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Si Pedro Sánchez es presidente del Gobierno es porque Alberto Núñez Feijóo no fue capaz de articular una mayoría parlamentaria que apoyase su investidura. Un año después, este sigue siendo el gran dolor de cabeza del Partido Popular (PP) porque aunque Pedro Sánchez disolviera las Cortes para convocar elecciones —como le piden—, el líder del PP tendría muchas papeletas de volver a un callejón sin salida: Vox es un repelente para el PNV y Junts es un repelente para Vox. Y sin los tres, no dan los números. No tienen mayoría.
El mismo problema, aunque con más y distintos actores, es el que atormenta a Sánchez. Sin los nacionalistas vascos y los de Carles Puigdemont las derrotas parlamentarias están garantizadas. Y, si bien es cierto que las relaciones con el PNV son más fluidas que las del PP, los posconvergentes cada vez ponen más piedras en el camino a la coalición entre PSOE y Sumar.
Así, y pese a que una mayoría del Congreso le dio su confianza a Sánchez, populares y socialistas siguen peleando por decantar su bloque político, y para eso ambos necesitan a Junts y al PNV. Seducirles se ha convertido en el principal objetivo para el PP, que desde que asumió que continuaría en la oposición planteó como estrategia llevar propuestas al Parlamento que ideológicamente les acercasen a esos dos partidos. Lo sucedido la semana pasada con el reconocimiento de Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela es un buen ejemplo de ello. Otros asuntos pueden ser la lucha contra la okupación o la inmigración, defienden desde el PP.
La premisa para el PP es sencilla: hay más afinidad ideológica con ellos que con el PSOE y Sumar y se trata de evidenciar que la mayoría de la Cámara Baja "es de derechas". Con esto, creen, no solo consiguen ahondar en la debilidad parlamentaria del Gobierno, sino que allanan el terreno para futuros posibles pactos. En el entorno de Feijóo son conscientes de que queda trabajo por hacer en el partido para conseguir que acepten a Junts como un socio más e ir colocando este escenario en el imaginario colectivo es fundamental.
En el entorno del Gobierno de coalición, por otra parte, empiezan a erizarse los nervios con el grupo parlamentario que lidera Míriam Nogueras. Nunca se entendió a Junts per Catalunya como un aliado fiable de la mayoría de investidura, pero su actuación en votaciones importantes del Congreso como la ley de extranjería, la senda de déficit (antesala de los Presupuestos Generales) o la ley de alquileres de temporada han ido minando, poco a poco, la confianza del bloque progresista incluso sobre sí mismo.
La realidad es que ese bloque progresista solo puede sobrevivir con la connivencia de Junts y el PNV. Fuentes del Grupo Parlamentario de Sumar, en conversación con este medio, deslizan una idea que empieza a ganar peso y que alimenta esa perspectiva de competencia entre Sánchez y Feijóo por ganarse el favor de jeltzales y posconvergentes, la auténtica piedra angular de la legislatura.
"Tenemos que abundar en temas en los que podamos encontrar consenso con Junts y PNV", explica un diputado de los de Yolanda Díaz. Se refiere a que, habida cuenta de que la baja producción legislativa y las derrotas parlamentarias son dos de las cuestiones que más se le echan en cara al actual Gobierno de coalición, debería contemplarse la posibilidad de llevar a la Cámara Baja propuestas a las que no se pueda oponer, especialmente, Junts. No se refiere a renunciar a las grandes carpetas de la legislatura (inmigración o financiación autonómica, entre otros), sino a combinarlas con temas con los que puedan conseguir mayorías fáciles en el Congreso.
Habla de cuestiones que tengan que ver con la regeneración democrática; competencias lingüísticas y potenciación de la lengua o financiación para los ayuntamientos. "Son solo ejemplos, pero es muy difícil que Junts se pueda oponer a ese tipo de cosas", remata. Es la misma estrategia que abona el Partido Popular, pero con otros temas.
En la última sesión de control al Gobierno en el Congreso, Sánchez sacó pecho de que su Ejecutivo ya ha aprobado doce leyes entre proyectos de ley y reales decretos, pero para sus aliados no es suficiente. Quieren que se legisle más y que se aprueben los Presupuestos Generales para ver cumplidos los puntos de los respectivos acuerdos de investidura.
El propio Sánchez ha dado signos de cansancio en cuanto a la actividad parlamentaria se refiere. Sorprendió a propios y extraños cuando en un acto de su partido aseveró que la legislatura tendrá continuidad "con o sin el concurso del poder legislativo". Fueron unas palabras ampliamente criticadas. Cayeron como una bomba. De todas formas, están lejos de la realidad a juzgar por lo que transmiten distintas voces de La Moncloa, que insisten en que tratarán de convencer a Junts hasta el último minuto para aprobar los que, eventualmente, serían los primeros Presupuestos de la legislatura.
Fuentes de Junts, por un lado, rechazan aprobar la senda de déficit si es la misma que se presentó en julio y, por otro, no cierran la puerta a negociar los Presupuestos.
La única garantía de Sánchez
La única garantía de continuidad que tiene Sánchez es que el bloque de las derechas tiene un encaje más difícil, incluso, que el de la mayoría de investidura. Santiago Abascal rechaza de plano formar parte de una eventual ecuación con los independentistas. "En un acuerdo donde esté Puigdemont nosotros no vamos a estar, nunca", zanjan fuentes de la formación de extrema derecha en conversación con Público. "Podemos votar lo mismo, pero nunca vamos a pactar", remachan. Por eso nadie ve posible una moción de censura de Feijóo por mucho que este eleve el tono.
Con todo, el PP de Feijóo no tira la toalla y tampoco esconde sus intenciones. Un sector del partido cree que es "fundamental" para el futuro de la formación reconstruir los puentes con el PNV pese a la poca sintonía con Aitor Esteban, portavoz en el Congreso. En cuanto a Junts, en Génova ya hubo un acercamiento a los de Puigdemont durante la ronda de contactos para la investidura fallida de Feijóo y la interlocución sigue abierta. Con quien más difíciles parecen estar las cosas ahora es con Vox, pero el PP no está preocupado por esto: "No pueden asumir el coste de dejar gobernar a la izquierda", zanjan fuentes de la formación conservadora. Los objetivos difíciles son Junts y el PNV. Los votos más cotizados del Parlamento. Los que le permiten a Sánchez demostrar que hay Gobierno y a Feijóo que podría haberlo.
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