"Necesito evadirme de cualquier responsabilidad antes de que esto se ensucie". Así hablaba Corinna Larsen, amante del rey emérito Juan Carlos I, sobre la casa de Londres en la que vivía y de la que el monarca era responsable. 

Larsen criticaba que el sultán de Omán hubiera dejado de pagar las facturas del piso y que su propio abogado mirase más por los intereses de Juan Carlos I que por los suyos. "Él [Juan Carlos I] y sus amigos pueden volver loco a cualquiera con sus tonterías. Estoy tan enojada. Estoy a punto de perder los estribos", aseguraba en 2015 en emails a los que ha tenido acceso El País.

La mansión podía registrase a nombre Juan Carlos I porque habría hecho saltar las alarmas y se habría incurrido en leyes británicas contra el blanqueo de dinero. "El señor Abdullatif [antiguo embajador de Omán en el Reino Unido] respondió que la propiedad permanecerá a su nombre durante el tiempo que sea necesario. Eso es bueno y al menos lo tengo por escrito", afirma Larsen según ha podido comprobar el diario de Prisa.

"Tal vez debería indicar que actué de buena fe para ellos [Omán] en la compra, que ayudé a adquirir la propiedad para ellos, confirmando que no recibí compensación financiera de ningún tipo por el trabajo (...) Necesito evadirme de cualquier responsabilidad antes de que esto se ensucie...", asegura la alemana. 

El abogado de Larsen era Dante Canonica, que dirigía la fundación Lucum, empresa en la que Juan Carlos I ingresó 65 millones de euros regalo del rey de Arabia Saudí y que luego dio a Corinna. Además, Canonica fue el que construyó la estructura off shore de la amante del rey.