Este artículo se publicó hace 3 años.
Ferrol, medio siglo de lucha estéril contra su hundimiento
La ciudad padece desde hace décadas una inestabilidad política endémica y un lento y sostenido declive por la crisis del sector naval, a la que se unen ahora la falta de trabajo en los astilleros y los cierres de grandes industrias.
Ferrol-
Hay viajeros que dicen que uno sabe cuándo está en el centro de una ciudad europea cuando ve una tienda de Zara. Suena a boutade, pero la estrategia de Inditex de adquirir edificios emblemáticos para instalar su marca de referencia en las grandes capitales convierte el dicho en certeza. Más aún en España, y qué decir de Galicia, la matria de la casa.
Pero, ¿de verdad sucede que en todas las grandes ciudades de Galicia sabes que estás en el centro cuando ves un Zara? No. En todas, no. En Ferrol —67.121 habitantes, según los últimos datos del Instituto Galego de Estatística (IGE)— a 30 kilómetros en línea recta de la sede de Inditex en Arteixo, no hay boutique de Zara. La última cerró en el 2018, antes de la crisis sanitaria y de que el auge de las ventas on line llevaran a la empresa de Amancio Ortega a replantearse el tamaño de su red comercial.
Todas las ciudades padecen sus mitos y etiquetas. Cada una los suyos, siempre exagerados. Pero probablemente ninguna en España las soporta tanto como Ferrol: la villa de cuyo nombre se apropió un dictador, la ciudad rancia habitada por militares ultraconservadores, la urbe fea y gris inmersa desde hace casi medio siglo en un lento declive económico y social, el municipio norteño de clima antipático y sin nada que merezca realmente la pena visitar... O sea, el sitio del que hasta Zara se ha marchado. Así reposa la capital de Ferrolterra en el imaginario colectivo de la mayoría de quienes no son ferrolanos, para desconsuelo, claro, de quienes sí lo son.
Hace un par de meses, Ferrol y su comarca, junto a las de Eume y Ortegal —en total una veintena de municipios en el norte de A Coruña poblados por unas 190.000 personas— vivieron la enésima y masiva jornada de huelga general. Estaba convocada por los sindicatos UGT, CCOO y la Confederación Intersindical Galega (CIG), en demanda de soluciones para la eterna crisis en la que lleva sumida la zona desde que la reconversión naval de los años 70 empezó a degradar su otrora pujante tejido productivo.
La crisis se ha agravado ahora por los cierres de la central térmica de As Pontes, el otro gran motor económico de la zona, y de la factoría de molinos eólicos que la multinacional Siemens tenía en el cercano municipio de As Somozas. Las manifestaciones se repitieron el pasado domingo.
"Esta ciudad es muy dinámica y tiene una conciencia muy crítica y reivindicativa, que pasa por exigir mucho a su clase política. Pero tiene una enorme dependencia económica del Estado. Cuando hay problemas a nivel estatal, aquí tienen muchísima más repercusión que en otros lugares", explica Ángel Mato, alcalde socialista de la ciudad desde mayo del 2019. Su padre era trabajador de Navantia, la gran empresa pública dedicada a la construcción naval civil y militar y cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII.
De la histórica industria naval al declive
Ferrol fue durante siglos una ciudad pujante e ilustrada gracias a la construcción de barcos. En 1789, el año de la Revolución Francesa, se hizo aquí el Europa, una de las mayores naves de combate de la época. En sus radas se botaron el primer buque de vapor de España, el primero de hierro, el primer acorazado de la Armada. Pero llegó la crisis de los 70, la competencia de los astilleros asiáticos, el veto de la Unión Europea a las ayudas de Estado a la industria naval, y todo se vino abajo.
A principios de los 80, Ferrol era la tercera ciudad de Galicia en población. Hoy es la séptima
A principios de los 80, Ferrol era la tercera ciudad de Galicia, con más de 90.000 habitantes. Hoy es la séptima, y ha perdido casi un tercio de su población. Es la urbe más envejecida. Y la que tiene la mayor tasa de paro, al borde del 20%. La tasa de empleo -el índice de población que trabaja- supera el 48% en España, pero en Ferrol no llega al 35%. Su tasa de actividad -el porcentaje de ciudadanos que quieren trabajar en relación a quienes están en edad de hacerlo- es la más baja de todo el Estado.
Un paseo por Ferrol desvela hermosos tesoros arquitectónicos, como el edificio de Herrerías, construido por Carlos III en 1781 y rehabilitado a principios del milenio por el arquitecto catalán Salvador Font. Aunque la visita también puede llegar a encoger el corazón, a la vista de la sucesión de comercios cerrados, bajos vacíos y casas destartaladas en un centro histórico que fue ejemplo del urbanismo de la Ilustración y que en el primer tercio del siglo XX se enriqueció con decenas de hermosas muestras de arquitectura modernista.
Las radas de sus astilleros, que han nutrido de buques de guerra a las flotas de varios países, llevan dos meses vacías desde la botadura en mayo pasado del Stalwart, un buque logístico encargado por el Gobierno australiano. Sin carga de trabajo en los astilleros, la ciudad espera que el Estado ordene cuanto antes la construcción de la nueva remesa de fragatas F-110 para la Armada Española. Miles de empleos en Navantia y en las industrias auxiliares del sector dependen de ellas.
