gente en el pasado que luchó contra su expansión en toda Europa. Esta es una forma de aprender lo que es el fascismo, porque el fascismo no es gente rara con ideas exóticas. Es la violencia de grandes compañías del capital financiero, de los terratenientes para conservar sus poderes, está en muchos lugares y debemos aprender a detectarlo”.
A Solhaug le impactó tanto la lucha de los republicanos en la Guerra Civil Española y los testimonios de noruegos que vinieron a luchar en las Brigadas Internacionales (700 noruegos en las Brigadas Internacionales defendiendo la Segunda República), que pensó junto a sus compañeros en cómo lograr que las consecuencias del fascismo en España fueran conocidas por los jóvenes actuales de una manera viva. De esto y del impacto emocional que le causó el saber que más de 114.000 personas siguen enterradas en las cunetas y siendo buscadas por sus familiares, nació la colaboración de la Confederación Sindical Noruega de electricistas y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), una labor que se traduce en una aportación económica y que comenzó hace seis años.
“Contacté con la gente de la ARMH en 2013, cuando viajamos con el Comité Ejecutivo de mi sindicato a España a conocer cómo la crisis económica había afectado a los sindicatos. Y nos encontramos con esto, con el drama de las exhumaciones y dijimos, tenemos que hacer algo al respecto, queremos ayudar a la gente a buscar a sus seres queridos”. La respuesta no se hizo esperar y tras una conversación del Comité de Ayuda Popular, un órgano dentro del sindicato fundado en 1930 y desde el que se promueven proyectos con Palestina y Latinoamérica, se aprobó en 2014 la colaboración de 100.000 coronas noruegas (unos 11.000 euros) para ayudar a financiar la primera exhumación: la de Perfecto de Dios, hermano del último guerrillero antifranquista gallego Camilo de Dios, cuya historia fue narrada posteriormente en un documental.
Una vergüenza para todos
Camilo de Dios estaba en la cárcel cuando su hermano Perfecto fue enterrado cerca del cementerio en Chacherrero (Ávila) y su madre encarcelada y condenada a 13 años. Tuvieron que pasar 74 años para que en julio de 2014, los restos de Perfecto fueran exhumados y se hiciera justicia a todos los integrantes de una familia que había conocido el horror de la guerra. 74 años y el aporte económico extranjero. Algo que para el sindicalista noruego sigue siendo inexplicable.
“El estado español debe cumplir con sus deberes. Es verdad que las asociaciones de memoria y nosotros no podemos depender de ellos para hacer el trabajo de defensa de los derechos humanos, pero este trabajo es urgente porque hay familiares a quienes les queda poco tiempo de vida y que siguen buscando a sus seres queridos. Para mí esto es una verdadera vergüenza. No sólo para por el gobierno español, también para nosotros, porque los republicanos españoles lucharon por la democracia de toda Europa, defendían la democracia, estamos en deuda con ellos”, sostiene Solhaug.
"Nos encontramos con esto, con el drama de las exhumaciones y dijimos, tenemos que hacer algo al respecto"
Pese a su impresión, el sindicalista noruego se confiesa optimista, porque reconoce ciertos avances en memoria histórica desde su primera visita a España, aunque invita a no bajar la guardia. “Creo que hay un pequeño cambio. Ahora se ven más libros, más películas, más asociaciones preocupadas del tema, hasta el gobierno socialista ha hecho un guiño con el tema de quitar a Franco del Valle de los Caídos. Vamos a ver qué va a ocurrir en los próximos años. Creo que hay más posibilidades con el gobierno socialista. Soy más optimista ahora, pero no se cómo lo ven los españoles”.
Es optimista y no se desalienta. Por eso ha viajado este fin de semana con veinte jóvenes sindicalistas noruegos hasta el cementerio de León, para presenciar los trabajos de exhumación de los restos de Genara Fernández García, la maestra de Cirujales fusilada en Puente Castro en 1941 por tirar unos pasquines antifranquistas en San Marcelo. Si familia, que se puso en contacto con la ARMH para iniciar el proceso, quiere recuperar los restos de la llamada “Pasionaria de Omaña”, para trasladarlos al pueblo de Cirujales (León) después de practicar las pruebas de ADN.
Sindicatos en Noruega
A la par con su interés por el caso español, a Solhaug le preocupa la pérdida de derechos de los sindicatos en su país, con el actual gobierno de la primera ministra Erna Solberg del Partido Conservador. El trabajo temporal que ha entrado a la escena noruega después de liberalizarse en 2014, y la pérdida de los derechos de los jubilados, son dos amenazas que han quitado fuerza a las agrupaciones sindicales actuales.
“En toda Europa los sindicatos se han debilitado. En Noruega no tanto como en otros países de Europa, porque en los países nórdicos los sindicatos han sido fuertes si los comparas con el resto de Europa, pero igualmente en los últimos años hemos perdido una filiación de un 5%. Con la marginalización de los trabajadores, el trabajo temporal debilita mucho a los sindicatos. La derecha ha abierto la puerta para el trabajo temporal, ataca al estado de bienestar”, señala Solhaug.
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