zaragoza
Los paneles solares ya forman parte del paisaje. Convivimos con ellos y los vemos destellar cuando damos un paseo por el campo, a través de las ventanillas de nuestros vehículos, cuando viajamos en tren o desde los aviones. Las placas han llegado para quedarse, literalmente, en casi cualquier parte.
Los tejados de las ciudades, y también de los pueblos, se empiezan a revestir de estos nuevos accesorios, los paneles solares, compuestos en un 85% de vidrio, un 6% de aluminio, y menores porcentajes de plástico, silicio y metal. La carrera hacia la producción de energía a través de canales sostenibles, y la disminución del uso de combustibles fósiles, aumenta su marcha conforme se aproxima 2030. La Unión Europea (UE) quiere acelerar la adopción de energías renovables, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% respecto a 1990 y detener la pérdida de biodiversidad, entre otros, a través de una política, una estrategia y una legislación que los Estados miembros deben seguir y cumplir para alcanzar los objetivos medioambientales, energéticos y climáticos para 2030.
Uno de los objetivos más ambiciosos alcanzado por la UE es el de la eficiencia energética, y en su camino hacia conseguirlo el Parlamento Europeo ha aprobado el Estándar Solar de la UE dentro de la Directiva Europea de Rendimiento de los Edificios. La progresiva norma solar de la UE exigirá su instalación en los nuevos edificios comerciales y públicos de toda la Unión antes de 2026; en los edificios comerciales y públicos que se sometan a una renovación importante para 2027; en los nuevos edificios de viviendas para 2029, y en los edificios públicos existentes para 2030.
A 31 de diciembre de 2023, la solar fotovoltaica representaba el 20,3% de la potencia instalada nacional. Ahora es la tecnología que mayor crecimiento experimenta, con una potencia instalada de 25.549 MW, capacidad que se vio incrementada durante 2023 en un 28% respecto al año 2022, lo cual implica 5.594 MW más instalados en todo el territorio español. Es el valor más alto de MW instalados, superando a los 4.686 MW de 2022, según datos del Informe de energías renovables 2023. Por comunidades autónomas, Extremadura (25,1%), Castilla-La Mancha (24%) y Andalucía (21,1%), acumulan el 70% de la potencia solar fotovoltaica nacional.
Los tejados de los cementerios destellan más
Los tejados de los cementerios se cubren con paneles solares. En València, por ejemplo, el actual gobierno ha rescatado esta primavera el proyecto RIP del anterior ejecutivo. Requiem in Power contempla la instalación de más de 6.500 placas solares en los cementerios municipales del Grau, Campanar y Benimàmet. La instalación producirá 3.388.530 kilovatios anuales de energía eléctrica antes de final de año, y supone una inversión global de 3,2 millones de euros.
Llama la atención, pero la idea de aprovechar los camposantos municipales no es nueva en España. En el año 2008, el ayuntamiento de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) instaló 752 metros cuadrados de paneles solares en los tejados de los nichos del cementerio de la localidad. Tiempo después, Barcelona siguió la estela y en 2014 anunció que el cementerio de Les Corts produciría cerca de 74.500 kWh al año. Málaga es otra de las ciudades que se lanzó a instalar placas solares en su cementerio, en este caso con fondos de la Unión Europea, y con la mirada, como todas, puesta en los objetivos de 2030. Otros cementerios como el de Derio, en Bilbao, también son autosuficientes desde hace años. Y algunos, como el de Zaragoza, no solo será autosuficiente, sino que, como ejemplos anteriores, aportará energía a la red de suministro. En 2025, el cementerio aragonés de Torrero producirá energía eléctrica a través de los cerca de 6.200 módulos fotovoltaicos que se van a instalar y que el ayuntamiento calcula que generarán la "electricidad equivalente a la que consumen 3.000 zaragozanos al año".
Las instaladoras aseguran que este tipo de trabajos se llevan a cabo teniendo en cuenta las infraestructuras sobre las que realiza la instalación, en este caso asegurándose de no dañar los nichos en los que se ubican los paneles solares, sin provocar afecciones al derecho de los concesionarios de esos nichos ni dañar la estructura. En cuanto al impacto visual de las placas, apuntan a que, al ubicarse en una zona superior, "tampoco afectan de manera relevante a la estética del nicho ni molestan en la colocación de ofrendas".
Placas fotovoltaicas flotantes
Al paisaje de placas solares en tejados y en tierra se suman ahora los paneles que flotan en el agua. La única instalación solar de estas características que existía hasta el momento en España está ubicada en Extremadura, concretamente en la Sierra de Brava, provincia de Badajoz. La empresa Acciona instaló allí un total de 3.000 módulos en cinco bloques solares flotantes que ocupan cerca de 12.000 metros cuadrados y aportan a la red una potencia de 1,125 MWp.
