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Primo de Rivera, el dictador que admiraba a Mussolini
El historiador Alejandro Quiroga publica 'Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación', una biografía del dictador de los años 20 en la que se le presenta como el impulsor de un régimen autoritario y represivo.
Adela Lobo
Madrid--Actualizado a
El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera daba un golpe de Estado. Se alzaba así como dictador de España e inauguraba un nuevo periodo histórico basado en la propaganda, el populismo y la represión.
Alrededor de la figura del dictador de los años 20 se ha construido un relato mitificado. Para descifrar este periodo histórico, el doctor en ciencias políticas por la London School of Economics and Political Science Alejandro Quiroga publica Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación. El autor presenta un complejo retrato del dictador con el objetivo de desmitificarlo y deconstruir la imagen que el general creó sobre sí mismo. Quiroga rompe con el mito de Primo de Rivera como un dictador benevolente que no derramó sangre. El autor de la biografía de Primo de Rivera se aleja de esas interpretaciones y desentraña los aspectos más oscuros de la dictadura española de los años 20.
En los primeros días de mandato el dictador declaró el estado de guerra, que mantuvo durante dos años. Suspendió la Constitución de 1876 y disolvió las Cortes, que permanecieron cerradas. Cesó a todos los gobernadores civiles y los cambió por militares de alto rango. De esta manera, España quedaba regida por militares.
La censura y la propaganda fueron los pilares fundamentales de Primo de Rivera para sostener su régimen y vender una imagen positiva de sí mismo. "A través de la propaganda se presenta como un hombre de familia, un buen católico, una persona campechana y preocupada por el pueblo. Necesitaba remarcar este mensaje de corte populista donde el líder se vincula directamente al pueblo", explica Alejandro Quiroga a Público.
La influencia de Mussolini
El dictador español ya había declarado sus simpatías por el Duce el día del golpe de Estado. "Mussolini es la figura de liderazgo a la que está mirando Primo. En su golpe de Estado ya menciona que Mussolini es la guía de los gobiernos fuertes en Europa", explica Quiroga a Público.
Miguel Primo de Rivera y Benito Mussolini llegaron a conocerse en persona a finales de noviembre de 1923. Primo acompañaba a Alfonso XIII en un viaje regio que estaba programado antes del golpe de Estado. Durante un almuerzo en el Palazzo Venezia de Roma, Primo de Rivera equiparó fascismo y primorriverismo, argumentando que ambos eran movimientos de salvación nacional.
Aunque el régimen de Primo de Rivera no era fascista como tal sí que había un fuertísimo autoritarismo. El dictador prolongó el estado de guerra, suspendió la Constitución de 1876 y disolvió las Cortes, prohibió la actividad de la oposición, desató una represión política que llevó a la detención de cientos de opositores y la censura se mantuvo durante toda la dictadura. Algunos historiadores han definido el régimen primorriverista como un periodo marcado por el liberalismo conservador, pero estas acciones del dictador se alejan mucho de eso.
De hecho, si se compara el Directorio Militar de Primo con los primeros años de Mussolini en el poder, se descubre que el régimen español era más autoritario y represivo. "Mussolini está en gobiernos de coalición y a partir del año 25 convierte aquello en una dictadura, mientras que Primo es un dictador que cierra el Parlamento desde el primer día, suspende la Constitución y utiliza el ejército para labores de represión y también de propaganda", explica Quiroga a Público.
El autor de Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación recuerda en su obra que el dictador encarceló a opositores en condiciones infrahumanas, organizó asesinatos extrajudiciales de sindicalistas a sangre fría y ordenó bombardear con armas químicas a población civil en la Guerra de Marruecos.
Además de deconstruir la imagen de dictador providencial de Primo de Rivera, Quiroga insiste en desmontar también la figura caricaturizada de este personaje histórico. Sus opositores le representaron como un general borrachín y adicto al juego. Esta imagen ha provocado que se le tratara con cierta condescendencia y se mofaran de él pero también nos ha impedido ver la cara más siniestra de este personaje.
Lo "antipolítico" como elemento movilizador de masas
Miguel Primo de Rivera poseía un discurso fuertemente populista. Tanto en sus continuas apariciones en prensa como en el Manifiesto del 13 de septiembre, el dictador señaló a los políticos como una élite corrupta que perjudicaba al pueblo.
Propagó la idea de que urgía regenerar el país y que, para ello, era necesario una nueva política que encarnaría él mismo junto a Unión Patriótica, el partido único de su régimen. Según lo definió Primo de Rivera, se trataba de un "antipartido" surgido del "pueblo sano" que no había sido contaminado por los partidos políticos restauracionistas. Potenció la idea de lo "apolítico" para presentarse como el salvador de la patria que acabaría con los problemas de la crisis de la Restauración.
Su discurso antipolítico y populista caló en una sociedad afectada por la crisis que asoló España a principios del siglo XX. Tanto fue así que cuando Primo llegó a Madrid el 15 de septiembre de 1923, los cientos de personas que lo esperaban en la estación de Atocha gritaron: "Vivas al redentor de la patria, a España, y al rey, y ¡abajo los políticos!".
Francisco Franco y Miguel Primo de Rivera
El modelo primorriverista sirvió de referente, aunque lejano, al caudillo al principio de la dictadura. Antes de que las potencias fascistas empezaran a perder la Segunda Guerra Mundial, Franco tomó elementos del modelo de gobierno de Primo de Rivera.
La influencia es ideológica y política. Los altos cargos primorriveristas volverán a tener posiciones de poder durante el franquismo. Además, el precedente de las Cortes franquistas fue la Asamblea Nacional Consultiva, un órgano primorriverista que tenía la función de asesoramiento pero que no legislaba.
En los primeros años de dictadura, Franco utilizó el régimen de Primo de Rivera con un sentido propagandístico. "Al principio es la idea de Primo como el precursor del fascismo en España y la dictadura militar. Según pierden los nazis y el régimen de franco empieza a desfascistarse y darse un barniz católico, cambia la interpretación que le dan a la figura de Primo de Rivera. Luego, en los años 60 lo presentan como un gran precursor del desarrollismo económico del país y las obras públicas", explica Quiroga a Público. Y, en parte, es esta interpretación la que sigue perdurando en nuestros días.
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