Alfonso Fernández Mañueco (Salamanca, 29 de abril de 1965) repite como cabeza de cartel del PP en las elecciones a presidente de la Junta de Castilla y León, las mismas que perdió contra todo pronóstico a manos de Luis Tudanca en 2019.

El salmantino representa como nadie el perfil del político 'profesional' y es, sin duda, un artista en vivir de lo público, ya que no se le conoce otra dedicación.

Estudió Derecho en la Universidad de Salamanca e hizo unas prácticas en el bufete de abogados de su padre, alcalde franquista en Salamanca de 1969 a 1971. En cuanto a sus estudios, se ha especulado con la carrera universitaria del actual presidente de la Junta, ya que no se conocía la fecha de finalización de la misma.

El resto de su vida laboral, solo cargos políticos: con 28 años fue secretario general del Partido Popular de su ciudad. Con 30, concejal del Ayuntamiento de Salamanca. Con 31, presidente de la Diputación. Con 36 entró en la Junta como consejero. Y con 46 años logró ser alcalde de Salamanca.

Mañueco no ha estado, por tanto, jamás en la oposición, y solo en 2019 se vio cerca de ella al perder las elecciones con el socialista Luis Tudanca a presidente de la Junta. Su palidez al conocer los resultados en el hotel Alameda Palace de la capital charra fue vox populi entre los periodistas que siguieron la votación. Solo un posterior acuerdo con Francisco Igea, gracias al empujón del exlíder de Ciudadanos, Albert Rivera, le hizo respirar tranquilo. Sus desavenencias posteriores, que le han llevado a proclamar "el Gobierno es mío" en el primer debate entre candidatos, son otra historia.

Está casado y tiene dos hijas, también muy implicadas en la política y a las que es frecuente ver en los mítines de su padre. Su mujer, Fina, es hija del político popular José Martín Méndez, conocido como Pepe Villares porque fue alcalde de esta localidad salmantina desde el franquismo (1974) hasta 2019.

Mañueco es muy aficionado al fútbol y los toros. De hecho, su apoyo al Real Madrid le granjeó muchas enemistades entre los seguidores del equipo de su ciudad, la UDS, ya que le echaban en cara su falta de ayuda a la Unión, que terminó desapareciendo en 2013.

Impuntual por naturaleza, lo que han sufrido en sus propias carnes los periodistas que le siguen, se le ha acusado en numerosas ocasiones de controlar la información publicada en los medios gracias a estudiadas campañas de publicidad institucional que se repartían a su albedrío.

El político charro ha dejado muchos cadáveres en su caminar, aunque el más destacado de todos fue el de Rosa Valdeón. La zamorana, entonces vicepresidenta de la Junta, era la preferida de Juan Vicente Herrera para sucederle, pero un oportuno control de alcoholemia, cuyo atestado llegó antes a los medios que al juzgado, condenó su carrera política. El gran beneficiado, curiosamente, fue Fernández Mañueco, que había decidido presentarse para tomar el relevo de Herrera.

En esta ocasión, el salmantino ha asegurado que convocó las elecciones anticipadas por el "riesgo" a una moción de censura y la "traición" de Ciudadanos, pero lo cierto es que la creciente rumorología señalaba a los procesos judiciales que tiene abiertos y sus posibles condenas como la razón de peso. Uno de ellos imputa al presidente del PP de Salamanca, Javier Iglesias, a su gerente, Isabel Sánchez, y al propio partido en la presunta falsificación de firmas de afiliados morosos del Partido Popular, por la que se habrían realizado ingresos en B para que el salmantino ganara las primarias de su partido.

Los resultados de las encuestas han dejado preocupados a los populares. Ésta quizá sea la razón por la que se ha visto a Mañueco más cercano que nunca a Isabel Díaz Ayuso, en un movimiento que muchos catalogan de "interesado", deslumbrado como está por el fenómeno electoral de la presidenta madrileña.

El día 13 de febrero, los ciudadanos de Castilla y León decidirán si Mañueco viaja hacia la oposición por primera vez en su vida política o si sigue considerando que el Gobierno "es suyo" con el apoyo seguro de Vox.