BARCELONA
Actualizado:Tras una larga trayectoria política y empresarial, Josep Piqué ha fallecido este jueves en Madrid a los 68 años. Se le recordará, sobre todo, como ministro de varias carteras bajo la presidencia de José María Aznar y como líder del Partido Popular en Catalunya entre 2002 y 2007, donde intentó imprimir un giro moderado y supuestamente catalanista -básicamente regionalista- que fue torpedeado por la dirección estatal de la formación.
Alejado de la política activa desde ese momento, a partir de entonces ocupó numerosos cargos en grandes compañías y entidades diversas. Hacía décadas que había abandonado el idealismo juvenil que le llevó a militar en el PSUC en el tardofranquismo y, de hecho, en los últimos años se había abonado a las tesis del españolismo más extremo en sus ataques al soberanismo catalán.
Nacido en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) en 1955, el gusano de la política le venía de familia. Su padre, Josep Piqué i Tetas, fue el último alcalde franquista de la capital del Garraf y posteriormente se afiliaría a la UCD de Adolfo Suárez. En aquella época, sin embargo, el futuro ministro vivió un tiempo de cierta rebeldía juvenil, hasta afiliarse al comunista PSUC -previo paso por Bandera Roja, justamente una escisión del principal partido del antifranquismo en Catalunya- durante los últimos años de la dictadura. Brillante estudiante -se doctoró en Ciencias Económicas y Empresariales y se licenció en Derecho en la Universitat de Barcelona-, inicia posteriormente una carrera académica y empresarial que le llevaría también a la política, ocupando cargos primero en la Generalitat -bajo el pujolismo- y después en el Ejecutivo español.
Pero vayamos por partes. Profesor titular de Teoría Económica desde 1984, después de pasar como economista por el Servicio de Estudios de La Caixa se incorporó al Govern como director general de Industria, con Jordi Pujol al frente de la Generalitat. Estaría allí dos años, de 1986 a 1988, para después volver al sector privado. El financiero Javier de la Rosa, que en esa época era el empresario de moda de Catalunya y mantenía unas estrechas relaciones con el pujolismo, le fichó para liderar la química Ercros, de la que sería consejero delegado y presidente. Ya implicado en los círculos empresariales y económicos del establishment catalán, entre 1995 y 1996 Piqué presidió el Cercle d'Economía, un cargo que, de paso, sería clave para explicar su aterrizaje en el Gobierno español.
Una década fulgurante junto a Aznar
En su asalto a la presidencia del Ejecutivo estatal, el entonces jefe de la oposición y líder del PP, José María Aznar, pretendía mejorar su imagen en Catalunya -territorio clave para sus expectativas electorales- y acercarlo al empresariado y a la burguesía catalanas. Y con este objetivo, a principios de 1995 establece contacto con Piqué -con la mediación de Joan Rosell, que lideraba la patronal Foment del Treball y años más tarde presidiría la española CEOE-, a la que no conocía previamente. A partir de este primer encuentro, los hechos se acelerarían y Piqué iniciaría una fulgurante carrera política que le mantendría poco más de una década en primera línea.
A raíz de la victoria del PP en las elecciones generales de 1996, Aznar se convertiría en el presidente español y Piqué desembarcaría en su primer Ejecutivo como independiente para asumir la cartera de Industria y Energía. Haciendo gala de un supuesto liberalismo económico -que en la práctica se traducía en un neoliberalismo de manual- Piqué fue uno de los responsables de la ola de privatizaciones de las grandes empresas públicas llevadas a cabo durante los primeros años del aznarismo. Rápidamente, el político catalán se convertiría en uno de los hombres de máxima confianza del presidente español y en 1998 sería nombrado también portavoz del Gobierno.
La victoria por mayoría absoluta del PP en las elecciones del 2000 abriría el segundo mandato de Aznar, durante el que Piqué seguiría teniendo un papel clave en las filas conservadoras. Primero se convirtió en el ministro de Exteriores -cargo desde el que hizo gala de su atlantismo militante y defendió la coalición con el Estados Unidos de George W. Bush que se traduciría en un apoyo entusiasta a la invasión de Irak bajo la premisa falsa de la presencia de armas de destrucción masiva- y en julio del 2002 pasaría a la cartera de Ciencia y Tecnología.
