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¿Eres una persona pasivo-agresiva?

Comprueba si eres una persona pasivo-agresiva y, en el caso de que sea así, trabaja en adquirir otros hábitos para enriquecer las relaciones con el resto del mundo.

Las denominadas personas que presentan un comportamiento pasivo-agresivo se caracterizan por resultar ambiguas a la hora de expresar sus emociones y tener dificultad en el momento de resolver y gestionar los conflictos que se presentan en las relaciones personales. Esta pasividad se refleja en actitudes indirectas que, sin embargo, pueden provocar mucho más daño del que se imaginan, pues a veces ni siquiera son conscientes de ello.

Vamos a ayudarte a comprobar si eres una persona pasivo-agresiva. En el supuesto de que sea así, podrás trabajar en los hábitos y en la expresión de tus emociones para suavizar este comportamiento y enriquecer las relaciones con el mundo que te rodea por medio de una comunicación asertiva.

Así se comporta una persona pasivo-agresiva

No expresas tus sentimientos negativos

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Photo by Raychan on Unsplash

Las personas pasivo-agresivas no expresan sus sentimientos negativos ante un problema. De tal forma, si te niegas a exponer algo que te ha molestado o a confesar tu sentimiento de rabia o impotencia ante algún hecho y lo ocultas deliberadamente, puedes estar incurriendo en este comportamiento.

En vez de hablar de eso que te ha enojado, lo escondes y, como resultado, son los gestos más sutiles y hostiles los que reflejan tu malestar, sin que la persona afectada se haya dado cuenta siquiera de ello. Seguramente se soprenda cuando un día, de repente, se lo eches en cara. Debes ser consciente de que los individuos no somos adivinos y que si queremos que alguien conozca cómo nos sentimos o si ha hecho algo que nos ha molestado, debemos comunicárselo con tranquilidad. Solo entonces podremos abordar el conflicto y solucionarlo.

Muestras resistencia pasiva

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Photo by Kristian González on Unsplash

La resistencia pasiva se produce cuando otra persona te sugiere algo y lo aceptas aunque no estés de acuerdo con ello. Sin embargo, después, actúas en total oposición y saboteas lo que estaba planeado de antemano con tu consentimiento. Esta ambigüedad generará estrés y confusión a tu alrededor, porque te habrás mostrado de acuerdo por un lado y habrás actuado de forma por completo contraria por otro.

Esta actitud conlleva a que la persona con la que te relacionas pierda el control de la situación y justifica la forma de comportarse de quien asume esta resistencia pasiva, ya que asemeja que sí quería hacer lo acordado pero no le ha sido posible, aunque sea mentira.

Usas el chantaje emocional

Si tienes una personalidad pasivo-agresiva recurres con frecuencia al chantaje emocional. La forma más fácil de detectarlo es si de manera habitual le dices a los que te rodean que no te comprenden, que no te hacen caso, que no te demuestran el suficiente cariño… E incluso es posible que te compares con otros.

Las personas a las que se somete a este chantaje emocional se sentirán culpables sin motivo y tu comportamiento dañará de igual modo su autoestima.

Evitas la responsabilidad

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Photo by Darya Ogurtsova on Unsplash

Crecer y evolucionar significa asumir la responsabilidad de nuestros actos. Evitar esta responsabilidad también es frecuente en las personas pasivo-agresivas. Si siempre estás diciendo que te has olvidado de la fecha de un cumpleaños, de acudir a una cita, de hacer un recado que alguien te ha pedido, reflexiona, porque puede que estés cayendo en este comportamiento pasivo-agresivo y abusando de la buena fe de los demás, ya que les costará enfadarse contigo cuando echas la culpa de tus olvidos a tu mala memoria.

De igual modo, esta actitud conduce a que se suela buscar a alguien a quien culpabilizar. Las excusas para solucionar un problema en el trabajo que no se ha abordado o un deber que no se ha cumplido tienen como protagonista a una tercera persona que es la culpable, con esas frases del tipo: «Es que ella me dijo…», «es que iba a ir él y no fue…», y similares. La victimización es una postura frecuente.

Para superar esto, debes ser responsable y admitir tus errores. Todos los cometemos. Lo que nos diferencia no es el hecho de no fallar nunca, pues todos somos humanos, sino el hecho de cómo gestionamos nuestros errores para solventarlos, aprendiendo de ellos e intentando que no vuelvan a pasar.

Minimizas los méritos ajenos

Cuando minimizas los méritos ajenos y eres incapaz de admirar y alabar el valor de los actos y logros de otras personas, también incurres en un comportamiento pasivo-agresivo. No importa que aparentemente les felicites si dentro de ti sientes esas emociones negativas por los éxitos de otros, en vez de sincera alegría. Tanto es así que incluso destacas lo que esa que otra persona hace mal, sus fracasos anteriores o la intercesión de terceras personas en sus logros para restar valor a su situación actual.


Practica la empatía, valora a los demás por lo que consiguen con su esfuerzo y trabajo y aleja de tu mente toda esa negatividad y sentimientos de envidia que no aportan nada bueno. La gente valiosa que te rodea puede terminar alejándose de ti si siente que no la estimas como se merecen.

Hábito fundamental a adquirir

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Photo by Priscilla Du Preez on Unsplash

Realmente, lo que esconde un comportamiento pasivo-agresivo son personalidades muy exigentes, con tendencia a la dependencia y con poca confianza en sí mismas. Aunque pueda parecer lo contrario, suelen poseer una baja autoestima.

Si te has reconocido en alguno de estos comportamientos, hay diversas formas para trabajar otra actitud, pero como eje fundamental se encuentra un hábito que necesitas adquirir: la comunicación asertiva, la cual enriquecerá tus relaciones personales y hará que te sientas mucho mejor. Ser asertivo en tus comunicaciones significa expresar tus deseos, acuerdos y desacuerdos de manera amable y sin rodeos, procurando no molestar a los demás, pero diciendo lo que piensas o lo que sientes.

Si tu interlocutor no comparte tu opinión o tu punto de vista, podréis llegar a un consenso, pero este solo será posible alcanzarlo si te muestras tranquilo y sincero en tus posturas y no dejas que la ocultación de tus pensamientos termine transformándose en frustración, agresividad e ira contenida. El esfuerzo en tu cambio de hábitos merecerá la pena.



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