Barcelona
Las lluvias que empezaron a caer en Catalunya sobre todo a partir del 24 de octubre, rematadas con la DANA que culminó el lunes, han tenido un impacto positivo en las reservas de agua de los embalses. Un efecto especialmente necesario en los de las cuencas internas. Tras un inicio de otoño seco, los pantanos se abocaban a una nueva situación complicada si no llegaban precipitaciones, con la previsión de la entrada en excepcionalidad del sistema Ter–Llobregat (que abastece a la mayor parte de la población catalana) este mismo noviembre y de emergencia por sequía en marzo.
El aumento de reservas logrado los últimos diez días ha cambiado este escenario y si bien Catalunya no puede dar por superada la larga sequía que sufre, sí que es cierto que la situación actual es claramente mejor que la de hace un año. Y el agua caída garantiza que no habrá nuevas restricciones durante lo que resto de 2024 y en los primeros meses de 2025. Lo que también da un mayor margen de tiempo al Govern para que pueda entrar en funcionamiento alguna de las nuevas infraestructuras hídricas proyectadas.
En concreto, desde el 17 de octubre los embalses de las cuencas internas catalanas han ganado más de 35 hm³ hasta las 16 horas de este martes. Según los datos de la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), han pasado de acumular 189,3 hm³ de agua a 224,4. En términos relativos, las reservas han crecido cinco puntos, del 27,25% al 32,3%. La cifra es un 70% más elevada que un año atrás, cuando se estaba ya en situación de excepcionalidad y el agua acumulada era de 133,1 hm³, el 19,17%. Es el primer otoño desde 2020 en el que hay un crecimiento de las reservas, aunque el agua acumulada está muy por debajo de la media de los últimos cinco años.
En el caso del sistema Ter-Llobregat, el más importante de los de las cuencas internas, se ha pasado de 176,2 hm³ (28,79%) a 208,4 (34,04%), cerca del doble que en el mismo momento del 2023. Las precipitaciones de los últimos días han permitido recuperar la mitad de las reservas perdidas desde el verano, después de que el 28 de junio se lograra el máximo desde septiembre de 2022, con 257,5 hm³ (37,1% de la capacidad, que llegaba casi al 40% en el Ter-Llobregat).
Aquel crecimiento fue gracias a una primavera lluviosa que supuso el primero gran punto de inflexión de los últimos tres años de sequía y dejar atrás el nivel de emergencia y el mínimo histórico de 100 hm³ (14,4%) marcado el 9 de marzo, que era de 90,6 hm³ (14,8%) en el Ter-Llobregat.
Mejora significativa en Tarragona En términos absolutos, las principales ganancias de reservas del sistema Ter-Llobregat los han tenido los embalses de la Baells (Berguedà), que las ha incrementado en casi 18 hm³ desde el 17 de octubre y ya supera el 56% –más del doble que el año pasado–; Sau (Osona), con 16 hm³ más; y la Llosa del Cavall (Solsonès), con 7 hm³ de más, que le han permitido lograr el 33% de su capacidad. En cambio, el de Susqueda (la Selva), que está conectado a Sau, ha perdido cerca de 11.
Con todo, a nivel visual el cambio más significativo se ha vivido en el Camp de Tarragona, donde embalses que estaban casi secos empiezan a acumular agua. Es el caso de los de Siurana (Priorat) y Riudecanyes (Baix Camp). El primero apenas acumulaba 0,08 hm³ de agua el 24 de octubre, el 0,60% de su capacidad, mientras que este martes a las 16h se acerca al 6% y tiene 0,72 hm³, nueve veces más. En el mismo periodo, el segundo ha evolucionado de 0,09 hm³ y el 1,6% a 0,76 y el 14,36%, también nueve veces más. El pantano de Guiamets, también en el Priorat pero que pertenece a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), ha pasado en una semana de estar seco a acumular 1 hm³, el 10% de la que cabe. Todo ello ayuda a mejorar la situación del territorio con la sequía más intensa de Catalunya.
La apuesta del Govern por las infraestructuras hídricas Desde que en agosto tomó posesión como presidente de la Generalitat, Salvador Illa ha fijado la gestión de la sequía como una de las prioridades del Govern, con una apuesta clara para acentuar las infraestructuras de producción o reaprovechamiento de agua, como las desaladoras o las plantas potabilizadoras. Es un modelo que tiene que comportar inversiones de 2.300 millones hasta el 2040 y que genera críticas de organizaciones ambientales y ecologistas, que abogan por abordar una reducción de los consumos de agua y evaluar cuáles son los usos prioritarios.
Las lluvias de los últimos días le permiten al ejecutivo ganar tiempo para que se activen las primeras infraestructuras previstas sin que se esté en una situación de excepcionalidad o emergencia por sequía. En concreto, la previsión es que antes de que se acabe el año se activen las mejoras en la potabilizadora de Empuriabrava (Girona), con una inversión de 2,5 millones, y la aportación de agua regenerada desde la depuradora de Figueres hasta el río la Muga a la altura de Pont de Molins. Esta última tiene un presupuesto de seis millones y permitirá obtener 100 litros por segundo.
De cara en el año próximo, y también en el Alt Empordà (Girona), se pondrán en funcionamiento las desalinizadoras móviles de Roses (55 litros por segundo y 3,6 millones de inversión) y Empuriabrava (35 litros por segundo y 3 millones). En el ámbito del sistema Ter Llobregat, a mediados del 2025 la previsión es que entre en servicio la ampliación de la potabilizadora de Trinidad, que tiene que incrementar la producción actual en unos 400 o 500 litros por segundo, cosa que supone entre unos 12 y 15 hm³ anuales. Mientras que a finales del 2025 está previsto activar los nuevos pozos de Sant Joan Despí (1.300 litros por segundo y 30 millones) y la potabilizadora Estrella en Sant Feliu de Llobregat (800 litros por segundo y 33 millones).
Más allá del 2025, el calendario fija que en 2026 la estación de regeneración de agua de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) estará en servicio, aportando 400 litros por segundo gracias a una inversión de 5,5 millones.
Y más a medio plazo se tienen que completar las obras de las desaladoras, con la ampliación de la de la Tordera completada en 2028, la construcción de la del Foix en 2029 y la de la Costa Brava Norte, en el Alt Empordà, en 2032, todo ello gracias a inversiones de centenares de millones de euros en cada caso. Según la hoja de ruta del ejecutivo, con las obras se llegará a 245 hm³ de agua anuales que no dependan de la lluvia, cuando actualmente la cifra es de 116.
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