Este artículo se publicó hace 2 años.
El PSOE andaluz hace su travesía del desierto tras la mayoría absoluta de Moreno
Espadas llama a mirar hacia delante, a ensanchar la base social del PSOE y a configurar un proyecto nuevo y centrado. Una encuesta revela que los socialistas necesitan desgastar a Moreno, que ahora mismo tiene bula, o lograr que se equivoque.
Actualizado a
Después de siete años de desencuentros entre las diferentes fuerzas que componen la izquierda andaluza y de haber pasado de tener 67 diputados en 2015 (47 PSOE, 15 Podemos, 5 IU, que fueron espectacularmente desaprovechados tras el pacto de los socialistas con Ciudadanos, que finalmente desembocó en su desalojo del Gobierno andaluz) a los 37 de hoy (PSOE, 30, Por Andalucía, 5, así se llama hoy la coalición en la que están Podemos e IU, y Adelante Andalucía, que lidera Teresa Rodríguez, antes en Podemos, 2), inician esta legislatura, con la mayoría absoluta del PP, una travesía del desierto inédita hasta ahora.
Por el camino, en este tiempo, no solo se han peleado entre ellas, sino que a su manera todas las fuerzas han mantenido espléndidas luchas internas de las que se ha enterado todo el mundo y que han contribuido a erosionar los proyectos y las posibles alianzas. Esta idea, la de la división y atomización de la izquierda, la explotó Juanma Moreno con gran éxito en la campaña electoral. ¿Quién va a gobernar?, le preguntaba a Juan Espadas, líder del PSOE ¿Usted con cuántos partidos?
¿Cómo se recuperan 30 diputados en cuatro años, 17 el PSOE, 13 las izquierdas? ¿Están realmente los partidos pensando en eso? ¿El PSOE quiere recuperar la Junta de Andalucía? ¿Tiene realmente un nuevo proyecto entre manos después de que el anterior muriera por agotamiento y envuelto en luchas cainitas?
Juan Espadas tiene sus espaldas orgánicas cubiertas de momento por las primarias que ganó hace ahora un año y, también, por el apoyo del presidente Pedro Sánchez.
Después de haber estudiado los resultados del pasado 19J, Espadas hizo un balance en un comité director hace unas semanas del punto en el que está el PSOE de Andalucía, tras perder la hegemonía, que se puede resumir en tres ideas: mirar hacia delante, consolidar un nuevo proyecto; asumir que los problemas son estructurales, y hablarle a todo el mundo: ser un partido transversal, no solo para muy cafeteros de la izquierda.
Espadas tiene por delante las elecciones municipales, en las que verá consolidada su apuesta y la de Sánchez o por el contrario deberá someter su liderazgo a la confianza de la militancia andaluza, y si supera esa prueba, vendrán las generales, que serán como muy tarde a finales del año que viene. Una victoria de la derecha y la pérdida del Gobierno de España sería un golpe muy duro para el PSOE y de consecuencias hoy inciertas. El resultado andaluz influirá para bien o para mal.
Los ERE
Estos días, las reflexiones e ideas al respecto de cómo recuperar el voto fueron interrumpidas por la sentencia de los ERE, que afecta de lleno al PSOE, supone una herida en su costado de nada menos que 680 millones de euros gastados de manera opaca y sin concurrencia, de manera arbitraria, en resumen, y delictiva, según los tribunales. El líder de los socialistas ha asumido el daño, "evidente", ha dicho, y ha tratado esta semana de mirar hacia delante, de no quedarse ahí.
Espadas, eso sí, rechazó "esta especie de enmienda a la totalidad que la derecha quiere generar con esta cuestión para todo el PSOE", que "no sólo es absolutamente injusta, sino que es absolutamente falsa y construida a partir de un relato político del PP, que bien haría en hacerse mirar las responsabilidades que tiene" por casos que "han sido objeto de sentencia firme, y no una ni dos" veces, sino "muchas más en el conjunto de España".
La breve encuesta postelectoral del centro de estudios andaluces (Centra), publicada a finales de mes, revela dos cosas fundamentalmente. Por un lado, la necesidad que tiene el PSOE de volver a generar confianza entre el electorado y a la vez que no volverá a gobernar en Andalucía en mucho tiempo si Moreno no se equivoca o no son capaces de desgastar a un líder ahora mismo impoluto, que viaja en volandas, como si no tuviera pasado ni, como dice Espadas, militara en un partido, el PP, con serios antecedentes por corrupción, cierto es que no en la Junta de Andalucía, durante su gestión. Espadas así lo ha reconocido cuando ha afirmado este mes que "el 15% por ciento de lo que fue voto socialista en las últimas elecciones probablemente haya comprado" el discurso de Moreno.
