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Del recibimiento a Felipe VI a la recuperación de la bandera española, los gestos de Illa que enervan al independentismo

El 'establishment' catalán aplaude el regreso a la "normalidad" institucional después de una década de tensiones con los presidentes independentistas. ERC y Junts recelan de unos gestos que complican el acercamiento con los socialistas.

Illa y Felipe VI
El rey Felipe VI y el presidente de la Generalitat, Salvador Illa , se saludan en el Nou Port Olímpic de Barcelona el pasado 29 de agosto. Lorena Sopeña / EUROPA PRESS

Han pasado tres semanas desde que Salvador Illa tomó posesión como 133 president de la Generalitat el pasado 10 de agosto. En plena canícula estival la puesta en marcha del nuevo Govern del PSC se ha hecho al ralentí, sin demasiado tiempo para activar la acción gubernamental. Pero lo que Illa sí ha querido fijar desde el primer minuto de su mandato presidencial es la gestualidad que se resume en las palabras de un alto cargo del Govern: "Recuperar la normalidad institucional". Salvador Illa ha fijado esta prioridad a sus consellers y conselleras, y también a su equipo de colaboradores, que apenas está "tomando las medidas" al Palau de la Generalitat.

"Normalidad institucional" es la expresión que se repite con más frecuencia entre las paredes nobles del edificio presidencial de la plaça Sant Jaume junto a otra palabras como "sobriedad" y "prudencia".

La recuperación de la llamada normalidad institucional ha tenido ya algunos gestos muy destacados e importantes: el saludo de Salvador Illa con el rey Felipe VI el pasado jueves, durante la visita a Barcelona para la inauguración oficial de la Copa América, ha sido el más destacado. Hacía siete años, desde los hechos de octubre de 2017, que un president de la Generalitat no participaba en una recepción institucional a Felipe VI, y la relación era nula más allá de compartir mesa en algún gran evento. Tras el duro discurso del 3 de octubre de 2017 del monarca contra el independentismo, se rompieron todas las relaciones. En ese sentido, el recibimiento de Illa a Felipe VI del pasado jueves marca un antes y un después.

"Pacto, autogobierno, institucionalidad y concordia"

Pero no se trata sólo del restablecimiento de relaciones entre la corona y la presidencia de la Generalitat. La recuperación de la normalidad institucional tiene otros gestos importantes como el encuentro del president Illa con el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. A nadie se le escapa que el hecho de que ambos sean del PSC facilita el entendimiento, pero la escenificación del encuentro perseguía manifestar un supuesto reencuentro entre las dos grandes instituciones del país -el Govern de la Generalitat y el Ayuntamiento de la capital catalana- que en los últimos años no han tenido las mejores relaciones. 

A la simbología para recuperar la normalidad institucional  aún habría que añadir la incorporación de la bandera española en la iconografía del Palau de la Generalitat, incluido el despacho del president o en las reuniones del Consell Executiu. O la recuperación del Palau de la Generalitat como escenario para el discurso del president de la Generalitat de cara al próximo Onze de Setembre.

Según fuentes del PSC, el objetivo es "resaltar la entrada de Catalunya en un nuevo ciclo político" y transmitir a la sociedad la voluntad de lo que Salvador Illa define como "instituciones al servicio de todos y con la máxima exigencia y cooperación leal con el resto de administraciones públicas". La reunión del Govern en el monasterio de Poblet forma parte de este objetivo de institucionalidad, mediante la reivindicación de uno de los máximos exponentes y defensores del concepto, el expresident Josep Tarradellas. Illa reivindica su figura con la asunción de cuatro conceptos claves: "Pacto, autogobierno, institucionalidad y concordia".

Gestos que complican la relación con ERC y Junts

Ésta es una gestualidad que ha encontrado apoyo y aplausos en actores socioeconómicos como la patronal catalana. Sin embargo, despierta fuertes recelos e incluso enerva al conjunto del independentismo. Además, complica la relación entre PSC y ERC tras la investidura. Una relación que Illa necesita para dar estabilidad a su Govern. El primer objetivo, el de disponer de un acuerdo de legislatura incluso con la incorporación de los republicanos al Ejecutivo después de su proceso congresual, no parece verse favorecido por esta gesticulación.

"No entraremos en un Govern que normaliza la relación con aquellos que avalaron la represión más brutal contra los catalanes y las catalanas que fueron a votar el 1 de octubre", asegura un miembro de la dirección de ERC. La propia secretaria general, Marta Rovira, asegura que "es imposible" la entrada de ERC en el Govern. Rovira, sin embargo, justifica la investidura de Illa "porque la opción de la repetición electoral era peor para el independentismo y porque existía la oportunidad de un acuerdo que dota a Catalunya de más soberanía".

