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El "apartheid fronterizo" persiste en la valla de Melilla tras dos años de la masacre

El viernes 24 de junio de 2022, cerca de 2.000 personas, la mayoría de ellos refugiados negros, intentaron cruzar la valla entre Marruecos y Melilla huyendo de la guerra.

Varios migrantes se dirigen al Centro Temporal de Inmigrantes (CETI), después de saltar la valla de Melilla, a 24 de junio de 2022, en Melilla (España).
Varios migrantes se dirigen al Centro Temporal de Inmigrantes (CETI), después de saltar la valla de Melilla. Imagen de archivo. Antonio Ruiz / Europa press

El viernes 24 de junio de 2022, cerca de 2.000 migrantes intentaron cruzar la valla entre Nador (Marruecos) y Melilla, en el puesto fronterizo del Barrio Chino. La mayoría de ellos eran refugiados negros que no conocían su país en paz y que huían de guerras largas y casi desconocidas. "Solo queremos un lugar en el que vivir en paz, en el que haya seguridad", contó a Público Abdulá Hamal, sudanés de 24 años. 

La masiva afluencia de personas y las irregularidades que se cometieron desde el otro lado de la valla provocaron una tragedia que resultó en la muerte de 23 personas, según cifras oficiales de Marruecos. Sin embargo, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) eleva la cifra de muertos a 37 e informa de que hay 70 personas desaparecidas

La mayoría eran de Sudán, aunque también los había de Chad, Sudán del Sur, Níger o EritreaAlfadel, uno de los supervivientes de la masacre, contó a este medio el trato que obtuvieron los migrantes en la valla: "No eran solo los golpes, era el odio, como si hubiésemos hecho algo a la Policía. Algunas personas cayeron y murieron y otras fueron heridas".

Abdulá Hamal, sudanés de 21 años, fue devuelto en caliente el 24 de marzo tras cruzar la valla de Melilla. En su frente se ve la cicatriz que un guardia civil le hizo en un intento previo de saltar la valla el pasado marzo.
Abdulá Hamal, sudanés de 24 años. En su frente se ve la cicatriz que un guardia civil le hizo en un intento previo de saltar la valla el pasado marzo. Jairo Vargas

Maite Daniela Lo Coco, una de las investigadoras del último estudio sobre la masacre de Melilla y referente de la línea de política migratoria del Centro para la Defensa de los Derechos Humanos Irídia, explica a Público que las condiciones subyacentes que posibilitaron la tragedia fueron la colonialidad de la frontera, el racismo persistente contra los migrantes negros y la impunidad de la violencia. 

Maite Lo Coco: "Las personas negras son consideradas una población susceptible de ser masacrada"

"En conjunto, estas circunstancias han generado un sistema de apartheid fronterizo, donde las personas negras son consideradas una población susceptible de ser masacrada", opina Lo Coco. Según la investigadora, el control colonial de determinadas poblaciones "continua en la actualidad, aunque la colonia ya no exista". 

Lo Coco se refiere al estudio del economista Henk van Houtum, "Lista negra de humanos: el apartheid global del régimen fronterizo externo de la UE", para ilustrar cómo las políticas migratorias bloquean la movilidad internacional de algunas poblaciones, mientras facilitan la de otras. "Esto refleja cómo los países del norte, que históricamente han dominado a otras poblaciones, controlan la movilidad internacional, lo cual podría explicar por qué no existen refugiados europeos en ninguna parte", comenta.

Según la investigadora, un ejemplo ilustrativo sería cómo, al facilitar la movilidad de ciudadanos ucranianos desplazados, no se han registrado incidentes en la frontera. En sus palabras, "la crisis y la violencia en las fronteras son generadas por los Estados, no por las personas que se desplazan". Además, señala que la espectacularización de lo que ocurrió el 24 de junio "parece servir para negociar otros asuntos, alimentando así la violencia". 

Lo Coco cree que es muy importante poner encima de la mesa el racismo institucional. "Cuando se trata de migrantes negros en la valla, se observa una aplicación excepcional de la ley que resulta en niveles de impunidad impensables para otros grupos poblacionales", dice.

"¿Por qué nuestro color de piel nos condena?"

Basir (nombre ficticio para mantener su anonimato) fue uno de los 470 migrantes deportados ilegalmente desde Melilla en su intento de cruzar la valla. Desde entonces, ha enfrentado numerosos obstáculos para solicitar asilo en España. El mes pasado, sus abogados informaron a Público que Basir finalmente llegó al país, lo que permitirá presentar la solicitud de asilo por la que ha estado luchando durante más de diez años.

Sin embargo, a pesar de considerar la de Basir "una victoria importantísima", los letrados señalaron que las dificultades para pedir asilo en España se agravan cuando se trata de personas negras, "lo cual es el reflejo del lamentable e ilegal racismo institucional de nuestra Administración". 

Incluso, el propio Basir escribió una carta de su puño y letra al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que le preguntó: "¿Por qué nuestro color de piel nos condena a los refugiados negros a ser tratados como personas sin derechos? ¿Por qué Europa no nos permite otra opción que no incluya poner en riesgo nuestras vidas? Yo jamás habría intentado saltar la valla si tuviera otra opción, señor presidente, pero por mi color de piel tampoco podría nunca obtener un visado para llegar de otra forma a un país seguro".

"Esta masacre podría repetirse en cualquier momento"

José Bautista, periodista de investigación de The New York Times y coordinador de porCausa, ya afirmó a Público en el pasado aniversario de la masacre que "lo que casi todas las partes implicadas tienen muy claro es que esta masacre podría repetirse en cualquier momento".

