Cómo el PSOE ha logrado descafeinar la Ley de Bienestar Animal con toda la izquierda en contra
La postura de los socialistas respecto a la exclusión de los perros de caza ha generado tensión entre los aliados del Gobierno.
Alejandro Tena
Madrid-
El Congreso ha dado luz verde este jueves a la primera Ley de Bienestar Animal, una norma pionera a nivel estatal que busca dotar de derechos a buena parte de los animales. De la norma queda fuera el ganado o algunas de las especies utilizadas en los laboratorios para la investigación científica. Así, este texto que ha sido impulsado desde el Ministerio de Derechos Sociales estrecha su marco de actuación, sobre todo, en los animales de compañía. Sin embargo, el Partido Socialista ha conseguido descafeinar parte de los beneficios de esta regla, ya que ha conseguido incluir, con los apoyos de las derechas, una enmienda para que los perros de caza queden excluidos de todas las obligaciones recogidas por el nuevo texto legislativo.
La historia de la ley es el resumen de una pugna política en el seno del Gobierno que, a mayor escala, ha sido evidenciada en las últimas semanas con las divergencias en torno a la reforma de la ley del 'sólo sí es sí'. En el caso de la norma animalista, el consenso del Gobierno para impulsar el texto nunca terminó de alcanzarse del todo, a pesar de que el proyecto legislativo fue aprobado en el Consejo de Ministros. Un mes después de que el Ejecutivo diera luz verde al texto, el Ministerio de Agricultura dejaba claro que el PSOE discrepaba en torno a la protección de los perros de caza. El gabinete de Luis Planas publicaba la Estrategia Nacional Cinegética, donde se pedía una legislación "propia" para las rehalas y canes utilizados por los cazadores y se apelaba a la "singularidad" de este tipo de animales.
Meses después, ese documento se terminó de materializar en una enmienda presentada por el PSOE en el Congreso en la cual se apelaba a la exclusión de los perros cazadores de la futura ley. El portavoz del grupo socialista, Patxi López, justificaba esta decisión en la necesidad de "evitar las malintencionadas interpretaciones que algunos están haciendo [de la Ley] para predisponer al sector cinegético y del mundo rural en contra del Gobierno". De esta forma, lo que hasta la fecha era una disputa en voz baja entre los dos partidos del Gobierno se convirtió en una discusión a voces en el patio de la Cámara Baja.
En ese momento arrancaron unas negociaciones marcadas por el enroque socialista y el desconcierto de Unidas Podemos y del resto de partidos de la izquierda parlamentaria. Durante todo el proceso, además, los colectivos animalistas han salido a las calles en varias ocasiones para, bajo el lema Mismos perros, misma ley, reclamar un cambio de postura por parte del PSOE.
A principios de diciembre, cuando se debatían las enmiendas en comisión parlamentaria, el Ministerio de Derechos Sociales planteó una propuesta intermedia basada en la normativa animalista de Castilla-La Mancha impulsada por García-Page. La idea central era mantener a los perros de caza dentro de la ley, pero con una excepción que impedía sanciones a cazadores cuando los animales sufrieran heridas o accidentes derivados de la propia actividad cinegética. A pesar de ser un texto basado en una norma impulsada por un varón socialista, esta fórmula terminó siendo rechazada por Ferraz.
Finalmente la enmienda socialista fue aprobada gracias a los apoyos de PP, PNV, Cs y Vox. Unos apoyo polémico el de la ultraderecha que trató de ser ocultado por el PSOE con un tachón en la firma del portavoz en comisión de la formación liderada por Santiago Abascal. Esta situación llevó al enfado de Unidas Podemos, que en algunos momentos llegó a plantearse votar en contra de su propia ley.
Este miércoles en víspera de la votación parlamentaria, la formación morada intentó por última vez movilizar al PSOE de su postura y presentó una enmienda junto a ERC, EH Bildu y Más País para eliminar del texto la enmienda de los perros de caza y dejar el texto tal cual salió del Consejo de Ministros. Si bien Podemos reconocía en privado que no votarían en contra de su propia ley, el resto de partidos mantuvieron hasta última hora una posición ambigua y amenazaron con hacer caer la norma animalista.
Pese a todo, la ley ha recibido el respaldo de las izquierdas para ir al Senado, no sin visibilizar un claro distanciamiento entre PSOE y resto de partidos progresistas, que han decidido salvar la norma apelando a la amplitud del texto y poniendo el foco en el resto de medidas que suponen un avance en materia de derechos de los animales.
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