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Rajoy se enroca en la dimisión de Mato y no hará más cambios

ANA PARDO DE VERA

El presidente del Gobierno ha resistido todo de Ana Mato, su ministra de Sanidad. Ni siquiera José María Aznar quiso hacerla ministra, a pesar de su lealtad, pero consciente como era de su introversión y de los límites que imponía la exaltada vida de su esposo entonces, el alcalde Pozuelo, Jesús Sepúlveda, imputado —como ella— en la trama Gürtel. El dueño del Jaguar en el garaje de ambos que Mato nunca vio. Un matrimonio con demasiadas zonas oscuras para Aznar y Ana Botella.

Llegó Mariano Rajoy, sin embargo, y encontró en Mato una mujer trabajadora, discreta, apoyo incondicional y prudente, muy prudente, virtudes que alaba el presidente del Gobierno por encima de todo. Lástima el pasado. Ana Mato, con continuidad o no, es el 50% de esas parejas del PP (como Lucía Figar y Carlos Aragonés o Alejandro Agag y Ana Aznar Botella) que representan esa etapa con la que el presidente del Gobierno se esfuerza en romper (la era dorada de Aznar), pero sin darse cuenta de que él es la más importante de todas las rémoras: el elegido de Aznar para sucederle.

Por todo ello, Rajoy, según reflexionan en su entorno, no ve más allá que la irremediable marcha de Mato del Gobierno, a quien ha apoyado —y apoyará, garantizan— siempre. Mato pertenece a ese núcleo reducido de mujeres a los que se refirió el presidente Rajoy cuando le preguntaron, en su primera entrevista televisiva, por sus principales apoyos y citó a Ana Mato, junto a Cospedal o Martínez Castro.

En el Gobierno descartan más cambios que la sustitución de Mato, mucho menos, a un mes de abrirse el año electoral. Rajoy comparece este jueves en el Congreso para explicar (por tercera vez) sus medidas anticorrupción y la imagen de Mato en el escaño azul era la peor de las peores. Ya no está.

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