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¿Se toma en serio el terrorismo de extrema derecha?

En este vídeo, Miquel Ramos repasa los riesgos de los movimientos abiertamente neonazis en Europa.

Anders Behring Breivik realiza el saludo nazi antes de comenzar un juicio.
Anders Behring Breivik realiza el saludo nazi antes de comenzar un juicio. Ole Berg-Rusten / Europa Press

Una explosión sacude el centro de Oslo, la capital de Noruega. Es 22
de julio de 2011. Alguien ha cargado una furgoneta con explosivos y
la ha hecho detonar a las tres de la tarde. Está a pocos metros de la
oficina del entonces primer ministro, Jens Stoltenberg. Hay mucha confusión. Decenas de heridos y varios muertos. No se sabe nada del autor ni del motivo del ataque.

Mientras las autoridades tratan de obtener más información, el autor
del atentado, un empresario noruego de 32 años,
pasaba
desapercibido hasta llegar a la isla de Utoya. Allí se estaba
celebrando una convención juvenil del partido laborista. Al día
siguiente, estaba prevista la vista del primer ministro del país.

Disfrazado de policía, Anders Breivik reunió a todos los presentes y
les dijo que tenía que hacer un control de seguridad. Inmediatamente, abrió fuego contra todos ellos. La mayoría eran menores de edad. Este fanático ultraderechista estuvo más de una hora cazando a los jóvenes que se escondían o intentaban huir. Hasta que llegó la policía y se entregó.

En total fueron asesinadas 69 personas en la isla y ocho más por el
coche bomba de Oslo horas antes. Fueron los ataques más mortíferos
en Noruega desde la segunda Guerra Mundial.

En el vídeo icorporado al inicio de este artículo, puedes ver el análisis completo.

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