El fallido giro "moderado" del PP en Catalunya
Fue ese año en el que, finalmente, se afilió al PP y fue proclamado por Aznar como presidente del partido en Catalunya. Era el enésimo intento de la formación de derechas para ganar presencia en el territorio y ser más competitivo en las urnas. Con Piqué el relato oficial hablaba de un dirigente bien conectado con el establishment empresarial y económico, que haría gala de la moderación y de un cierto catalanismo. Pero la realidad es que esto último sería un espejismo y a la hora de la verdad el sucursalismo seguiría marcando el día a día de la formación, ya que las decisiones claves se siguieron tomando desde Madrid.
Con el movimiento, el PP también buscaba fortalecerse como una potencial alternativa a CiU entre los sectores de orden catalanes, con la expectativa puesta en el probable desgaste que sufriría la coalición catalanista a raíz de la inminente retirada de Jordi Pujol, que dejaría la presidencia en 2003, tras 23 años al frente de la Generalitat.
En su paso a la política catalana, Piqué lideró la candidatura del PP en las elecciones al Parlament de 2003 y 2006, obteniendo 15 y 14 diputados respectivamente, por debajo de los 17 obtenidos por Aleix Vidal-Quadras en 1995 y de los 18 y los 19 que Alicia Sánchez-Camacho sumaría en los comicios de 2010 y 2012. Con todo, sus resultados se sitúan en la franja alta de los de una formación que actualmente apenas cuenta con tres representantes en el legislativo catalán.
Con un estilo marcadamente menos agresivo que algunos de sus predecesores -fundamentalmente un Vidal-Quadras que fue una de las víctimas colaterales del Pacto del Majestic a partir del cual la CiU de Pujol facilitó la investidura de Anzar en 1996-, Piqué provocó que el PP llegara a implicarse en un primer término en las conversaciones en el Parlament sobre el nuevo Estatut. Sin embargo, la pérdida del Gobierno español se traduciría en una radicalización del PP, que acentuaría un anticatalanismo que nunca había abandonado completamente. En pocas palabras, mientras Piqué defendía algunos de los planteamientos del nuevo Estatut, su formación inició una enorme recogida de firmas en todo el Estado contra la normativa.
Poco a poco, su autoridad en Catalunya estaba más cuestionada y la puntilla llegaría en julio del 2007, cuando Génova impuso los nombres del comité electoral del PP en el territorio sin incluir a las personas de la máxima confianza de Piqué, como los diputados en el Parlament Francesc Vendrell y Rafael Luna. El exministro decidió dimitir -sería relevado por Daniel Sirera, ahora alcaldable de la formación en Barcelona- y dejaría la primera línea política, pero no los cargos relevantes.
Acumulación de cargos
A partir de ese momento Piqué iría encadenando cargos en grandes empresas y lobbies económicos o políticos, haciendo gala de un atlantismo furibundo, un neoliberalismo extremo y un rechazo al soberanismo catalán que se acentuaría con la llegada del Procés y que dejaría en un espejismo el supuesto catalanismo que se le había atribuido en el pasado. Presidente de la aerolínea Vueling de 2007 a 2013, Piqué también pasó por los consejos de administración del gestor aeroportuario Aena, la constructora OHL, Seat, Amadeus o compañías inmobiliarias, entre otras muchas. Además, de 2011 a 2013 viviría su segunda etapa al frente del Cercle d'Economia y también sería patrón del Instituto Atlántico de Gobierno o del Real Instituto Elcano.
Sin dejar de militar nunca en el PP, en los últimos años Piqué defendió a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, exponente del sector más neoliberal y desregulador del partido, y compareció en alguna ocasión con su antiguo jefe, José María Aznar, en actos en que atacó tanto a las formaciones de izquierdas como al independentismo -en un acto de Societat Civil Catalana llegó a tachar a sus dirigentes de "fascistas"- y reivindicó la monarquía.
Hace pocas semanas, el actual líder estatal del partido, Alberto Núñéz Feijóo, había anunciado su fichaje para la nueva fundación de la formación. A medida que habían pasado los años, Piqué se había vuelto más conservador y neoliberal, sin que quedara rastro alguno de ese idealista que de joven se había afiliado a un PSUC que combatía la dictadura pero también luchaba por un mundo más justo.
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