madrid
"Echo de menos a la Margarita Robles que era el azote de las cloacas". "¿Dónde está aquella juez progresista?". Son algunas de las frases que ha tenido que escuchar en los últimos días la actual ministra de Defensa en el marco del caso Pegasus. La primera frase la pronunció el diputado de EH Bildu, Jon Iñarritu. La segunda, el portavoz del PNV, Aitor Esteban. Robles se ha convertido en una de las principales protagonistas políticas tras conocerse el espionaje sufrido por varios dirigentes independentistas, entre ellos el actual president de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès. La ministra ha defendido en todo momento la actuación del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y sus actuaciones en el marco de la legalidad. Pero su papel está siendo cuestionado desde diferentes frentes.
Las menciones al pasado profesional de Robles tienen que ver con sus orígenes en la judicatura. Nació en León en 1956, aunque a los 12 años se trasladó con su familia a Barcelona, donde se licenció en Derecho. Según su currículum oficial, ingresó en la carrera judicial en la 27 promoción de jueces y fiscales con el número uno de la misma. Desempeñó cargos de juez y magistrada en ciudades como Balaguer, Sant Feliú de Llobregat o Bilbao. Y accedió a la Audiencia Provincial de Barcelona en 1981, siendo la primera mujer que llegó a un órgano colegiado en España. En dicho organismo fue presidenta entre 1991 y 1993.
A partir de ese año inició una breve y primera incursión en la vida política, al ser nombrada subsecretaria del Ministerio de Justicia (1993-1994) y secretaria de Estado de Interior en el Ministerio de Justicia e Interior (1994-1996). Gobernaba entonces Felipe González y el ministro de la materia, doble en aquellas fechas, era Juan Antonio Belloch.
Durante esos años se le atribuyen méritos en la lucha contra la corrupción dentro del Estado como la persecución a Luis Roldán y contra el caso GAL. "La única forma de luchar contra cualquier tipo de delincuencia es desde la legalidad. No tengo ninguna duda ni en lo teórico ni en lo práctico. Esto lo puedo afirmar sin matices: en la lucha contra ETA no hay otro marco que la legalidad", señaló en una entrevista realizada con El País en octubre de 1995. La ministra siempre ha cerrado filas con el expresidente González y su responsabilidad en el terrorismo de Estado.
Durante los años 90 se le atribuyen méritos en la lucha contra la corrupción dentro del Estado, como la persecución a Luis Roldán y contra el caso GAL
Robles se mostraba entonces contraria a una hipotética concesión del indulto a los expolicías José Amedo y Michel Domínguez, condenados por su relación con la trama terrorista de los GAL. "Yo no voy a pagar nunca a ningún delincuente. Amedo y Domínguez estaban condenados por un tribunal, y no seré yo quien pague a unas personas no sé en razón de qué. No sé lo que se hacía antes. Pero aquí no se va a pagar a nadie que no tenga un contrato y que no esté dentro del marco legal para que se le pague, que no creo que fuera el de esos dos señores", dijo también en la mencionada entrevista.
En 1996, ya fuera del Gobierno declaró en los juzgados como testigo en el caso Lasa-Zabala, confirmando que la Guardia Civil entorpeció la investigación efectuada por la Policía. Histórico es también su enfrentamiento con el juez Baltasar Garzón. "Margarita Robles arremete contra Garzón por la situación de libertad de Amedo", titulaba El País. Ambos mantienen, según las crónicas, "una enemistad manifiesta".
Y las cuitas, que según algunas informaciones tienen que ver porque Garzón aspiraba al puesto que acabó ocupando Robles, siguieron a cuenta de la inhabilitación del juez. La actual ministra calificó la sentencia del Tribunal Supremo que apartó a Garzón por las escuchas ilegales de la trama Gürtel como "impecable".
Robles, tras salir del Gobierno, pasó ocho años como magistrada de la Sala de lo Contencioso Administrativa de la Audiencia Nacional. En el año 2004 fue nombrada magistrada de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo. Cuatro años después ejerció como vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) hasta 2013.
Respecto a Euskadi, Robles tuvo también un papel protagonista en movimientos políticos como Elkarri, una plataforma de solución pacífica y dialogada al conflicto vasco. De hecho, concedió en 2001 una entrevista en su publicación. Robles apostaba desde años antes por "afrontar soluciones políticas al conflicto de ETA". "Se cae en la paradoja de criticar a los nacionalismos vasco y catalán desde un puro nacionalismo español", destacó entonces la actual ministra. Hoy en día, sus enfrentamientos con el independentismo catalán han sido sonados.
Fiel a Sánchez
"Es un valor muy importante para el partido que siempre ha estado al lado de Sánchez". Son palabras de un cargo importante de la actual dirección socialista. Y es que el presidente del Gobierno recuperó a Robles para la vida política en el año 2016. La llamó para que fuera la número dos en las listas al Congreso. Tras no ganar las elecciones, fue nombrada portavoz parlamentaria, dejando buena muestra de la confianza de Sánchez en ella. Robles le devolvió esa confianza quedándose con el "no es no" en la investidura de Mariano Rajoy. La lealtad tuvo su recompensa después. Una vez completada la moción de censura contra el líder del PP en 2018, asumió la cartera de Defensa, una de las más polémicas siempre para el PSOE.
Desde el PSOE defienden que Robles tiene "un profundo sentido de Estado". Algo que también han destacado estos últimos días desde la derecha de PP y Cs, que han cerrado filas con la ministra ante las críticas sufridas por parte de los partidos independentistas. Desde las filas socialistas algunas voces reconocen en privado que su perfil es necesario para atraer a un electorado más conservador. Precisamente esas son las críticas más furibundas que se le realizan desde los partidos de izquierda.
Ya formado el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, Robles ha sido una de las ministras, sino la que más, más combativas dialécticamente con sus socios. Sus enfrentamientos con la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, han sido recurrentes. Muchos de ellos tuvieron lugar a raíz de la guerra en Ucrania. Pero ya venían de lejos. "Cuando eres la ministra favorita de los poderes que quieren que gobierne el PP con Vox, quizá estés haciendo daño a tu gobierno. Ser humilde es no dejarse adular por la derecha mediática", llegó a escribir Belarra sobre ella.
La ministra provocó especialmente las iras de los dirigentes de ERC y otras fuerzas políticas al dejar caer que el espionaje estaría justificado. "¿Qué tiene que hacer un Estado cuando alguien declara la independencia?". Unas declaraciones "inaceptables" que aumentaron la tensión ya existente en las relaciones políticas entre el PSOE y los independentistas.
Esta última semana se ha destapado una pugna interna con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños
Esta última semana se ha destapado una pugna interna con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, otra de las personas de la máxima confianza de Sánchez. La responsabilidad y las competencias sobre la seguridad de los teléfonos móviles del presidente y los ministros provocó algunos cruces más o menos velados, y a través de los medios de comunicación, entre Moncloa y Defensa. Pocas horas después intentaron apaciguar los ánimos. Las diferentes estrategias ya habían sido vislumbradas días antes.
No parece que, al menos de momento, haya posibilidades de que caiga Robles como piden los afectados por Pegasus y deslizan desde UP. No hay, al menos, evidencias de ello, según varias fuentes socialistas consultadas. Recuerdan además que su teléfono, al igual que el de Sánchez, también ha sido espiado. Pero suya es la responsabilidad política sobre el CNI, organismo que ha reconocido, orden judicial mediante, espiar a personas como Aragonès. Y los socios del Gobierno siguen esperando algún gesto en este sentido.
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