En julio de este año, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) aprobó la nueva legislación que permite expandir la energía solar flotante en España. El decreto, que modifica la Ley de Aguas, regula el tamaño de las instalaciones, que podrán cubrir entre un 5% y un 15% de la superficie total de los embalses que sean de dominio público hidráulico, hasta 106 casos, cuya titularidad recae en las confederaciones hidrográficas, así como la concesión de la explotación. El Miteco apunta que no se podrán instalar placas sobre masas de agua naturales. Es decir, la nueva regulación no aplicará sobre "lagos, lagunas u otras masas de agua que no se consideren muy modificadas o artificiales", apuntan desde el Ministerio competente.
La concesión a las eléctricas será de un máximo de 25 años y estará condicionada al plan hidrológico de cada demarcación. De la supervisión de los estudios técnicos y de los programas de seguimiento del estado de las masas de agua que determinarán cuánta superficie se podrá destinar a la instalación de placas flotantes se encargarán las nueve confederaciones hidrográficas que existen en España. Y, además de las empresas energéticas interesadas, la iniciativa de instalar placas podrá proceder de las confederaciones, que tendrán capacidad para convocar concurso público para su explotación.
Hasta aquí la parte técnica. Porque, como toda novedad, esta iniciativa extensamente implantada por ejemplo en Portugal tiene sus luces y sus sombras. Según varios estudios, la instalación de placas solares flotantes en masas de agua ayuda a evitar la evaporación y contribuye a mejorar la calidad del agua minimizando, por ejemplo, la proliferación y el impacto de algas no deseadas. Beneficios que destacan desde el Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL) de EEUU.
El artículo de investigación Decarbonization potential of floating solar photovoltaics on lakes worldwide (Potencial de descarbonización de la energía solar fotovoltaica flotante en lagos de todo el mundo), fue publicado en Nature water en base al estudio llevado a cabo por un equipo de investigación integrado por profesionales de las universidades de Bangor, Lancaster y del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido. En él se calculó la producción eléctrica diaria de los paneles fotovoltaicos flotantes en casi 68.000 lagos y embalses de todo el mundo. Concluye que algunos países podrían generar la mayor parte de la electricidad que necesitan con paneles solares flotantes, mientras que cinco -Benín, Etiopía, Kiribati, Ruanda y Papúa Nueva Guinea- podrían satisfacer toda su demanda de electricidad a través de este sistema.
Su funcionamiento es similar al de las instalaciones en tierra o en zonas elevadas, pero estables. En el agua, las placas se anclan a través de cables con amarre en las orillas o bien en el fondo del embalse. Estos "pantanos solares", como hay quien ya los ha bautizado, se presentan como solución ante la falta de espacio en tierra. Sin embargo, ya se han echado para atrás algunos proyectos de esta naturaleza en diferentes autonomías de España. Por ejemplo, en Aragón, el Ejecutivo ha manifestado su intención de incluir una nueva normativa sobre paisajes para "prohibir la instalación de placas fotovoltaicas flotantes" en, al menos, 14 embalses aragoneses. El Gobierno del popular Jorge Azcón esgrime que Aragón "ni quiere, ni necesita" estas placas que "tienen un impacto medioambiental negativo" y son "nocivas para el desarrollo económico, turístico y cultural". El gobierno central, por su parte, asegura que la superficie libre en los pantanos deberá ser siempre igual o superior al 80% de su totalidad.
Precisamente entre las sombras más alargadas que proyecta esta nueva modalidad de parque solar está el impacto ambiental. Todavía se desconoce "cómo pueden afectar los paneles flotantes al ecosistema de un lago natural en distintas condiciones y ubicaciones", afirma el autor principal del estudio inglés, Iestyn Woolway, que, al igual que el resto de investigadores, advierte sobre la necesidad de seguir investigando el impacto ambiental global de la energía solar flotante, independientemente de que "la ganancia potencial en generación de energía de la fotovoltaica flotante esté clara", añaden.
En este sentido, y ante la incertidumbre sobre los efectos que pueden tener estas instalaciones, la Federación de Asociaciones y Municipios (Femembalses) con Centrales Hidroeléctricas y Embalses, integrada por casi 600 ayuntamientos en toda España, ha dejado claro en numerosas ocasiones que dará "apoyo a los municipios en defensa de sus intereses". Algunas zonas rurales, sobre todo aquellas que sufrieron el impacto de la construcción de pantanos a mediados del siglo pasado, se sienten de nuevo "agraviadas" al considerar que "nadie les ha consultado" antes de poner en marcha proyectos como la instalación de placas solares en los pantanos, al igual que tampoco se hizo en su día con la construcción de estas grandes infraestructuras que inundaron pueblos, y crearon otros desde cero, alterando no solo el paisaje, sino también la forma de vida, el pasado y el futuro de miles de familias en lo que ahora llaman la España vaciada.