Los datos del Centra son estos. Moreno solo genera preocupación o rechazo en un 17% del electorado, mientras que le inspira confianza y le da tranquilidad al 74%. Espadas está en el 33% de buenos sentimientos y el 48% de malos sentimientos. Ambos mejoran los datos de sus partidos: el PP le da tranquilidad e ilusión al 52% mientras que el 32% no se fía. Y el 55% no se cree al PSOE por un 26% que aún confía en los socialistas. En resumen, los socialistas tienen mucho trabajo que hacer en estos próximos años.
La hoja de ruta
La hoja de ruta marcada por Espadas en ese comité director, que tuvo aires de pequeña refundación, fue la siguiente. Por un lado, "sólo se gobierna cuando se conquista no sólo tu espacio ideológico, sino un enorme espacio de centro político que es el que garantiza mayorías de gobiernos" y, por otro, hay que hacer un "minucioso trabajo de oposición" en estos próximos años.
Así, este camino, el trabajo de oposición de hormiguita, junto a un discurso centrado, según el secretario general del PSOE andaluz, ya le funcionó en la alcaldía de Sevilla. Espadas fue el candidato en el año 2011 y fue arrasado por el PP de Juan Ignacio Zoido, que obtuvo como ahora Moreno una histórica mayoría absoluta. Cuatro años después, Espadas lograba por los pelos ser alcalde de Sevilla.
Él resumió así aquellos años: en las elecciones locales de 2011, el PSOE realizó una campaña "muy ideológica y muy de izquierdas", y perdió frente al PP y, después, "a medida que el trabajo en los cuatro años de oposición nos dieron la oportunidad de hacer un trabajo minucioso, sereno, de conocimiento de la gente, de lo que significaba el proyecto, del equipo que había detrás y de la persona que lo lideraba", y "empezamos a ensanchar esa base social que respaldaba nuestro proyecto, de izquierda, pero socialdemócrata, no radical. Eso nos dio la opción de ser gobierno en 2015 y dejó a la derecha muy cortita". Por tanto, para Espadas, "una de las lecciones que tenemos que aprender es que tenemos que dirigirnos al conjunto de la sociedad, y no sólo a una parte de la sociedad", y "no podemos dejar a la derecha un espacio de la sociedad concreta porque entendamos que es de derechas".
Sin embargo, Espadas no dijo dos cosas que hoy operan, que están en el ambiente y que tendrá una influencia a la hora de que pueda poner en pie ese trabajo que quiere hacer. La primera premisa, la del viaje hacia el centro, la tiene difícil, habida cuenta del papel del PSOE en el Ejecutivo: el de España es un gobierno con una apuesta decididamente de izquierdas y con alianzas perfectamente democráticas y puntuales con ERC y Bildu, pero con las que, al mismo tiempo, el PP se frota las manos. En el cuartel general del PP andaluz analizan que el Gobierno de España, de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, les viene estupendamente en Andalucía y creen que Sánchez tira hacia abajo de las expectativas de voto de los socialistas andaluces.
En los próximos comicios se comprobará de verdad esta tesis (Sánchez obtuvo en las elecciones de 2019 el 33% de los votos, casi seis puntos más de los que el PSOE sacó en las de 2018) que se contrapone con otra: los problemas del PSOE de Andalucía son propios y tienen que ver con el agotamiento del proyecto y la pérdida de credibilidad tras 37 años (los últimos de pelea interna) y una condena por corrupción que pesa como una losa. Y ahí es donde incide Espadas con la idea de nuevo proyecto: "El partido necesitaba un cambio, y ese cambio hay que construirlo, y no se construye en seis meses".
Sobre la segunda premisa, el trabajo de oposición tiene que ver también con elementos ajenos a la laboriosidad, siendo esta fundamental, de los diputados. Zoido, el entonces alcalde, estuvo un par de años despistado (al igual que lo estuvo Susana Díaz en sus años en la Junta de Andalucía) de sus tareas de alcalde al compatibilizar el cargo con el de presidente del PP de Andalucía, que finalmente acabó dejando. No parece en este caso que Moreno vaya a despistarse de la tarea. Desde luego, en Moncloa, esta semana, se volvió de vacío (con sintonía en la tarea de impulsar las energías renovables) pero ejerció como presidente de la Junta a tiempo completo.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.