El segundo objetivo de Illa con ERC será la aprobación de sus primeros presupuestos para el año 2025. Rovira deja la puerta abierta a negociar las cuentas en las próximas semanas, pero no da nada por sentado. Y una destacada voz de la Ejecutiva de ERC admite que "Illa tiene todo el derecho a actuar como considere como president y jefe del Govern, pero en una negociación los gestos también importan y si necesita llegar a acuerdos con ERC quizás sería inteligente no hacer gesticulaciones que nos incomodan profundamente".

De hecho, la presión hacia ERC del resto del independentismo, desde Junts o la CUP a la ANC, se ha multiplicado, ya que responsabilizan a los republicanos de la normalización de relaciones con Felipe VI o de la utilización de la bandera española en dependencias de la Generalitat tras haber facilitado la investidura de Salvador Illa. Una presión que se incrementa en cada gesto de "normalidad institucional" que impulsa Illa, y que complica cualquier negociación entre socialistas y republicanos.

La relación con Junts es aún peor y los posconvergentes utilizan gestos como el de la bandera española, o el de Felipe VI, para tachar al Govern de Illa como "el más españolista de la historia". También queda claro por parte de Illa que será el primer president de la Generalitat desde 2017 que no visitará a Carles Puigdemont mientras esté en el exilio de Waterloo. Fuentes próximas al nuevo president de la Generalitat explican que la actitud de Salvador Illa hacia Puigdemont es de "total respeto" como con "el resto de expresidents", pero especifican que no entra dentro del marco institucional que se quiere preservar un encuentro fuera de Catalunya con Puigdemont.

Aplausos de la patronal

En el otro plato de la balanza, entre los que ven bien esta recuperación de la "normalidad institucional" se encuentran actores socioeconómicos como las patronales de Pimec o Foment. Pimec avala "el indispensable regreso a la normalidad institucional". La patronal insiste en la necesidad de "la importancia del imperio de la ley, pero también de respetar las decisiones democráticas, en referencia a la ley de amnistía".

También el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, se felicita de la vuelta a una "normalidad institucional" en Barcelona y Catalunya. En este sentido, Collboni se congratulaba por la presencia del rey Felipe VI en los actos de la Copa América, y pide "alejarse de los debates estériles para poner el foco en lo que realmente preocupa a los ciudadanos".

Felipe VI y la anormalidad institucional con el Parlament

"Llevamos ya unos meses en que hemos ido paulatinamente recuperando la buena relación entre las instituciones democráticas", asegura Collboni. Pero esto no es del todo cierto en su globalidad. Por ejemplo, el president del Parlament, Josep Rull, ha continuado sin realizar la visita institucional al rey Felipe VI para informar de la investidura de Salvador Illa.

Esta es una "normalidad institucional" que el monarca rompió en 2016 cuando se negó a recibir a la entonces presidenta del Parlament, Carme Forcadell, como era habitual tras ser elegida. Y esto fue antes de que se produjeran los hechos de 2017. Un rechazo del monarca que también ha provocado que ERC no participe de las rondas de consultas con los grupos del Congreso que efectúa el jefe del Estado.

Obviamente, después del referéndum del 1-O y del discurso del monarca el 3 de octubre de 2017, las relaciones entre la corona y el independentismo todavía se agrietaron más. Y ningún president del Parlament ha sido recibido por Felipe VI desde entonces: ni Roger Torrent, ni Laura Borràs, ni su sucesora Anna Erra. Tampoco ahora con Josep Rull. Y no parece que Felipe VI esté dispuesto a rehacer esa normalidad institucional, al menos mientras un independentista presida el Parlament de Catalunya.

Más allá de los gestos, la recuperación de la "normalidad institucional" que plantea Salvador Illa tiene un componente político relevante al afrontar la recuperación del autogobierno como valor destacado de país, después de que una parte del independentismo lo haya menospreciado.

En este aspecto será relevante alcanzar la financiación singular acordada con ERC, pero también será necesario afrontar el problema estatutario. Y es que no se puede olvidar que Catalunya es la única comunidad autónoma que no tiene en vigor el Estatut aprobado por las Cortes españolas y refrendado en referendo popular, sino el Estatut recortado y adaptado por el Tribunal Constitucional a posteriori. Una anormalidad institucional que Illa quiere intentar superar con el desarrollo estatutario al máximo nivel posible, forzando legislaciones que doten a Catalunya del nivel de autogobierno que se votó en las urnas, aunque siempre dentro del marco constitucional. El tiempo dirá hasta dónde llega la normalización institucional y si va más allá de fotos en la Copa América y de banderas en el despacho.

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