Varios colectivos e instituciones civiles y profesionales de los ámbitos sanitario, intelectual y político de Galicia han puesto en marcha iniciativas para reclamar a la Xunta y al Ayuntamiento de A Coruña que homenajeen la figura de José García Buitrón, cirujano y político fallecido el pasado 17 de septiembre en Madrid.

Buitrón, reconocido como una relevante figura humanística, formó parte de los equipos que pusieron en marcha los primeros programas de trasplante de órganos en Galicia. Había nacido en Toreno (León), aunque desarrolló su carrera profesional en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC), a donde llegó a principios de los años setenta. 

Antifascista activo y luchador antifranquista, defensor de la sanidad pública, amante de los animales y de la naturaleza, ateo empedernido pero firme creyente en la solidaridad, la igualdad y la justicia social como patrón de las relaciones humanas y sociales, Buitrón estaba dotado de una personalidad ilustrada, encantadora, tierna y comprometida. 

Fue fundador de los primeros sindicatos médicos de personal sanitario y de trabajadores de los hospitales en Galicia, coordinó la oficina de trasplantes del CHUAC y fue su gerente el 2007 y el 2009. Cuando murió, con 77 años, aún seguía ejerciendo la medicina y cooperando en los programas de trasplantes de varios países, como Filipinas, tras haber hecho lo mismo en otros como Cuba y Trinidad y Tobago.

Un colectivo de médicas, enfermeros y personal sanitario de la comunidad, nucleado en torno al hospital coruñés, va a solicitar a la Real Academia de Medicina de Galicia que inste al Ayuntamiento de A Coruña a dedicarle una calle. Además, y a iniciativa del cirujano Marcelino González Martín, se ha desarrollado otra propuesta consensuada con los jefes de trasplantes del hospital para pedirle a la gerencia del centro y del Servizo Galego de Saúde (Sergas) que la oficina de coordinación de trasplantes también lleve a partir de ahora su nombre.

Como cirujano, y aunque nunca presumió de ello, Buitrón salvó miles de vidas. Desde su compromiso político también contribuyó a la defensa de los valores y las causas en las que creía, militando en  formaciones de izquierda vinculadas también a la  defensa de la identidad de Galicia: Unidade Galega, Esquerda Galega, el PSdeG y finalmente Podemos, partido por el que obtendría en 2015 un escaño en el Senado y del que era coordinador local en A Coruña y miembro de su ejecutiva estatal.

Junto a las iniciativas anteriores, los citados colectivos también han iniciado una recogida de firmas para solicitar al pleno del Ayuntamiento de la ciudad, que preside la socialista Inés Rey, que le declare hijo adoptivo de la ciudad. El texto de la solicitud recuerda su trayectoria vital y profesional y añade lo siguiente: "Pepe García Buitrón fue una persona cálida y alegre, de una vitalidad extraordinaria, ejemplo de que es posible imaginar un mundo más justo en el que el progreso y los recursos estén al servicio de las personas para construir una sociedad mejor. Una persona generosa que tuvo un gran impacto positivo en la sociedad coruñesa por su vocación de transformación y su voluntad de crear vidas mejores para todas las personas".

Entre el cerca de un centenar de quienes han firmado la petición figuran profesionales sanitarios y vinculados a la gestión de la sanidad pública, políticos, parados, intelectuales, escritores y periodistas de toda Galicia. Entre los más conocidos figuran el escritor y periodista Manuel Rivas, codirector de Luzes; la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz; el exsecretario xeral de CCOO en Galicia, Jesús Díaz; el nefrólogo y exdiputado autonómico por el PSOE Francisco Cerviño; la concejala de Podemos en A Coruña, Isabel Faraldo, y el secretario xeral de esa formación y diputado en el Congreso, Antón Gómez Reino.

Cuando llegó a A Coruña en los setenta, García Buitrón se instaló en una casa en el barrio de Eirís, Villa Isabel, ubicada a pocos metros del hospital y en la que alojaba sin dudarlo, siempre con una sonrisa, a todos los que le pedían ayuda, refugio, consejo o compañía.Villa Isabel, o Villa Pepe, como la llaman todavía algunos de quienes tuvieron la suerte de compartirla con él, va a ser derribada próximamente por el proyecto de ampliación del centro hospitalario.