Entrevista a Pili Zabala"Si tuviese enfrente a Felipe González, le preguntaría por qué decidió crear un grupo de mercenarios"
Bilbao-Actualizado a
Cuatro décadas de espera. 40 años de silencios, de preguntas sin respuesta. 40 años contra el olvido. Pili Zabala afronta este 15 de octubre con los mismos interrogantes y las mismas lágrimas que le acompañan desde que el GAL secuestró y asesinó a su hermano Joxi junto a Josean Lasa. Hoy, otra vez, se pregunta por qué. Y hoy, otra vez, choca contra ese muro de silencios oficiales inquebrantables. Impunes.
Se cumplen 40 años del secuestro y asesinato de su hermano y de Josean Lasa. ¿Cómo vive estos días?
Se acumulan recuerdos de tiempos felices junto a otros muy trágicos y traumáticos. También se me viene a la cabeza el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento maravilloso que no se cumple y que debería ser inculcado e interiorizado por todas las personas. Creo también que de cara a la verdad y la justicia estamos retrocediendo, porque el Estado español no cumple con los tratados que ha firmado. No olvidemos tampoco que ni mi hermano ni Josean Lasa están reconocidos como víctimas.
¿Cómo fueron los primeros años para su familia?
La pregunta que nos hacemos todos los seres humanos cuando sucede algo así es "por qué a mí". Todo aquello fue muy doloroso. Yo me sometí al protocolo de Estambul, y allí defino esa sensación de indefensión, ese caos que se genera en tu casa. Ver llorar a mis padres por la desaparición de su hijo es uno de los recuerdos más desgarradores que conservo. Pero lo que más te desconcertaba era que aquellos que gobernaban y tenían que garantizar tu seguridad eran precisamente los que te estaban causando este dolor.
¿Qué significaba en ese momento ser víctima del GAL?
No era nada fácil. A mi hermano y a Lasa les etiquetaron de ser miembros de ETA. Daba igual si tenían nombres o familia: eran etarras. Además de la incertidumbre y ansiedad que generaba la desaparición, había que gestionar el ataque de los medios de comunicación, que no tuvieron empatía en absoluto y criminalizaron a nuestra familia. Había una presunción de culpabilidad absoluta no solo contra unos jóvenes que habían hecho desaparecer, sino también contra su familia.
¿Se conoce toda la verdad sobre el caso Lasa y Zabala?
Creo que en ningún caso se conoce toda la verdad. Todos los atentados cometidos por diferentes aparatos del Estado siempre han gozado de todas las herramientas para obstaculizar las investigaciones. A eso hay que añadir la Ley de Secretos Oficiales de 1968, que ha impedido investigar. Y si no puedes investigar, es imposible que conozcas la verdad.
En nuestro caso hay una verdad judicial, pero también una verdad social. En esa verdad social hay muchas personas con las manos manchadas de sangre. En cuanto a la verdad judicial, podemos decir que hubo una amnistía enmascarada. Aquí se ha revictimizado y humillado a las víctimas del terrorismo de Estado.
¿Por qué no ha habido voluntad política para conocer la verdad?
Lo que ocurre es que no se han saldado aún todas las deudas del franquismo. Hay violadores de derechos humanos, torturadores, que están protegidos por la Ley de Secretos Oficiales. Eso ha condicionado una forma de actuar, que ha sido proteger al poderoso. Un jesuita me decía que los delitos que dispensaron a mi hermano serían considerados crímenes de guerra.
El máximo error es que aquí no hubo ninguna condena por desaparición forzada, y José Ignacio Zabala y José Antonio Lasa estuvieron desaparecidos 11 años y medio, cuando la Guardia Civil sabía dónde estaban. Esa tortura psicológica a la que sometieron a nuestras familias nunca ha sido castigada, y eso es una aberración.
¿Si tuviera enfrente a Felipe González, qué le diría?
Le miraría a los ojos y le preguntaría por qué decidió crear un grupo de mercenarios para actuar fuera de la ley. Le preguntaría por qué a día de hoy se cree una autoridad moral cuando ha sido un transgresor y ha violado derechos humanos. Le preguntaría también si lo volvería a hacer. Pero sobre todo le miraría a los ojos, porque sé que él no podría sostener la mirada.
¿Teme que este caso pueda caer en el olvido?
Creo que no. Afortunadamente existen muchas personas que siguen trabajando para que mi hermano y Josean Lasa no sean olvidados.
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