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Denuncian la situación de uno de los centros de migrantes en Madrid: "Están encerrados como delincuentes"

Ante la llegada de migrantes, el Gobierno habilitó el pasado noviembre el cuartel General Arteaga para dar asilo a los migrantes que llegan a España. Un trabajador del recinto asegura que "no se cumplen los criterios de habitabilidad, ni de condiciones de vida".

Un cayuco llega al Puerto de la Restinga (Canarias) con 386 migrantes a bordo.
Un cayuco llega al Puerto de la Restinga (Canarias) con 386 migrantes a bordo. Antonio Sempere / AFP

El acuartelamiento General Arteaga, en Carabanchel –distrito sur de la capital–, que se habilitó el pasado noviembre como centro de acogida para los migrantes que llegan a España, recibe denuncias por las condiciones de los residentes. "No se cumplen los criterios de habitabilidad. Los chavales comen fatal, no salen a la calle, no tienen libertad, no tienen recursos médicos adecuados, no tienen recursos psicológicos adecuados", afirma a Público un trabajador del recinto que prefiere no desvelar su identidad, quien continúa relatando que "están encerrados como si fueran delincuentes".

Este centro de acogida, gestionado por Cruz Roja, fue una de las medidas que implantó el Gobierno para aliviar la saturación que había en los instalaciones de Canarias, Ceuta y Melilla. Actualmente, es el "más grande de España", explica el empleado. A medida que ha pasado el tiempo, "las plazas se han aumentado a 1.400", aunque en un principio el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones las había establecido en 1.220.

El recinto está destinado exclusivamente a hombres, y ofrece asistencia humanitaria temporal, pues al principio "se estimaba que los chicos solo podían estar tres meses, pero la realidad no es así. La mayoría de ellos llevan ahí desde noviembre, sobre todo los menores", apunta la fuente anónima.

Permiso para salir del centro cada tres días

En el centro de acogida hay cinco edificios, "uno de ellos para posibles menores y el resto para los adultos", señala el trabajador, que lo resume como si fuera un "campamento". "Los migrantes tienen su vida ahí, y salen dos horas cada tres días", añade. En cada turno del día, es decir, por la mañana o por la tarde, salen las personas de un único edificio. Por lo tanto, si las personas del edificio 'A' han salido el lunes por la mañana, no lo volverán a hacer hasta el miércoles por la tarde.

"Hacen vida normal, como debería ser, no como si fuesen delincuentes"

En sus ratos libres, los residentes "van al locutorio a comprarse un teléfono, a recargar saldo o a comprarse unos auriculares. Hacen vida normal, como debería ser, no como si fuesen delincuentes, porque están encerrados como si fuesen delincuentes. Son personas que vienen con carreras, han estudiado, tienen formaciones…", expone la fuente.

Por otro lado, cada edificio tiene habitaciones con más o menos camas, según cuentan a este medio algunos migrantes alojados en el centro. Hay cuartos donde duermen cinco personas y en otras lo hacen entre 15 y 20. "Las instalaciones no son de lo mejor que hay, porque era un cuartel abandonado. Por ejemplo, muchas persianas están rotas o no se abren", denuncia el trabajador de la Cruz Roja. Y, pese a las quejas de los residentes, las "incidencias nunca se resuelven", subraya.

Jugar al fútbol y poco más

Issa Traoré es uno de los mil migrantes que vive en este centro y el único que ha querido contar su historia. El joven de Mali, de 35 años, dejó atrás su vida, familia y amigos para buscar una vida mejor lejos de su país. Llegó a El Hierro (Canarias) desde Mauritania, un viaje de seis días en una patera compartida por unas 60 personas. Dice que tiene buenas condiciones, pero que las actividades son solo "comer, dormir, jugar al fútbol y dar clase de español, no hay otra cosa", explica a Público.

Los trabajadores del centro demandaron realizar ciertos talleres para los migrantes, pero Cruz Roja lo desestimó

De esta situación se queja el empleado del centro. "No se les da ninguna facilidad para formarse. Simplemente, se les ofrecen actividades físicas, como jugar al fútbol, al baloncesto o al voleibol", lamenta. Hace tiempo, los trabajadores demandaron al centro ciertas actividades o talleres para que los migrantes los hiciesen, pero no prosperó: "Nos dijeron que es un centro destinado únicamente a la emergencia y a la atención humanitaria, que solo se cubren las necesidades básicas".

Trabas e impedimentos que no solo las encuentran desde la dirección de Cruz Roja, también es el Gobierno el que rechaza todo este tipo de peticiones, según denuncia el empleado del centro: "En teoría, estas solicitudes se tramitan al Ministerio y nos contestan que no se puede hacer esto", matiza el trabajador, quien expresa que es un tema que les "frustra un montón".

Piedras en los macarrones

A los residentes se les ofrece cuatro comidas al día, aunque de dudosa calidad, según crítica el testigo de Cruz Roja: "Es lo más deplorable del centro. Día sí y día también pasa algo con la comida. Es asquerosísimo". Entre las incidencias que suelen pasar, hace poco los migrantes encontraron piedras en los macarrones. "Se ha comentado mil veces, se han pasado fotos, pruebas a coordinación, pero no han hecho nada. Solo contestan que hay que tener cuidado, que hay que hablar con el catering, pero no lo cambian. Y no lo hacen porque es el más barato", subraya.

Más optimista es Traoré: "Algunas veces bien y otras regular". Ante esta situación, los migrantes tampoco pueden meter comida de fuera, asegura el joven de Mali, porque Cruz Roja no lo permite.

Sobrecarga de trabajo del personal

El centro acoge a unas 1.400 personas y la plantilla de Cruz Roja está formada por trabajadores sociales, mediadores sociales, supervisores, coordinadores, psicólogos, enfermeras y doctores. Aun así, "tenemos sobrecarga de trabajo, sobre todo, los médicos y psicólogos", añade la fuente, ya que "solo hay un doctor por turno". Asimismo, la enfermería del recinto –asegura– no tiene ni los medios ni los recursos necesarios para atenderlos, por lo que los desplazamientos al hospital suelen ser frecuentes.

Un trabajador del centro: "Lo único que hacemos son funciones de logística y de policía"

Los mediadores sociales hacen funciones de "policía", afirma la fuente anónima. "Se supone que tenemos que ejercer intervención social en los chicos con la finalidad de integrarlos, enseñarles e incluirlos aquí en España, y lo único que hacemos son funciones de logística y de policía", sostiene. Estas labores consisten en revisar todas las habitaciones del centro para que no tengan en las taquillas ni comida, ni droga, ni objetos extra, como almohadas, ya que solo pueden disponer de una almohada por persona.

El trabajador del centro incide en que las condiciones de habitabilidad no son adecuadas y se cuestiona el servicio que ofrece Cruz Roja: "¿Qué tipo de asistencia humanitaria es esta? Se supone que una ONG tiene que ofrecer asistencia y ayuda humanitaria a esos chavales y no lo hace".

Público ha intentado contactar con Cruz Roja para mostrar su versión sobre los hechos denunciados, pero no ha obtenido respuesta.

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