Un ciclista profesional puede ir en menos tiempo de Ferrol a A Coruña que en el tren
"El naval nos ha dado de comer en los últimos dos siglos", dice el alcalde. Mato admite que el "monocultivo" del sector obliga a la ciudad a seguir apostando por lo que mejor sabe hacer, es decir, barcos; pero advierte de las enormes complicaciones para atraer población activa a una ciudad muy mal comunicada con su entorno: "El ferrocarril a A Coruña [50 kilómetros de distancia] tarda una hora y dieciséis minutos. Un ciclista profesional puede cubrir ese trayecto en menos tiempo", afirma el regidor, quien alerta de que las conexiones por carretera también son pésimas, desincentivan la movilidad y lastran el transporte de mercancías. Existe una autopista, sí, pero de pago: un trayecto de ida y vuelta al aeropuerto de Santiago en coche son casi 26 euros, y la ida y vuelta en camión a Vigo, 106 euros.
"Necesitamos una rebaja inmediata de esos peajes", reclama Ángel Mato, para quien la situación de la ciudad y su comarca es tan grave que ni siquiera permite al Ayuntamiento plantearse proyectos a medio o largo plazo, y obliga a centrarse en dar solución de urgencia a los problemas más graves. Entre ellos, emprender la renovación del obsoleto trazado ferroviario, pero también
dotar a los astilleros de un dique cubierto, una obra que podría ascender a 180 millones de euros, pero que permitiría a Navantia-Ferrol iniciar el proceso de digitalización y robotización que ya han emprendido sus competidores; y reconvertir la apuesta tecnológica para aprovechar las oportunidades de la industria eólica marina.
Es verdad que los tópicos no cuentan nunca la verdad sobre nada. Ferrol no es una excepción, porque ni siquiera es cierto ese otro mito que se repite desde hace años en las noches electorales de los comicios municipales. Se dice que, en lo que va de democracia, ningún alcalde ha sido capaz de repetir consecutivamente mandato, tal sería de complicada la tarea de sacar adelante a la ciudad. El mito es falso, porque el primer alcalde constitucional, Jaime Quintanilla Ulla, gobernó entre 1979 y 1987. Pero sí es cierto que desde entonces nadie ha sido capaz de repetir legislatura.
Le sucedió a José Manuel Rey Varela, del Partido Popular, ex regidor entre el 2011 y el 2015 y el único que logró el cargo con mayoría absoluta. Del 2015 al 2018 ejerció de conselleiro de Política Social de la Xunta de Alberto Núñez Feijóo, y en el 2019 repitió de candidato. Obtuvo el 41,4% de los votos, pero no pudo evitar que Mato, con el 29%, se hiciera con la Alcaldía con apoyo del BNG (7,4%) y de Ferrol en Común, la marca de Unidas Podemos en la ciudad (10,7%).
"Ferrol vive una situación de inestabilidad política desde hace 40 años que va acompañada de una insatisfacción permanente con la clase política. Y eso afecta mucho a la capacidad de acción de los gobiernos municipales. Hay ausencia de proyecto de ciudad, pero también de la mayoría estable necesaria para desarrollarlo", señala Rey Varela, quien detalla que desde hace años "lo habitual es que no haya mayorías para sacar adelante los presupuestos, para aprobar el plan de ordenación urbana [el actual data del año 2000], que es la mejor herramienta para atraer empresas y población, ni para emprender una interlocución activa y eficaz con el resto de administraciones". "Ahora parece que se va a aprobar un presupuesto, pero los únicos cuatro consecutivos que salieron adelante fueron durante mi mandato", concluye.
La ciudad de los tópicos
A Ferrol lo describen por sus tópicos, a pesar de que, la verdad sea dicha, su clase política se empeña en romperlos. Debe ser si no la única, sí de las pocas ciudades de España donde dos exalcaldes siguen formando parte del pleno municipal. Son el propio Rey Varela y Jorge Suárez, que gobernó del 2015 al 2019 con Ferrol en Común y quien se mantuvo como portavoz de su grupo tras perder la Alcaldía hace dos años.
"Para PP y PSOE, nosotros estamos en la periferia de la periferia", ice un excalcalde
Suárez opina que buena parte de los problemas de Ferrolterra se deben "a la estrategia geopolítica" de los dos grandes partidos, porque "el PP y el PSOE tienen sus bases electorales en el centro, el sur y el este de España, y los nacionalismos fuertes con los que se alían, en Catalunya y en el País Vasco". "Para ellos, nosotros estamos en la periferia de la periferia", subraya el ex alcalde, quien denuncia también que Feijóo "ha apostado desde hace tiempo por A Coruña y por Vigo" en detrimento de su ciudad.
Suárez cuenta que durante su etapa al frente de la Alcaldía se cansó de recibir del resto de administraciones el input de que Ferrol tiene "un potencial único" como foco industrial y económico, pero sin que se advirtiera un verdadero interés en fomentarlo y desarrollarlo. "Necesitamos estímulos públicos, pero no sólo en fondos e inversiones, sino en apoyo a la diversificación y al sector privado industrial y tecnológico", añade. Reconoce que, aunque la inestabilidad política se debe "a la polarización social de la ciudad entre el Ferrol conservador vinculado a la presencia militar y el Ferrol obrero ligado a la industria naval", aquí los tópicos tampoco sirven. "No existe una suerte de turnismo entre derecha e izquierda. Más bien sucede que la derecha sabe aprovechar muy bien la caída de los gobiernos de izquierda".
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