Explotaciones solares en el rural español
Al margen de las instalaciones que ya se están poniendo en marcha en edificios públicos, empresas y para autoconsumo, y las que hasta 2030 se deberán seguir instalando, el principal espacio en el que las placas solares han encontrado un lugar para quedarse ha sido el campo, es decir, las zonas rurales de toda España. La Encuesta de Precios de la Tierra, publicada por la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, desvela que el precio por hectárea ha crecido en Burgos más de un 21% en la última década. Así, tierras por las que de normal se pagarían entre 4.000 y 6.000 euros, están alcanzando ahora los 17.000 euros. Así lo denuncia la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), que ya ha alertado sobre el "peligro" de que la agricultura se quede "fuera" en este escenario.
"Especulación" es una de las palabras que están en boca de agricultores, ganaderos y sindicatos, que denuncian cómo las compañías que quieren montar placas fotovoltaicas están ofreciendo a los propietarios "alquileres de hasta 2.000 euros por hectárea" y un contrato de arrendamiento por 20 años. En este punto recuerdan que antes se pagaban 100 euros de alquiler por hectárea. La rentabilidad, pues, de la oferta que ponen sobre la mesa las compañías es "tan alta" que los dueños de la tierra deciden aceptar, y eso supone que una tierra en la que hay placas es una tierra en la que no se puede cultivar. Como consecuencia directa, la oferta de hectáreas disponibles para trabajos agrícolas disminuye y, como impone la ley de la oferta y la demanda, el precio por hectárea aumenta de manera exponencial, "llegando a triplicarse".
Ante esta situación, aparece una nueva moda que está tomando fuerza en algunos países de Europa, la agrovoltaica: que plantea una simbiosis entre agricultura o ganadería, y la generación de energía fotovoltaica mediante la instalación de paneles solares. ¿Ofrece la agrovoltaica o agrofotovoltaica una solución real a la necesidad de combinar ambas actividades por una supuesta "falta de espacio" para todos?
El estudio publicado en 2019 en la revista Nature concluye que dedicando el 1% de los terrenos cultivables del planeta a la generación fotovoltaica se obtendría la energía suficiente para compensar la demanda global. Las voces defensoras de este matrimonio entre las placas solares y la actividad agraria defienden que el modelo combinado, además de implementar la capacidad solar adicional, promueve prácticas agrícolas más sostenibles, reduce el impacto ambiental de la agricultura e impulsa el desarrollo rural. Un informe de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) explica cómo para que el suelo siga teniendo un uso agrícola, las placas solares se instalan elevadas a unos cinco metros sobre el suelo, y tienen cimientos adaptados a los cultivos y al paso de maquinaria. Otros modelos se basan en placas semitransparentes que generan energía de manera similar a un invernadero.
En países como Italia o Francia, donde la agrovoltaica ya ha despegado, se han definido las normas mientras que, en España, la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA) anunciaba que se está trabajando en su desarrollo, es decir, España carece hasta el momento de regulación y, según la UNEF, el Miteco no incluye todavía esta modalidad en los objetivos de producción de energía.
Voces críticas, como la de la Fundación Renovables, que también ha puesto en tela de juicio la idoneidad de "ir a poner placas a los pantanos habiendo tierra disponible y explotable", se pronuncia sobre la eclosión de las placas solares en zonas agrarias, y recuerda que "la energía no puede ser un sustituto de la agricultura", en declaraciones de su presidente, Fernando Ferrando. Los sindicatos agrarios también han alzado la voz. La Unión Agroganadera de Álava (UAGA) en declaraciones a en la Cadena SER, ha denunciado el "acoso y derribo" que agricultores y propietarios de tierras "están sufriendo por parte de empresas fotovoltaicas, para vender sus tierras o alquilar sus fincas para la instalación de placas solares". Mientras, en Loca, los vecinos afectados por la instalación de la planta fotovoltaica Lorca Solar, en declaraciones recogidas por Maldito Clima, afirman que "recibirían mejor el proyecto si incluyera agrovoltaica".
El mayor coste económico de la instalación de una agrovoltaica y la afección a la productividad de los cultivos que provoca la sombra que proyectan los paneles, obligando a optar por plantas más resistentes y restringiendo aquellas más dependientes de la luz solar, son las desventajas en las que, a día de hoy, coinciden detractores y defensores de esta fórmula para maridar producción de energía solar y actividad agraria.
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