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BARCELONA.- ¿Ha perdido apoyo la independencia de Catalunya? Las encuestas así lo indican, aunque sigue contando con un respaldo ciudadano muy superior al que tenía antes de la masiva manifestación del 11 de septiembre de 2012, la primera de las grandes movilizaciones a favor de un Estado catalán soberano. El último barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), el organismo dependiente de la Generalitat equivalente al CIS español, señalaba el 37,6% de los encuestados quieren que Catalunya sea un Estado independiente, por debajo del 39,1% del barómetro anterior -publicado en febrero- y lejos de un apoyo que osciló del 44% al 48,5% entre octubre de 2012 y octubre de 2014, justo antes de la consulta independentista del 9 de noviembre.
En el último CIS, que se dio a conocer este martes, los ciudadanos partidarios que se reconozca a las comunidades autónomas la posibilidad de convertirse en estados independientes eran el 9,6%, lejos del 12,4% de noviembre de 2014, el nivel más alto de los últimos tres años.
Paralelamente, el CEO pregunta a los catalanes que votarían en un hipotético referéndum de independencia y en el barómetro de junio, que se hizo público el viernes de la semana pasada, el sí se quedaba en el 42,9%, mientras que el no se elevaba hasta el 50%. El CEO publica tres barómetros por año y en el de diciembre de 2014 fue el primero en el que el no a la independencia superaba al sí y desde entonces se ha consolidado.
"Las rencillas y la división entre los partidos han provocado un cierto desencanto y que gente se haya desilusionado”
¿Qué ha pasado? En opinión de Lluís Orriols, politólogo de la Universidad Carlos III, se da una “mezcla de dos factores”. “Primero hay un efecto estadístico en el diseño de la encuesta [del CEO], en la que ahora hay un mayor peso de los castellanohablantes, más cercano al que tienen en la realidad, y ha disminuido la sobrerepresentación de la población catalanohablante. Además, el apoyo a la independencia se ha estancando y ya no está en máximos históricos”.
En una línea similar se pronuncia la politóloga Berta Barbet, también editora del blog de análisis político Cercle Gerrymandering, para quién el motivo más importante en el descenso del independentismo en el CEO “es un cambio en la composición de las muestras”, por lo que “no existe tanto un cambio real en las preferencias de los catalanes como un problema en las encuestas anteriores a 2014 a la hora de captarlas de forma fiable”. Con todo, Barbet añade que elementos “como la desmovilización posterior de la votación del 9-N o la emergencia de Podemos han podido cambiar ligeramente ciertas opiniones, pero ni mucho menos toda la magnitud del cambio se debe a fenómenos políticos o contextuales”.
La también politóloga Laia Balcells, profesora en la norteamericana Universidad de Duke, subraya que sí existe un descenso en el apoyo al independentismo y que coincide con “el fin del ciclo de movilización, que tuvo en el 9-N un punto focal, un momento álgido. Después, las rencillas y la división entre los partidos han provocado un cierto desencanto y que gente se haya desilusionado”. Además, para Balcells, se ha acentuado la “polarización”, como demuestra el hecho que disminuya el apoyo a un Estado federal. “Hay menos matices”, sentencia la politóloga catalana.
El papel de Podemos y de la confluencia de izquierdas
Más allá de las peleas internas en el bloque soberanista y el fin del momento álgido de movilización después del 9-N, la aparición de nuevos actores políticos también ha contribuido a desgastar el independentismo y, sobre todo, a fortalecer el no en un hipotético referéndum. Para Berta Barbet, “fenómenos como Podemos o Ciudadanos explican de alguna manera que el no haya ganado apoyos, no tanto entre los que se habían pasado al independentismo sino entre aquellos que dudaban o no sabían que votar. Pero una parte de aquellos que sólo se habían añadido al independentismo porque querían un cambio han abandonado el proyecto a raíz de la llegada de proyectos alternativos que también proponen renovar el sistema”.
Lluís Orriols mantiene que el apoyo al independentismo oscila “en función del clima del gobierno central"
Lluís Orriols mantiene que el apoyo al independentismo oscila “en función del clima del gobierno central. Cuando hay un gobierno hostil a la autonomía, como el del PP, hay muchos ciudadanos que entre la disyuntiva entre statu quo o independencia prefieren la independencia. Pero si cambia la perspectiva y puede haber una alternativa creíble sobre un nuevo modelo de Estado, su decisión cambia”. Para Laia Balcells, uno de los efectos de Podemos -y de la candidatura de confluencia de la izquierda que se articula para las elecciones autonómicas del 27 de septiembre- es que ha puesto “más énfasis en la grieta ideológica y la grieta nacional ha quedado más debilitada”. En su opinión, este factor puede pesar en los comicios y puede propiciar que la hipotética Catalunya en Comú gane votos a ERC y la CUP entre sectores de izquierdas.
Orriols también cree que Catalunya en Comú puede captar votos del “bloque soberanista, como lo hizo Barcelona en Comú en las elecciones municipales. Puede que sean pocos votos, pero suficientes para que este bloque se quede sin mayoría”. En todo caso, la cuestión nacional será determinante en los comicios del 27-S, concurran las listas que concurran. Pero Berta Barbet también matiza que “a diferencia de hace unos meses, ahora parece posible que haya un cierto espacio para aquellos que claramente quieren priorizar el debate sobre el modelo económico al nacional”. La politóloga añade que la probable confluencia entre Podemos, ICV, EUiA y Procés Constituent “podría unir gente de perfiles nacionales diferentes”, algo que “crearía una nueva línea de división sobre que conflicto es más importante” y “puede transformar no sólo el debate, sino también los términos de la competición y cambiar los temas que se priorizan en la agenda”.
Problema “no resuelto”
A pesar de las dificultades para hacer predicciones en un contexto de polarización y de cambios constantes y acelerados, Berta Barbet opina que una nueva movilización del independentismo, en previsión de la manifestación masiva prevista para el 11 de septiembre -día nacional de Catalunya-, “serviría para mantener el apoyo a la independencia al nivel más alto posible, pero difícilmente esto implicaría llevarlo a los niveles que se habían dado hasta 2014”.
Laia Balcells, por su parte, concluye que “hay un debilitamiento del independentismo, pero no hace falta exagerar, porque ahora cuenta con un suelo de apoyo mucho más elevado que antes del inicio del ciclo de movilización”. La profesora de la Universidad de Duke, además, pronostica que en un futuro no muy lejano “habrá un nuevo ciclo de movilización a favor de la independencia, porque el problema no está resuelto”.
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