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El 'sincorbatismo' político que trae de cabeza a las grandes firmas de moda

Elemento protocolario donde los haya ahora simboliza un viejo modo de hacer política, -y de comportarse en general- del que todos parecen querer huir. ¿Deberían sus fabricantes temblar? Ellos prefieren ser cautos y esperar. Reconocen pérdidas pero, confían en que la tendencia se una simple moda pasajera

De izquierda a derecha, Raül Romeva, Felipe VI, Albert Rivera y Pedro Sánchez, sin corbata.

MADRID.- “El diablo es rubio y en sus azules ojos, dos estrellitas, encendió el amor. Con su corbata y sus calzones rojos, el diablo me parece encantador”, dijo una vez la polifacética Frida Kahlo con toda la chispa y la ironía fina que la caracterizaban. No sabemos si Lucifer lleva o no corbata, pero sí que desde tiempos remotos ha sido todo un símbolo clasicista que representa años de tradición y, la prenda predilecta de las altas esferas dirigentes en los países del, a veces, mal llamado 'mundo desarrollado'.

“Diseñarlas todo un reto ya que se trata de poder interpretar al hombre en un complemento importante y tan personal. El hombre a diferencia de la mujer no tiene muchos complementos dentro de su vestuario y la corbata es uno de los mejores”, asegura a Público Malala Vega Olmos, propietaria y directora creativa de Anglomanía (una tradicional sastrería que actualmente tiene como imagen al aristócrata Enrique Solís, hijo del marqués de la Motilla y Carmen Tello). Pero, es evidente que los tiempos están cambiando y con ellos la manera de entender también la estética tradicional masculina.

"La corbata no es la diferenciación pero sí un elemento para que te sitúen en un contexto determinado"

Hace unas semanas varios medios se hacían eco de dos curiosas imágenes de diputados autonómicos de Catalunya. Una de hace un par de años (todos de CIU) y la otra de las recientes -y no exentas de polémica- elecciones en la comunidad. En ellas había algo que no cuadraba, una diferencia que aunque pueda parecer en principio secundaria no lo es. En la primera todos los políticos aparecían trajeados llevando sus respectivas corbatas. Y, sin embargo, en la instantánea de semanas atrás ninguno de ellos portaba la protocolaria prenda en cuestión. Pero, el asombro de muchos y el síntoma final de que algo ocurre fue la aparición de un 'descorbatado' Felipe VI en un reciente evento de Startups celebrado en Madrid, un gesto que hace unos años era impensable y que, el monarca se permite hacer con una naturalidad pasmosa.

¿Corren tiempos de 'sincorbatismo'? ¿Cuál es el motivo? ¿Deberían temblar los grandes fabricantes de éstas? El asesor de comunicación Fran Carrillo lo tiene claro. Asegura que, aunque la prenda se sigue usando en muchas instituciones “como un elemento de decoro y de protocolo”, puede también llegar a representar lo viejo, apollillado y clasista, algo de lo que se quiere huir ya que, como afirma, “escenifica un modo de hacer política en la que la gente ve a determinados elementos del pasado. Un símbolo que ahora se percibe como de la vieja política, con la que se quiere romper y que la gente rechaza”.

“Vivimos en una época en la que todo se basa en el mundo de las sensaciones y de la imagen. La tele es el gran escenario de la política y ese tablero mediático es fundamental para un político para darse a conocer. La corbata no es la diferenciación pero sí un elemento para que te sitúen en un contexto determinado”, comenta con Público el asesor de partidos políticos. “Al final los dictados de las grandes firmas pasan de las pasarelas a las revistas y acaban calando en la calle y en la vestimenta de los políticos que lo que ahora buscan es parecer cercanos”, nos cuenta Cristina Terrón, estilista de moda de reconocidas revistas españoles del sector.

“Sí, se ha notado una disminución global en las ventas de corbatas. Se están sustituyendo por pajaritas o pañuelos para el cuello"

Las firmas prefieren ser cautas, pero la situación a simple vista no les es favorable. “Sí, se ha notado una disminución global en las ventas de corbatas, mentiríamos si dijéramos lo contrario. Cada vez se adquieren menos y se están sustituyendo por pajaritas o pañuelos para el cuello”, cuenta a este medio el encargado de las céntrica tienda de una importante firma masculina. Y, aunque los fabricantes más tradicionales como Hermès evitan pronunciarse, -restando importancia al asunto-, lo cierto es que se ha llegado a adherir a la moda el mismísimo Rajoy (con todo lo que eso conlleva siendo un presidente de Gobierno que pertenece a un partido conservador como el PP). Un cambio que viene con una ruptura estética y en el que el 'sincorbatismo' es la clave. “La corbata es la principal damnificada como acto reivindicativo y un guiño de acercamiento al pueblo”, dice Carrillo.

¿Estrategia Política?

En cuanto a si esta tendencia responde directamente a una estrategia política , las opiniones son para todos los gustos. “Quieren acercarse a los jóvenes, a todos aquellos que manejan estas enormes y muy poderosas redes de comunicación masiva e internacional. Y para eso quieren verse más informales, pero eso no se logra sólo quitándose la corbata”, expresa la directora de la sastrería, Anglomanía. ¿Quitársela gana votos? Francisco Carrillo afirma rotundamente que no aunque recalca que tampoco se pierden. “Si todo el mundo lleva corbata el primero que se la quita es el que acaba marcando esa diferencia. El 'sincorbatismo' no se debe tomar como algo estratégico sino como algo táctico que depende del contexto, no da votos pero a la gente le puede parecer simpático. Puede dar una serie de percepciones positivas”, sentencia.

Moda pasajera

La corriente no es nueva, ya hace casi una década los ingleses comenzaron a usar impecables trajes de Saville Row sin corbata y con un botón de la camisa desabrochado de día y dos botones desabrochados por la noche. Y, como toda moda, es efímera y acabó pasando. Gran parte de los expertos en el sector consultados coinciden en el hecho que, como toda tendencia al final acabará esfumándose y será sustituida rápidamente por otra por lo que, aunque ahora las ventas hayan casi cesado, todo acabará volviendo. “Obviamente depende de muchos factores. Creo que es una moda pasajera y que al final el traje acaba pidiendo corbata. Los hombres tienen menos elementos para elegir a la hora de vestirse y la corbata forma parte de la estética masculina. Estoy segura que volverá a llevarse”, asegura la estilista. “La firmas tendrán que adaptarse pero no van a quebrar. Desde luego esto se pasará”, concluye convencido el experto en comunicación política Fran Carrillo.

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