El que fuera el primer ministro de Administraciones Públicas del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero nunca ha renunciado a expresar sus opiniones políticas a pesar de que, tal y como remarca, dejó de ejercerla en 2009 al fichar por la prestigiosa consultora inglesa Pricewaterhouse Coopers. Jordi Sevilla (Valencia, 1956) ha escrito desde entonces un buen puñado de artículos acerca de las perspectivas económicas o sobre el futuro del socialismo. Ahora, junto con personalidades de bien distinta ideología como el exministro del PP Josep Pique, Sevilla se ha embarcado en el proyecto del Foro + Democracia que se ha marcado como objetivo establecer las pautas para democratizar los denostados partidos políticos españoles. La conversación con el aún miembro del PSOE tuvo lugar el pasado jueves por teléfono.
Algunos de los miembros del Foro + Democracia, como usted mismo, han estado en la primera línea de la política e incluso han tenido una alta responsabilidad en el Gobierno. ¿Por qué es necesario cambiar los partidos ahora y no antes?
Las cosas surgen cuando surgen y, posiblemente, en un momento de crisis como es éste, es cuando más se evidencia que quienes deberían ponerse de acuerdo para sacarnos de la crisis, que son los partidos políticos, no funcionan adecuadamente. Eso exige algunos cambios. En todo caso, creo que es un activo que uno hable de algo que ha conocido frente a muchos que hablan de lo que les cuentan.
Sus propuestas se parecen mucho a las que se vienen exigiendo en las plazas y en las calles en los últimos años. ¿Está influyendo ya el 15-M en la forma de hacer política?
Si, sin lugar a dudas. Pero nosostros queremos abrir un proceso de debate que acabe con una propuesta concreta. No basta con decir que queremos mejores partidos, más democráticos y transparentes. Queremos hacer propuestas legislativas concretas para llevar a los grupos parlamentarios y decirles que creemos que por unas razones es eso lo que hay que hacer.
¿Pretenden ser entonces el cauce entre las propuestas ciudadanas y la alta política?
No aspiro a tanto. Lo que creo es que el momento requiere ir dando pasos. Es posible que el 15-M sintetizara un gran cabreo ciudadano, y es un movimiento que tiene muchas virtudes en nuestro país. La primera es que sigue pidiendo más y mejor democracia a diferencia de lo que está pasando en otros países como en Grecia, donde la extrema derecha está subiendo mucho, o en Italia, donde los fenómenos populistas y antipolítica están creciendo mucho. Pero el siguiente paso es en el que estamos algunos, y es hacer propuestas muy concretas. Ya no sólo criticar, ya no sólo patalear, ya no solo protestar. Y eso evidenciará las resistencias a hacerlo por parte de aquellos que no quieren hacerlo porque pierden privilegios.
En su iniciativa participan tanto usted, que es del PSOE, como otro exministro, Josep Piqué, del PP. Ahora que se habla de los grandes acuerdos de Estado, ¿están intentando ustedes dar ejemplo?
Lejos de nosotros querer ser ejemplo de nada. Hace tiempo que venimos reclamando que hay que hacer un pacto de Estado para salir de esta. Esto es muy gordo como para que un sólo partido o un sólo Gobierno, por mucho que tenga mayoría absoluta y tenga las siglas que tenga, lo pueda hacer sacar adelante. Eso es lo que está fallando de nuestro sistema político. El grito no debería de ser tanto el 'no nos representan', porque cuando se vota y más del 70% de los ciudadanos votan, nos representan. El grito debería de ser: 'no hacen su trabajo'. Los partidos políticos son una herramienta y con su estructura actual son una herramienta ineficaz.
¿Sería deseable un pacto sólo entre el PSOE y el PP?
Un gran acuerdo, por definición, debe ser grande, así que cuanta más gente esté dentro mejor. Yo aspiraría a unos nuevos pactos de la Moncloa que es lo que todo el mundo reclama. Todo el mundo hace una valoración positiva de esos pactos pero luego no hay manera de que se repitan. Yo aspiraría a juntar a todo el mundo. Es una cuestión de eficacia. Para hacer las cosas que hay que hacer, desde combatir el fracaso escolar hasta reformar las administraciones o reestructurar nuestro mapa autonómico en un sentido federal la fuerza que hace falta para vencer las resistencias existentes sólo se puede obtener desde un gran acuerdo político y social.
Parece que por el momento el único pacto posible es entre esos dos grandes partidos, los que han gobernado en los últimos años.
La democracia en circunstancias normales es un sistema en el que cambias de Gobierno cuando no te gusta. Pero estamos en circunstancias excepcionales. Estamos viviendo un cambio de modelo, un cambio de paradigma. Esto no puede dejar a las instituciones seguir funcionando como si no pasara nada y como si siguiéramos estando en los años 70 del siglo pasado.
Una de sus propuestas es, precisamente, que la democracia no sea una cita cada cuatro años.
Evidente, porque las circunstancias están cambiando. Antes no pasaban estas cosas. Esa es la visión que tenemos que exigir.
¿Cuál sería la fórmula, la celebración de referéndums?
Podría serlo. Pero nosotros ahora estamos centrados en los partidos políticos. Hemos iniciado un debate y esperamos empezar a tener en torno a septiembre propuestas concretas. Queremos iniciar un debate, porque no estamos en el modelo de sacar un manifiesto y exigir adhesiones a través de firmas. No es el que hemos elegido nosotros. Hemos decidido concretar los problemas, discutirlos, buscar soluciones, ver lo que aporta la gente, y el resultado final será en septiembre. Se trata de cambiar los incentivos de un partido político y los incentivos con los que funcionan los partidos, y eso dará lugar a otra política.
