Este artículo se publicó hace 2 años.
El Colajet, el Drácula, el Frigo Pie y otros helados para recordar veranos más frescos
Vuelve la época de los helados y en 'Público' hemos querido homenajear a aquellos que aguantan el paso del tiempo y son disfrutados por varias generaciones.
Madrid-
Con la llegada del calor comienza, si no lo ha hecho ya, la temporada de helados. Los supermercados y quioscos ya ofrecen una gran variedad de polos, tarrinas y otros tipos de snacks fríos para refrescarse. Además de las novedades, también hay helados que aguantan el paso del tiempo y son disfrutados por varias generaciones.
Este postre tan propio de la infancia trae recuerdos a más de una persona de veranos menos sofocantes y vacaciones más largas, así que en Público hemos querido recordar algunos de los helados típicos de la niñez de los que ya son mayores.
El primero que recordamos es el Colajet. Este polo es una de las creaciones heladas más antiguas de Nestlé, tanto que, cuando salió, la marca todavía se llamaba Camy. Aprovechando el fenómeno fan, el Colajet fue relanzado siendo objeto de promoción de películas como La Guerra de la Galaxias. Con su cohete de sabor cola-limón junto con su punta de chocolate crujiente, este helado ha pasado a la historia como uno de los más emblemáticos de la época.
Otro de los helados míticos de los setenta es el Drácula, concretamente de 1977. La nueva creación de Frigo no dejó indiferente a nadie, o lo amabas o lo odiabas. La cubierta de cola y el interior de fresa no parecía que fuera a tener mucho recorrido en el mercado, pero cuarenta años más tarde se sigue consumiendo.
El Frigo Pie, un helado cremoso con sabor a nata y una característica forma de pie -de ahí el nombre-, es un clásico entre los clásicos. Apareció en las neveras españolas por primera vez en 1983, y fue un éxito de ventas en las décadas de los 80 y los 90. Su popularidad vino de otra creación de la marca que salió al mercado un año antes, el Frigodedo. Este helado, que tenía la silueta de una mano con el índice levantado, fue el primero con el que Frigo decidió vender snacks con forma de extremidad humana. Por desgracia este no permaneció en el mercado, pero su derivado, el Frigo Pie, se ha mantenido como uno de los helados principales del verano casi 40 años.
El pirulo, de Nestlé, y su rival de Frigo, el Twister, también fueron grandes éxitos de mercado. Y después de ellos llegó el Calippo, en 1983. Su creador, Joan Viñallonga, responsable también de otros de los helados más reconocibles de Frigo, cuenta en un artículo en Verne cómo este postre llevó a más de uno a la confusión, al no saber cómo consumirlo, cuando salió al mercado. "Aunque hoy sea un producto de lo más común, la gente entonces tuvo algunos problemas para entender el concepto -¡era un polo sin palo!-, y muchos consumidores rompían el envase para llegar al helado", cuenta.
Unos cuantos años más tarde, parece que no solo hemos aprendido a comer los Calippos, sino que también se han conservado los hábitos de aquellos niños y niñas de los 70, 80 y 90 que crecieron con estos helados que a día de hoy los supermercados y kioskos siguen llevando a sus neveras verano tras verano.
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