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La Revolución de Asturias cumple 90 años: un faro de la lucha obrera y laboratorio de la Guerra Civil

"Los obreros asturianos tenían claro que la única manera de cerrar las puertas al fascismo era una revolución social", recuerdan los historiadores.

El cabecilla revolucionario Nemesio Pascual Sáez, prisionero y siendo conducido a la cárcel de Bembibre (León).
El cabecilla revolucionario Nemesio Pascual Sáez, prisionero y siendo conducido a la cárcel de Bembibre (León). Cedida

"Eras una niña, Aida, que en la región asturiana jugaba dando a la comba donde tus amigas saltaban. Llegó la huelga de octubre, fuiste revolucionaria, tú ya no cogiste la comba, cogiste la metralla. Con los pobres mineros qué bien tu la manejabas, salías con los primeros saltando por barricadas. Y cuando más se encendían los pájaros en la cuerda, diste con la espalda en la tierra y te golpeó la pierna una bala". Esta es parte de la letra –traducida del bable– de la canción que el grupo de folk asturiano Nuberu le dedicó a Aida de la Fuente, líder de los mineros de la región y militante comunista asesinada por los legionarios.

La revolución de Asturias de 1934 cumple este sábado 90 años. Aida fue una de las 2.000 personas que fallecieron durante las protestas. El Ejército respondió de manera "sangrienta y desproporcionada", en lo que fue un "ensayo" del golpe de Estado y la futura represión franquista. La canción de Nuberu, versionada también por Víctor Manuel, suena en decenas de homenajes y auditorios cada año. Casi todas las familias asturianas saben la letra, y también quién fue Aida de la Fuente. El resto del país, sin embargo, desconoce cuál fue el origen y la inspiración de estas estrofas que suponen un antes y un después en la Memoria de Asturias.

La revuelta obrera fue, tal vez, el acontecimiento histórico más importante del último siglo en Asturias. La Segunda República había caído y los progresistas estaban de nuevo en la oposición. El partido mayoritario en el Congreso era la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil Robles. El Gobierno quedó en manos de Alejandro Lerroux, una figura aparentemente "moderada", pero que designó a tres ministros cedistas. "Gil Robles tenía fascinación por Austria y no rechazaba abiertamente la dictadura alemana", recuerda Rubén Vega, historiador y profesor en la Universidad de Oviedo. 

El miedo al fascismo era "razonable" y evidente. El 5 de octubre de 1934, las familias trabajadoras de todo el país recibieron órdenes para tomar las calles y protestar contra la llegada a las instituciones de los perfiles más radicales de la política española. Las directrices llegaban desde Madrid, pero solo cuajaron en Asturias. "En las regiones clave, las movilizaciones fracasaron. Los obreros asturianos tenían claro que la única manera de cerrar las puertas al fascismo era una revolución social. Lo que hicieron fue responder a lo que veían como un riesgo cercano: Mussolini en Italia y Hitler en Alemania", señala Paco Ignacio Taibo, sindicalista, escritor y autor de Asturias. Octubre 1934

"El Ejército mató por primera vez a población civil española dentro del país"

La Alianza Obrera, integrada por los dos grandes sindicatos –UGT y CNT–, pero también por los comunistas y los trotskistas, tuvo un papel decisivo. "El elemento diferenciador fue la inclusión en un mismo grupo de todos los partidos y sindicatos de izquierdas. La Alianza tomó luego las siglas UHP (Unión de Hermanos Proletarios). Las juventudes socialistas fueron el principal motor de la revuelta", reconoce David Palomares, historiador e investigador en la Universidad de Oviedo. Los manifestantes tomaron los cuarteles de las cuencas mineras y atracaron las fábricas de armamento para conseguir fusiles y ametralladoras. 

Tres militares combaten contra los obreros en la playa de Gijón en octubre de 1934.
Tres militares combaten contra los obreros en la playa de Gijón en octubre de 1934.

La CEDA propuso que Franco liderase la respuesta militar. El Gobierno, sin embargo, prefirió confiar en el general Eduardo López Ochoa. La idea era sofocar la revuelta con el menor derramamiento de sangre posible. El resultado, sin embargo, fue bien distinto. "La revolución de 1934 sentó un precedente, fue una especie de anticipo de lo que estaba por venir. El Ejército puso en práctica las políticas coloniales en suelo nacional y bombardeó por primera vez a población civil española dentro de sus fronteras", reivindica Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Las fuentes consultadas por este diario reconocen que, de manera oficiosa, Franco comandó las operaciones.