Por hablar de cuestiones concretas. Ustedes dicen que los partidos tienen que ser más democráticos. ¿Significa eso que deberían ser obligatorias las primarias?
Sí, sin lugar a dudas. Cuando usted dice que los partidos deben ser más democráticos es verdad, pero porque en el fondo pensamos que así se aproximarían más a las preocupaciones de los ciudadanos. Esta no es una cuestión de filosofía, de que es mejor ser bueno que malo. Es una cuestión de eficacia. Un partido en el que las cúpulas se blindan, se aíslan y se alejan, y pierden el contacto con la realidad, es muy difícil que acierte, y si lo hace será por casualidad.
¿La consulta es, entonces, la solución?
Yo he vivido primarias en el PSOE y, a veces, el modelo de primarias también tiene sus pegas. Primero, porque hace hiperliderazgos y cesarismos no siempre elegidos con criterios de racionalidad y de eficacia en la sociedad mediática en la que vivimos. Y en segundo lugar, hay que buscar el contrapeso y los parlamentos internos en los partidos. No puede ser que por ganar las primarias uno se convierta en un pequeño dictador que nombre a los candidatos, a las ejecutivas etc. Eso es lo que hay que evitar. La pluralidad también existe en los partidos, y por tanto debe de reflejarse en un sistema democrático de contrapoderes en el seno de los partidos.
Algunas de sus propuestas están también en los documentos políticos que está aprobando su partido, el PSOE.
Sin lugar a dudas. Sobre estos temas hay mucha gente que ha pensado desde hace mucho tiempo. Me agrada darme cuenta de que las cosas que estamos proponiendo no son exotismos que se nos acaban de ocurrir. El problema es cómo conseguir que los partidos políticos no nos hagan creer lo que nos han hecho creer hasta ahora: que los programas están para incumplirse y que una cosa es lo que se dice en el Gobierno y otra la que se dice en la oposición. Eso es lo que está matando el sistema político español.
Permítame que le haga un par de preguntas sobre su partido. ¿Deben adelantarse las primarias?
No creo que ese sea el debate que esté encima de la mesa. De mi partido no me preocupa tanto quién es el candidato o quién es el secretario general, sino el partido como tal qué propone, qué quiere hacer, qué reflexión hace de lo que ha hecho. Porque si no, volvemos a la cuestión del cesarismo. No creo que de estas situaciones se salga con grandes liderazgos y con cesarismos. Hay que salir colectivamente. Un partido democrático y progresista debería reforzar la autocrítica.
Entonces, ¿usted no cree que haya un problema de liderazgo en el partido?
No, no, no, yo no he dicho eso. He dicho que yo no creo que ese sea el problema más acuciante. Yo también me leo las encuestas y me doy cuenta de que en la sociedad mediática en la que vivimos hay que tener gente que conecte y que sea capaz de trasladar a la ciudadanía. ¿Qué? El contenido es el que yo creo que tenemos que poner encima de la mesa y luego ya veremos quién es la persona que es más capaz de transmitirlo y trasladarlo, de una manera más eficaz.
Hay voces que dicen que usted salió del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero por no apoyar el Estatut con ahínco suficiente.
Yo salí del Gobierno porque el presidente me cesó, que fue el mismo presidente que me nombró. Nunca le pregunté por qué me había nombrado, como nunca le pregunté por qué me había cesado. Es evidente que en cualquier Gobierno tú tienes más o menos discrepancias. Es evidente que en la cuestión del Estatut no todo el mundo opinábamos igual, pero yo no establezco esa relación, entre otras cuestiones, porque cuando yo salí del Gobierno el Estatut hacía un año que se había aprobado. Como no fuera un cese en diferido...
Su foro reclama la regeneración política. Parece que en Catalunya cada vez hay más voces que asocian esa regeneración a la independencia, como en el caso de CiU o ERC, o al derecho a decidir, como pide el PSC.
Cuando vivimos momentos complejos porque las respuestas de siempre no valen porque nos han cambiado las preguntas, la tendencia a improvisar de las sociedades buscando desesperadamente una solución es muy elevada. Es lo que ha sucedido en Grecia o en Italia. Uno se coge a un clavo ardiendo. Yo creo que con independencia de que llevo mucho tiempo defendiendo en público que el modelo autonómico español necesita un salto federal, no creo que en este momento los problemas que sufren los ciudadanos catalanes se resuelvan a través ni del salto federal, ni del derecho a decidir ni de la independencia.
Los líderes sociales parecen estar al borde de sustituir a los políticos. Por ejemplo, parece que Ada Colau es percibida como referente por algunas personas, algo que no sucede con los líderes políticos.
De nuevo es por lo mismo. Porque en momentos de convulsión social la gente busca a la desesperada culpables y salvadores. En ese proceso es evidente que se abre el espectro y surgen personas válidas, que defienden bien lo que tienen que defender, que tienen su sector y su posicionamiento parcial y que queremos mucho más allá de ellos. Por el hecho de que haya hecho muy bien sobre las hipotecas y los desahucios eso no quiere decir que sobre las pensiones o sobre la política industrial tenga nada relevante que decir.
¿Tienen pensado dar el salto a la política?
Como plataforma no. Nosotros seguimos creyendo que los partidos políticos son necesarios y por eso pedimos su reforma y no su anulación o su suspensión.
¿Podría ser positivo el fin del bipartidismo?
Yo no tengo claro que eso vaya a suceder. En la medida en la que mi análisis es en función de la eficiacia, si es difícil que dos se pongan de acuerdo no se si será posible poner de acuerdo a más.
¿La solución pasa por los grandes partidos?
No. Pasa por los grandes acuerdos.
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