Madrid
Actualizado:El pasado miércoles 24 de abril, a las 19.30 horas de la tarde, Pedro Sánchez puso patas arriba la política española. El presidente del Gobierno publicó una carta abierta a la ciudadanía en su cuenta de X en la que anunciaba que se retiraba cinco días de la vida pública para "reflexionar" sobre su continuidad al frente del Ejecutivo. Sánchez anunciará este próximo lunes si dimite o no. La expectación es máxima: a la espera de ese momento tan decisivo, las especulaciones se han desatado en el mentidero político nacional.
La inesperada decisión de Sánchez sorprendió a todo el mundo, incluso a los socialistas y a su círculo más próximo. Sin embargo, el presidente está muy convencido de lo que ha hecho. Él mismo lo explicó así en su carta: "Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor".
El detonante del anuncio de Sánchez fue la apertura de diligencias en un juzgado de instrucción de Madrid contra Begoña Gómez, su esposa, tras una denuncia del pseudosindicato ultraderechista Manos Limpias por un supuesto delito de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. El auto de apertura de diligencias del juez Juan Carlos Peinado ya ha sido recurrido por la Fiscalía Provincial de Madrid, que pide el archivo de la causa al no apreciar indicios de delito en la denuncia que justifiquen la incoación de un procedimiento penal.
La denuncia se basa básicamente en noticias publicadas por determinados medios de comunicación, algunas de las cuales se han demostrado falsas. Incluso Manos Limpias ha reconocido que su denuncia se puede basar en falsedades. "Será ahora el juez quien deberá comprobar si dichas informaciones periodísticas son ciertas o no", explicaba un tanto ufano el jueves Miguel Bernad, secretario general de Manos Limpias.
Pese a que la denuncia es un un compendio de bulos y maledicencias, pese a que no hay ni un solo indicio contra Begoña Gómez y pese a que todos los juristas consultados por diferentes medios de comunicación coinciden en señalar que el caso no tiene mayor recorrido judicial y recuerdan que la doctrina del Tribunal Supremo es clara respecto al rechazo de las querellas basadas preeminentemente en noticias de prensa y que "se necesita algo más", PP y Vox han intentado sacar el máximo provecho político desde que empezaron a publicarse las primeras noticias sobre el caso, alimentando las sospechas y dando vuelo a todos estos bulos.
Sánchez describe perfectamente en su carta la actitud de los dos principales partidos de la oposición: "Una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que no toleran la realidad de España, que no aceptan el veredicto de las urnas, y que están dispuestos a esparcir fango con tal de: primero, tapar sus palmarios escándalos de corrupción y su inacción ante los mismos; segundo, esconder su total ausencia de proyecto político más allá del insulto y la desinformación; y tercero, valerse de todos los medios a su alcance para destruir personal y políticamente al adversario político".
El triunfo de esta estrategia, que viene de lejos, se hizo evidente el mismo miércoles por la mañana durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso. Algo le pasaba a Sánchez, a quien se vio con rostro muy serio, casi abatido, muy lejos del político al que le gusta exhibirse y dar la cara en el Congreso. La razón para este cambio de actitud era -luego se entendió perfectamente- la admisión a trámite de la denuncia contra su esposa. Entonces, el presidente dijo: "En un día como hoy, a pesar de todo, sigo creyendo en la Justicia".
Ese miércoles Sánchez abandonó el Congreso a toda velocidad para recluirse en Moncloa. Allí, en solitario y de su puño y letra, escribió su ya famosa carta. Mientras tanto, el PP volvía a pedir con excesiva teatralización explicaciones al presidente sobre las actividades de su esposa y hace menciones maledicentes sobre su hermano y su suegro. La máquina del fango seguía (y sigue) funcionando a pleno rendimiento.
Mientras tanto, Sánchez cuenta con el apoyo unánime de todo el PSOE, que sin embargo, contiene la respiración a la espera de la decisión final del presidente: los socialistas no tienen nada claro que su jefe de filas vaya a continuar. Este sábado se celebró el comité federal del PSOE y allí le volvieron a pedir a su líder que continuara. Los socialistas se han movilizado para arropar a su líder con una gran manifestación delante de la sede nacional del partido en la calle Ferraz de Madrid. Eso es lo que han pedido líderes tan destacados como José Luis Rodríguez Zapatero.
También sus socios de Gobierno y aquellos que apoyaron su investidura el pasado mes de noviembre han mostrado su solidaridad y respeto hacia la decisión de Sánchez. Sin embargo, la prudencia y la sorpresa de las primeras horas ha ido dejando paso a mensajes más contundentes.
Del shock inicial se ha pasado a la petición expresa al presidente de que no se deje doblegar y de que no ponga en riesgo el Gobierno de coalición. Lo dice Sumar, pero también Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), EH Bildu, Podemos o Bloque Nacionalista Galego (BNG). La consigna es clara: que Sánchez no dimita y que frene lo que denominan "golpe contra la democracia". Pero, como señalaba una información de Público firmada por Samuel Martínez, "lo han hecho con una cierta incomodidad con cómo se han desencadenado los acontecimientos, sin un convencimiento absoluto de que no se trate de una estrategia del presidente y con una reivindicación de sus propios problemas con la justicia".
Más fríos se han mostrado PNV y Junts. Los nacionalistas vascos no entienden muy bien que Sánchez se haya dado cinco días para reflexionar acerca de su futuro y le han pedido que no agote el plazo además de reclamarle cambios que eviten que "cualquier denuncia por floja que sea pueda dar curso a una investigación".
Junts, otro de los socios de investidura, aunque de los menos fieles, se ha limitado a afirmar que el anuncio del presidente no les va a distraer de la campaña electoral en Catalunya que arrancó la medianoche del pasaod jueves. Carles Puigdemont retó a Sánchez a someterse a una cuestión de confianza.
En el otro lado, PP y Vox no hacen la mínima concesión a Sánchez: ni comprensión ni empatía hacia el presidente. Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, compareció de forma solemne el jueves a mediodía para valorar el gesto de Sánchez. La reacción del líder de la derecha española fue muy dura: Feijóo acusó a Sánchez de "dejación de funciones" y de "polarizar aún más la política española", como si su partido no tuviera nada que ver en ello.
La ultraderecha de Vox también ha redoblado su ofensiva contra Sánchez. Al igual que el PP, Santiago Abascal está convencido de que el presidente del Gobierno sigue una estrategia. La primera reacción del líder de la ultraderecha española fue suficientemente ilustrativa: "No sabemos si es otra de sus maniobras de propaganda para presentarse como una pobre víctima, y acallar así la indignación mayoritaria de los españoles".
Nadie sabe lo que va a pasar el lunes. La clase política española vive días de vértigo. Todo son especulaciones: hay quien da por seguro que Sánchez va a dimitir; otros creen que se someterá a una moción de confianza y hay quien sostiene que seguirá pero con condiciones y anunciando medidas para evitar que esa "máquina del fango" que denunciaba en su carta siga enfangando la vida política española.
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