Este artículo se publicó hace 5 años.
Bañarse en una cala cerrada por riesgo de desprendimientos y otros peligros del 'turismo influencer'
La posibilidad de que se produzcan desprendimientos en la cala de Ambolo de Xàbia es real, pero las webs y los blogeros siguen recomendándola y los turistas, acudiendo a este paraje de la Costa Blanca, amenazada por la masificación.
Héctor Serra
València--Actualizado a
"Bucea, salta desde una roca o simplemente contempla las cristalinas aguas vírgenes de Cala Ambolo”, invita el portal de información turística Flightnetwork. La web incluyó hace unos meses este espacio natural de Xàbia (Alicante) en una lista de las mejores 50 playas de Europa, a juicio de periodistas, editores, blogeros y agencias. “Los acantilados y los afloramientos rocosos que la envuelven son suficiente para estar mirando durante horas al mar”, prosigue la descripción, que se remata con las indicaciones de llegada para norteamericanos. Unas indicaciones que, de ser seguidas, conducen efectivamente al acceso principal de la cala, donde diversos carteles informativos revelan un dato crucial obviado, por contra, en aquel reportaje: esta playa está cerrada por riesgo de desprendimientos de roca.
Y no desde hace unos días. El Ayuntamiento la clausuró oficialmente hace 13 años y, según relatan, se optó por dejar de promocionarla en los folletos turísticos. Sin embargo, y a pesar de las constantes acciones del Consistorio por reforzar la restricción del acceso, los visitantes consiguen burlar el blindaje y penetran cada día en esta franja litoral. Este verano no está siendo una excepción. De nada han servido las últimas intervenciones, consistentes en la instalación de una barrera y en el fortalecimiento de las vallas metálicas. Hasta ocho veces se ha roto la valla y en un par de ocasiones la barrera que limita el acceso en vehículo. La última, hace solo unos días.
Hasta ocho veces se ha roto la valla y dos, la barrera que limita el acceso en coche
Desde el Ayuntamiento indican que el peligro de derrumbes es real. La situación, comentan, se ha vuelto más inestable desde las tormentas del pasado mes de abril, que dejaron acumulaciones de cerca de 300 litros por metro cuadrado y afectaron especialmente a esta cala a causa de la caída de piedras y tierra desde el acantilado. Preocupa, ante todo, la seguridad, en un recinto que por ende no cuenta con servicio de socorrismo y tiene limitaciones de cobertura móvil.
Los dispositivos de emergencias recalcan la dificultad de acceder al lugar clausurado en caso de incidentes. Este verano ya se han producido diferentes incidencias que han obligado, en algún caso, a realizar la evacuación por mar. A finales de julio, una joven tuvo que ser rescatada y trasladada hasta el embarcadero de la Granadella tras sufrir una lipotimia. Y, a pesar de estar prohibido aparcar en el acceso, desde el Ayuntamiento informan que las multas y los avisos a las grúas no cesan.
Masificación turística
Concebida como playa nudista, Ambolo —que le debe su nombre a la torre construida en el siglo XVI para vigilar los ataques piratas— pone de relieve algunos de los abusos de la masificación turística por los que ciertos sectores en la localidad ya se ven superados. Algunas voces lamentan que la transgresión masiva de las normas, que relacionan con una percepción colonial, cuestiona seriamente la capacidad reconocida del municipio a regularse ya sea con el objetivo de preservar los bienes naturales y patrimoniales o con el de fomentar un turismo más sostenible.
De hecho, Ambolo no es el único entorno sometido a la presión del efecto Instagram y las webs de viajes. La cala del Portitxol, entre el Cap Prim y el Cap Negre, se ha convertido en un santuario del like para miles de usuarios que buscan la foto viral ante las casas de pescadores blancas y azules. Hace unos días, algunos medios locales recogían la fotografía de un usuario de Instagram que posaba con un todoterreno aparcado sobre la grava en medio de la playa. El Ayuntamiento ha estrenado justo hace un mes la barrera que controla el acceso de vehículos a la zona para intentar suavizar el impacto.
El mar devuelve botellas, plásticos y todo tipo de residuos por un turismo masificado
El Portitxol es precisamente una de las zonas peinadas por la iniciativa “Xàbia neta entre tots”. Estos ciudadanos también utilizan las redes sociales y lo hacen con el fin de llamar a la participación voluntaria en la recogida de residuos. Su labor pretende concienciar acerca de contribuir a la limpieza de los espacios naturales de esta localidad que cuadruplica sus habitantes en verano. En la cala de Portitxol, pero también en otros rincones conocidos, estos vecinos retiran botellas, plásticos y todo tipo de residuos que retorna el mar, como las boyas de porexpan de algunas embarcaciones.
Equilibrio medioambiental y socioeconómico
Pero no se trata tan solo de percepciones. La urgencia sobre la huella turística y el límite de absorción lo ponen de manifiesto los informes técnicos de las administraciones, que obligan a actuar de inmediato. La Generalitat y los ayuntamientos de Xàbia y Dénia ya lo han hecho con la Cova Tallada, icono de masificación en pleno Parc Natural del Montgó. Su deterioro es visible: este enclave de gran riqueza biológica y alto valor histórico ha padecido destrucción de piedra tosca, pintada de grafitis en la cueva, acumulación de basuras… La situación ha llevado a la Conselleria de Medio Ambiente a la aplicación de restricciones en las visitas durante la temporada veraniega. Desde el pasado 15 de junio, no se permite el acceso de más de 71 personas al mismo tiempo, previa reserva vía telemática.
La excesiva presión turística produce alteraciones ecológicas, territoriales y paisajísticas
La protección del medio marino es otro de los frentes en que los movimientos ecologistas ponen la lupa. Aunque el Ayuntamiento de Xàbia ha balizado las cuevas del Llop Marí y Òrguens con el propósito de que no entren lanchas y motos acuáticas, desde el Institut de Recerca Oceanogràfica (IROX) denuncian que estas embarcaciones continúan accediendo a estas recónditas grutas. Así lo explica Xavier Pasqual, miembro de esta entidad, que además recuerda que la presión de la náutica recreativa sobre todo el litoral sur pone en peligro la posidonia, el pulmón de las aguas mediterráneas. Pasqual anuncia que desde el IROX están preparando una nueva propuesta para el consistorio con el fin de regular eficientemente el fondeo y evitar que se lancen áncoras sobre las praderías.
Junto con Xàbia, las localidades de Dénia, Moraira y Calp forman una constelación turística importantísima. Sin embargo, el IROX viene alertando desde hace años de que la excesiva presión sobre los recursos turísticos produce importantes alteraciones ecológicas, territoriales y paisajísticas con una afección evidente sobre la sociedad residente. Es una de las razones por las que este grupo, junto con otros importantes movimientos de la comarca de la Marina Alta, se oponen al PAI de Portitxol, una actuación urbanística que se cierne sobre 61.350 metros cuadrados de suelo urbano y un total de 14 parcelas en un terreno de la zona del Portitxol. Un proyecto heredero de la época devastadora del urbanismo salvaje que evidencia un desarrollo especulativo volcado en el turismo y que contrasta, sin embargo, con la tasa de riesgo de pobreza, que en esta comarca resulta la más alta de todo el territorio valenciano.
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