"Voy a matar a este hijo de puta": 20 años del asesinato de Ángel Berrueta al negarse a colgar el cartel "ETA, no" tras el 11M
El comerciante de Iruñea fue muerto a machetazos y disparos por un policía nacional y su hijo tras negarse a colocar un cartel en su tienda que vinculaba el 11M con ETA, tal como el Gobierno de Aznar había asegurado una hora antes.
Bilbao-
"Lo recuerdo como el peor día de mi vida". Aitziber Berrueta no tiene dudas a la hora calificar aquel imborrable 13 de marzo de 2004, cuando un policía nacional y su hijo, antiguos clientes de la tienda de barrio que regentaba su familia, asesinaron a su padre, Ángel Berrueta.
No busque el nombre de este pamplonés en ningún listado oficial de víctimas. Tampoco procure encontrarlo en discursos del Gobierno, ni de antes ni de ahora. No lo haga, porque no está. Ángel Berrueta simplemente no existe como víctima pese a que la sentencia recogió que existían motivos ideológicos por parte de los asesinos.
Aquel 13M que Aitziber no borrará jamás de su memoria llegó después del 11M. No fue casualidad. Mientras el Gobierno de José María Aznar intentaba mantener viva la mentira en torno a la supuesta responsabilidad de ETA en los atentados de Madrid, en Pamplona el policía nacional Valeriano de la Peña, adscrito a la Jefatura Superior de Navarra, decidía bajar con su pistola a la tienda de Ángel Berrueta.
Se conocían. Y tanto que se conocían. La pareja de Valeriano, María Pilar Rubio –hija de un militar–, había sido vecina de la esposa de Berrueta, Mari Carmen Mañas. "Además, habían sido clientes habituales de la tienda", recuerda Aitziber.
A las 13.00 del 13 de marzo de 2004, el entonces portavoz de La Moncloa, Eduardo Zaplana, afirmó en una rueda de prensa que la principal línea de investigación conducía a ETA. Era mentira.
María del Pilar Rubió bajó a la panadería e intentó poner un cartel con lemas contra ETA. Berrueta se negó, la mujer le insultó y volvió a casa a buscar a su marido. "Voy a matar a este hijo de puta", gritó Pilar a la salida del negocio. Dicho y hecho.
El trabajo sucio quedó en manos de Valeriano de la Peña, que era policía y tenía una pistola a mano. Le acompañó en la tarea su hijo Miguel, de 19 años. Cuando entraron a la panadería, Valeriano disparó cuatro veces contra Berrueta, de 61 años. Miguel ayudó con una puñalada en el hígado.
No había pasado ni una hora de la rueda de prensa de Acebes hablando de ETA cuando sonó el teléfono de la la Jefatura Superior de la Policía Nacional en Navarra. Era Valeriano, miembro del cuerpo y conocido por todos, para dar una noticia: había matado a su vecino.
Condenas y olvidos
El policía fue condenado en 2005 a 20 de años de prisión, mientras que su hijo recibió una pena de 15 años de cárcel. Ambos fueron hallados culpables de un delito de asesinato con el agravante de actuar por "motivos ideológicos". Pilar, que había instigado el crimen, fue finalmente absuelta. En el marco del juicio, el fiscal Javier Muñoz, ahora en el Tribunal Supremo, quiso reducir el caso a una "riña entre vecinos".
Según denunció la plataforma Angel Gogoan, los dos condenados comenzaron a disfrutar de beneficios penitenciarios a partir de 2010. Miguel de la Peña accedió al tercer grado en 2011 y obtuvo la libertad condicional en 2014. Sobre Valeriano, a quien el Ministerio del Interior retiró la condición de policía recién en 2008, no volvió a saberse nada.
"Mi padre tuvo juicio pero no justicia", dice Aitziber Berrueta, quien remarca un aspecto: dos décadas después, Ángel sigue sin ser reconocido oficialmente como víctima por parte del Estado.
"Hemos sido ninguneados por las instituciones. Está claro que han establecido una categoría de víctimas: según quién sea el asesino y según quién sea la víctima, tiene unas consecuencias u otras", subrayó.
A la espera de Navarra
El Gobierno de Navarra podría dar el primer paso. A día de hoy, la comisión para el reconocimiento y reparación de víctimas provocadas por grupos de extrema derecha y funcionarios públicos estudia si el asesinato de Berrueta obedeció a motivaciones políticas, lo que implicaría su reconocimiento como víctima bajo el amparo de la normativa foral.
"El año pasado presentamos la solicitud, que fue aceptada a trámite. Luego tuvimos entrevistas con la comisión creada, pero aún no sabemos si lo van a reconocer o no como víctima", afirma Aitziber Berrueta.
"Como familia pedimos a las instituciones el reconocimiento institucional. Eso quedaría grabado en la historia de Navarra y mi padre tendría su lugar", agrega la hija de Ángel Berrueta.
Estas reivindicaciones volverán a estar presentes en el homenaje que la plataforma Angel Gogoan realizará este miércoles a las 18.30 en el mismo sitio donde lo mataron. El mismo sitio donde empezó la pesadilla.
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