Asturias, faro de la resistencia obrera

Paco Ignacio Taibo entrevistó a más de 400 testigos y protagonistas de la revuelta en su libro Asturias. Octubre 1934. El novelista pone el foco en "la magia que genera una clase obrera organizada", ideológicamente convencida y "dispuesta al sacrificio personal" para luchar por sus reivindicaciones. Hace exactamente 90 años, miles de familias salieron a la calle con los cartuchos llenos de dinamita para impedir el avance de los fascistas: mineros y carboneras, metalúrgicos y trabajadores del ferrocarril, oficinistas y albañiles, limpiabotas o taxistas. La huelga general los unió a todos, pero sólo en Asturias. ¿Por qué el movimiento revolucionario no triunfó en otras provincias? 

"Asturias tuvo una coalición con la totalidad del abanico progresista que no se dio en ningún otro lugar de España. El llamamiento a tomar las armas venía de Madrid, pero sólo lo entendieron los asturianos. Tampoco podemos olvidar que la mitad sur del país, campesina y latifundista, venía de una huelga para pedir mejoras laborales en el campo que terminó con una represión francamente dura. La dirección de los sindicatos estaba descabezada. No podía cuajar un llamamiento a la revolución en un sitio donde todos los dirigentes sindicales habían sido encarcelados dos meses atrás", reconoce el historiador Rubén Vega.

Los obreros salieron a la calle con los cartuchos llenos de dinamita para frenar a los fascistas

El profesor destaca también que los mineros tenían dinamita a su alcance y "experiencia manejándola", mientras que los jornaleros andaluces, "con mucha suerte, tenían una escopeta de caza". Los manifestantes también disponían de armamento, porque habían asaltado las fábricas de ametralladoras y fusiles. La represión que sufrió el movimiento obrero asturiano tras el fracaso de la huelga de octubre de 1934 abrió "un nuevo tiempo de violencia y brutalidad" que culminó con la instauración de la dictadura franquista.

La Memoria del movimiento revolucionario

La revolución de Asturias ha suscitado debates recurrentes entre izquierdas y derechas: para unos, la sublevación era comparable a la Comuna de París; para otros, fue el primer episodio de la Guerra Civil. "La derecha ha utilizado este argumento de manera recurrente para buscar otro punto de partida distinto al golpe de Estado de 1936. La izquierda, supongo que a raíz de las atrocidades que se han cometido, tampoco ha reivindicado nunca la revuelta de 1934. La historia se ha enmudecido", lamenta Emilio Silva. La prensa de la época, "y no sólo la progresista", llegó a pedir donaciones para las familias con niños huérfanos de las comarcas del norte del país. 

Los obreros que sobrevivieron a la revolución "tuvieron que escapar y esconderse en el monte", para evitar una "represión desmedida", tal y como recuerda David Palomares. Los historiadores consultados por Público recuerdan también las torturas y la "brutalidad" de las "fotos aéreas con decenas de cadáveres" por los suelos, aunque insisten: "La respuesta pudo haber sido mucho peor". La prensa conservadora celebró la actuación de Franco y llegó a aclamarlo como "salvador de la República".

"La Memoria es un fenómeno colectivo, tiene que responder a dos cuestiones: quiénes somos y a dónde vamos. Lo que ha ocurrido en octubre de 1934 quedó empañado por la falsa Memoria que ha generado el posfranquismo, una basura ideológica. Así, difícilmente podremos saber de dónde venimos y cómo será nuestro futuro", advierte Paco Ignacio Taibo. Los mineros "conocían de cerca la muerte" y, aún así, pusieron en peligro sus vidas para defender sus principios. El acontecimiento, 90 años después, sigue siendo un "gran desconocido" y muchas familias –algunas, víctimas de la represión– no terminan de estar cómodas hablando del tema. David Palomares, historiador e investigador, concluye: "La historia de Asturias puede resumirse en tres palabras: mineros, revolución y dinamita".

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