madrid
“Lo hemos vuelto a intentar esta mañana pero otra vez igual, ha sido imposible. Todos los lunes es así, colapsado”. La resignación que llega desde el otro lado del teléfono es la de H. G., un solicitante de protección internacional de 49 años que llegó a Madrid junto a su mujer, desde Colombia, el pasado 31 de octubre. Prefiere que no figure su nombre completo porque todo lo que ocurra ahora no depende de él, sino del programa de asilo y refugio estatal. H.G. no quiere que sus críticas le causen problemas en su proceso de petición de asilo. Desde que aterrizaron en la ciudad, no han sido capaces de iniciar sus trámites para poder acceder al Programa de Acogida Integral para Solicitantes de Asilo, dependiente del antiguo Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social (MITRAMISS).
Son ya más de dos meses los que llevan esperando sin éxito a que les asignen la cita previa, un trámite básico para acceder a la primera fase del programa, el de acogida temporal para personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica. Sólo cubriría sus necesidades básicas: techo y manutención durante seis meses, además de orientación y acompañamiento por el itinerario de integración. Pero sería suficiente para que H. G. y su esposa ganaran cierta independencia. “Llevamos dos meses y medio durmiendo en una habitación improvisada en casa de unos amigos de conocíamos de Colombia, porque no tenemos más recursos. Estamos huyendo de la violencia en nuestro país, donde ya éramos desplazados internos por el conflicto armado”, explica el afectado. “No tenemos ninguna oficina a la que ir sin esa cita ni podemos buscar trabajo ni ir arreglando los demás papeles. Estamos atascados. Sólo podemos esperar, esperar y esperar. Y la gente que nos acoge se cansa, como es normal”, prosigue.
"Estamos atascados. Sólo podemos esperar, esperar y esperar"
Para cursar su petición de entrada en el sistema de acogida, además de haber registrado previamente la solicitud de protección internacional ante la Oficina de Asilo y Refugio —dependiente del Ministerio del Interior—, deben obtener una cita previa en las Unidades de Trabajo Social (UTS) del antiguo MITRAMISS, ahora, Ministerio de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones. Pero esta cita sólo puede conseguirse de forma telemática, a través de la página web. Una tarea casi imposible teniendo en cuenta la escasez de citas frente a las continuas llegadas de solicitantes de asilo a Madrid, sobre todo, procedentes de Venezuela, Colombia y países centroamericanos.
“La burocracia es bastante complicada y, cuando llegan, están muy perdidos. Si encima pedir esta cita para algo tan básico se vuelve tan trabajoso, las familias pueden pasar desatendidas y sin recursos durante mucho tiempo”, resume a Público una voluntaria de la red de vecinos organizados que les prestan apoyo a diario a las puertas del Samur Social, donde suelen ir en busca de cobijo ante las frías noches de invierno.
19 citas para 40 personas
Conscientes de esta dificultad, desde las 8.00 horas de cada lunes, varios vecinos prestan sus ordenadores y sus teléfonos móviles para tratar de conseguir el trámite al mayor número de personas posible. Las solicitudes que ofrece el ministerio se abren a las 9.00, pero vuelan. "Lo hacemos en nuestras casas o en la puerta del Samur Social. Todos juntos, porque muchos no tienen ni idea de cómo se navega por Internet o no tienen siquiera datos en su teléfono. Pero a veces no logramos ni una cita. Otras veces, tres o cuatro. Es como una cola virtual para sacar entradas para un concierto, pero a quía estamos hablando de derechos básicos, no de ocio”, lamenta.
El lunes fue un día bueno, sostiene. “Obtuvimos 19 citas, aunque necesitábamos 40. Éramos 16 voluntarios y varios solicitantes de asilo desde sus propios móviles. La web estuvo abierta sólo nueve minutos”, apunta esta voluntaria, que insiste en que, cuando hay suerte y se obtiene cita, suele ser para dentro de varias semanas.
Este problema se suma a la criticada falta de plazas en el sistema nacional de acogida. En el ministerio son conscientes de esta deficiencia que eterniza la fría espera de los solicitantes de asilo en los albergues y refugios de emergencia del Ayuntamiento de Madrid, en casas de vecinos voluntarios, en parroquias, en hostales pagados por las redes solidaridad popular o, directamente, en la calle por falta de respuesta institucional. Sin embargo, Migraciones no precisa si hay planes para solucionarlo. “No es que se abran las peticiones de citas sólo los lunes y sólo puedan conseguirse ese día, sino que debido al incremento de solicitudes, las citas disponibles se terminan rápidamente”, explican desde el ministerio, que cifra en una media de 20 las citas diarias que reparte.
"Como esta gente no vota, no le importa a nadie lo que les pase"
Pero ni a los vecinos ni a las redes de acogida ni a los propios solicitantes de asilo les salen las cuentas. Cada día llegan al Samur Social buscando refugio más de 30 personas desde hace meses, el ritmo de llegadas no ha descendido y sólo tienen unos pocos minutos para dejar constancia de que necesitan ingresar al programa. “Esto podría solucionarse con una decisión política, poniendo más recursos, más trabajadores sociales”, explica una portavoz de las redes vecinales, que sospecha que dejan de darse citas para que no haya una larga lista de espera que genere críticas. “Como esta gente no vota, no le importa a nadie lo que les pase”, resume.
Desde el ministerio recuerdan que, además de la opción telemática, también facilitan esta cita previa los trabajadores sociales de los distintos centros de emergencia habilitados donde aguardan a que haya una plaza disponible en el sistema de acogida temporal. Pero sigue sin ser suficiente. “Mi familia lleva más de un mes aquí esperando a que nos den esa cita, pero sólo hay un trabajador social que no llega a todo”, apunta otro solicitante de asilo colombiano que prefiere mantener el anonimato. Llegó con su mujer, su hijo de dos años y sus suegros, también huyendo de las amenazas de grupos criminales de Santiago de Cali. Tras pasar una noche en un albergue del Samur Social de Madrid, fueron derivados al centro instalado en Cercedilla, donde se alojan unos 130 demandantes de asilo.
Pero no han podido avanzar desde entonces por este obstáculo burocrático. “Hemos intentado pedir la cita por Internet, pero entramos a la web a las 8.30 y las 9.30 ya está todo repartido. A veces avanzas en el proceso, pero cuando terminas de rellenar todos los datos que te piden se produce un error”, resume. “Al final hay gente que tiene suerte y gente con menos, pero es angustioso quedarte sin cita otra semana. Hasta que no haya cita no empiezan a correr lo tiempos para que te den una plaza, y el eso aquí es un tiempo totalmente muerto”, ilustra.
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