Un año después, la investigadora de Irídia confirma esta declaración y subraya la necesidad de adoptar medidas para evitar que estos hechos se repitan. "Es fundamental que se implementen acciones para garantizar que esto no vuelva a ocurrir", dice. Asimismo, lamenta que "todas las condiciones estructurales que permitieron que esto sucediera, siguen intactas".

Lo Coco se refiere a una serie de condiciones que incluyen "una política de la UE y de sus Estados miembros orientada a impedir la llegada de migrantes, la externalización de las fronteras y acuerdos con terceros países, un racismo estructural que perpetúa la desigualdad en el acceso a la movilidad internacional, la militarización de las fronteras, y la criminalización de la migración, que considera la movilidad humana y el acceso a la protección internacional como asuntos de seguridad". Además, critica que los Estados europeos no mantengan políticas comerciales justas con los países del sur.

Maite Lo Coco: "El pacto europeo de migración y asilo sigue priorizando la deportación como herramienta de gestión"

La experta en política migratoria afirma que el pacto europeo de migración y asilo, "en lugar de mejorar la situación, sigue priorizando la criminalización, la detención y la deportación como herramientas de gestión". "Es esencial garantizar que las personas puedan moverse en igualdad de condiciones y acceder a la protección de la misma manera que lo hacen en los países del norte global", subraya. Además, resalta una correlación directa entre las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos y el aumento de la violencia y la represión en la frontera.

Las víctimas exigen verdad y justicia

"Intenté avanzar, pero me pegaron con la porra en el pecho y me esposaron las manos a la espalda. Me pusieron de rodillas mirando al suelo. Después, dos policías españoles me llevaron hasta una puerta en la valla y me entregaron a los marroquíes". Estas fueron las palabras con las que Nurdin Sanusi, sudanés de 26 años, describió a Público lo que vivió aquel 24 de junio de 2022. 

Según contó, los gendarmes le arrojaron junto a otras decenas de personas y le golpearon durante un rato hasta que vieron que su ojo sangraba. "Los agentes españoles vieron que estaba herido, pero devolvieron a gente en peor estado que yo", confesó.

Nurdin Sanusi, superviviente de la masacre de Melilla: "Nos atacaban los españoles por un lado y los marroquíes por otro"

"Habíamos cruzado muchos, más de 20, pero no nos dejaban pasar. Los policías estaban organizados de tres en tres. Uno tenía una porra, otro spray lacrimógeno y otro balas de goma", narró el joven. "Si intentabas salir te golpeaban. Todo era un caos. Nos atacaban los españoles, por un lado, y los marroquíes desde atrás y desde arriba".

Un año después de la tragedia, Motwkel Atem Hassan, uno de los jóvenes migrantes que intentó cruzar la valla, reveló a Público que "lo más difícil es cuando me contactan familiares de los desaparecidos ese día". "Perdí a muchos amigos, buenos compañeros de viaje. Sé que algunos fallecieron, otros están desaparecidos. ¿Qué le puedo decir a la madre de un amigo cuyo nombre no aparece ni en las listas de muertos ni en las de encarcelados?". Motwkel comprende que muchas familias vivirán con una herida abierta mientras no sepan qué sucedió con sus seres queridos.

Según la AMDH, más de 70 personas siguen desaparecidas tras la tragedia. La búsqueda de estos desaparecidos recae principalmente en sus familiares y algunas organizaciones, enfrentándose a grandes dificultades. Incluso Amnistía Internacional ha denunciado los obstáculos impuestos por Marruecos, que dificultan a las familias identificar a sus fallecidos.

La Fiscalía española archivó el caso tras meses de investigación. Ta Jir, uno de los supervivientes de 23 años, en declaraciones a Jairo Vargas, periodista de Público, lamentó: "No se ha hecho justicia. ¿Pero a quién le importa? Ni en Marruecos ni en Europa quieren a las personas migrantes".

Dos años de mentiras e impunidad

El relato oficial sobre la tragedia en la valla fronteriza difiere del testimonio de los supervivientes. Dos años después del incidente, siguen surgiendo nuevas informaciones comprometedoras tanto para las autoridades marroquíes como para las españolas, así como para la Unión Europea, que apoya a ambas política y económicamente. "Las autoridades de ambos lados de la frontera deben asumir su responsabilidad por la masacre y responder a las demandas de verdad y justicia de las víctimas y sus familias", enfatiza la investigadora del caso, Maite Lo Coco.

En su informe "Vulneración de derechos humanos en la Frontera Sur del Estado español 2021 - 2022", el Centro para la Defensa de los Derechos Humanos Irídia y la organización Novat califican la masacre como "la violación de derechos humanos más grave en la que se ha visto envuelto el Estado español en la última década".

En su momento, el Ministerio del Interior negó rotundamente que los agentes involucrados en el operativo contaran con dispositivos de reducción por descargas eléctricas. También rechazó que se hubieran realizado devoluciones de "personas que necesitaban atención médica urgente", asegurando que estos rechazos están respaldados por la Ley de Seguridad Ciudadana y validados por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Sin embargo, imágenes que desveló en su momento Público en exclusiva, señalan la responsabilidad de las autoridades españolas y la Policía, que vio lo que ocurría y no impidió que decenas de personas fallecieran. El Defensor del Pueblo también rebatió las declaraciones de Marlaska y concluyó que Interior violó la ley durante la tragedia en la valla de Melilla. 

Un documental de la BBC recogió estas imágenes junto a testimonios de varias de las víctimas que sufrieron la violencia de las fuerzas de seguridad marroquíes, donde denunciaban que los agentes llegaron a lanzar gases lacrimógenos en un espacio cerrado. Según las declaraciones de los supervivientes, eso provocó que varias personas se asfixiaran y que cundiera el pánico, lo que generó en una estampida y que muchos migrantes quedaran aplastados al ser empujados con las verjas de la frontera. 

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