Este artículo se publicó hace 3 años.
La reivindicación de la financiación valenciana da un paso histórico, pero falta cerrar un acuerdo
La puerta abierta de Montero a condonar la "deuda histórica" arranca los aplausos de los socios del Botànic pero con matices. Mientras, al PP le deja sin uno de sus principales cartuchos.
Joan Canela
Valencia-
"Es innegable que se ha abierto una ventana de oportunidad. Sea porque es un elemento valioso en clave electoral sea porque haya un posible oportunismo político, el que es evidente es que hay un elemento positivo que da legitimidad a la reivindicación", explica Toni Infante, portavoz de la Crida pel Finançament, una de las plataformas que trabaja para acabar con el problema de la infrafinanciación del País Valencià.
Las reflexiones de Infante llegan después de que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, abriera la puerta a condonar parte de la deuda de Murcia y el País Valencià, ya que "una parte muy importante –si no toda-" de esta deuda ha sido generada "por la insuficiencia en la financiación autonómica". Las palabras, expresadas en el Congreso español en respuesta al diputado de Compromís, Joan Baldoví, incluían también que "estoy totalmente de acuerdo en el hecho que la deuda es una de las variables que hay que abordar en la reforma de la financiación autonómica".
La amortización de la deuda valenciana supone unos costes aproximados –con variaciones según el ejercicio- de unos 5.000 millones de euros anuales, lo que supuso prácticamente el 20% de los presupuestos del 2020, especialmente elevados a causa del Fondo Covid, y la segunda partida más alta de la Generalitat, después de la destinada a la sanidad.
El conseller de Hacienda, Vicent Soler, destaca que las declaraciones de Montero tienen "una importancia financiera de primer orden" y que se están haciendo "pasos sin precedentes", puesto que la condición de deuda histórica generada por la infrafinanciación se había negado sistemáticamente por parte del Gobierno español. Primero por Montoro y, más tarde por Montero, quien en los últimos meses ha ido moviendo sustancialmente sus posiciones. Soler destaca la importancia de la condonación de "parte de la deuda". "Sería injusto que se resolviera la cuestión de la infrafinanciación sin compensar la deuda generada por este", asegura, aunque recuerda que será "solo aquel generado por la financiación injusta, el que se generó por los excesos del pasado [en relación a la gestión del PP] se tendrá que pagar, puesto que lo generó un gobierno elegido por los valencianos".
Soler no quiere poner cifras a qué parte de la deuda provendría de la infrafinanciación, aunque apunta que no es menos del 50%. También puntualiza que la condonación no será inmediata y que no se podrá reflejar en los presupuestos del año próximo que apenas se han empezado a negociar.
Precisamente es esta carencia de concreción el que hace poner en alerta los sectores más valencianistas. Infante, a pesar de reconocer este "elemento positivo", también alerta sobre los riesgos que solo sea un movimiento para desactivar la reivindicación valenciana, como por ejemplo la manifestación unitaria convocada por el próximo 20 de noviembre en València, Alacant y Castelló.
En una línea similar se manifiestan desde Compromís. Su portavoz, Fran Ferri recuerda que se trata "de una promesa más que se tiene que traducir en un documento negro sobre blanco". Aun así, los valencianistas admiten que se trata "de un cambio de opinión respecto a lo que se había dicho siempre des del Gobierno español y que negaba una evidencia clarísima" y se alegran que "se cumpla una de las condiciones del acuerdo de investidura".
¿Victoria de Baldoví, de Puig o derrota del PP?
Si el cambio de posicionamiento de Montero es histórico, no solo respecto al que sostenían otros gobiernos españoles, sino al que mantuvo ella misma hace unos meses, cuando se excusó en el "clima político" para no abordar la reforma del modelo de financiación. Ahora el problema es delimitar las consecuencias políticas del cambio.
Para Compromís, es una consecuencia de la presión ejercida por su diputado, Joan Baldoví, "en solitario" durante todos estos años, tanto con gobierno del PP como del PSOE. A pesar de que este trabajo a menudo no parecía dar frutos los valencianistas hacen valer "haber aguantado la bandera a pesar de las presiones", objetivo que habrían podido lograr "gracias al apoyo de la sociedad valenciana, cada vez más concienciada del problema".
Fuentes próximas a los socialistas tienen problemas para reconocer abiertamente la tarea ejercida por Ximo Puig. Sacar pecho en València supondría disparar contra su propio gobierno en Madrid. Pero en privado apuntan que la red de alianzas múltiples –y a veces contradictorias- desplegada por el presidente valenciano ha dado sus frutos, aunque haya sido a expensas de molestar a Momcloa, como habría sido el caso del frente común presentado con la Andalucía del PP.
Pero a quien este cambio de paradigma ha cogido con el paso cambiado es, sin duda, al "nuevo" PP de Carlos Mazón. Uno de los puntales de la estrategia popular para recuperar la Generalitat pasaba por explotar "el desprecio" del Gobierno español hacia el País Valencià, con la financiación como uno de los temas estrella. Ahora, aunque públicamente no lo reconocerán nunca, desde las filas del PP admiten que podrían quedarse sin un cartucho importante.
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