Este artículo se publicó hace 9 años.
Paco Frutos, el 'pagès' del PCE
Durante una década secretario general del PC, Francisco Frutos repasa para Público una trayectoria política forjada en Catalunya. Sobre el procés, advierte: “¡Ojo, que se nos puede ir de las manos!”
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MADRID.- Dice que “Catalunya se ve muy mal” desde la ventana de su modesto piso del antiguo Vallecas, una casa de suelos embaldosados y elevados techos, como su altura. Catalán de cuna y acento, madrileño a tiempo parcial, Francisco Frutos (Calella, 1939) explica a continuación: “Porque la aventura se convirtió en circo y charca. Y tras la decisión tomada ayer, más los cuatro años de inmovilismo del PP, el circo tiene cada vez peores números ¡y más arriesgados! y la charca política huele cada vez peor”.
“Otra cosa es cuando estas allí”. Y mira hacia la ventana recordando la masía del siglo XIX que lo vio nacer un 25 de enero cuando, recién parido, sus tías lo escondieron bajo el establo porque el crucero franquista Canarias había comenzado a bombardear su añorado trozo de costa mediterránea. De los recuerdos de infancia rescata la calle, “en la que nos pasábamos el día jugando al fútbol o a la guerra”; los años de colegio en las Escuelas Pías de Calella; y a los abuelos, que lo criaron cuando la madre falleció con 27 años.
"Después de las primeras movilizaciones me despacharon de la fábrica, pero yo seguía animando a los trabajadores"
“Mi familia era una familia de mentalidad campesina”. Sin embargo, desde muy joven, Paco distribuía sus horas entre el trabajo en las dos hectáreas de regadío de la masía y unas fuertes inquietudes culturales. “Escuchaba a Chopin mientras miraba el mar desde mi habitación en la primera planta. Leía a Sartre, a Simone de Beauvoir… en los libros que compraba clandestinamente en el mercado barcelonés de San Antonio. Especialmente ─me encantaba─ durante los días de lluvia”.
Las inquietudes políticas le llegarían cuando, a los 21 años, se cruzó en su vida el Partit Socialista Unificat de Catalunya; el PSUC. “Cuando me tocó hacer la mili, en La Seu d’Urgell, conocí a unos compañeros universitarios, represaliados, que habían estado en contacto con la movilización estudiantil. A partir de ahí, establecí una relación política; fueron ellos los que dieron parte a la dirección en el exterior y, en el 63, fue un dirigente clandestino quien vino a visitarme y conectarme definitivamente con el PSUC”.
Evoca con los ojos brillantes lo que vino después: los dos o tres pasaportes falsos con los que regularmente se desplazaba a las afueras de París o a Normandía. “Nos reuníamos en los castillos que habían sido confiscados a sus dueños por colaborar con las autoridades nazis y que estaban en manos de los sindicatos o el Partido Comunista francés”. Casado con 23 años, y enseguida padre de dos hijas, su decisión de trocar el campo por una fábrica de nylon y tergal, la SAFA de Blanes, supondría el desembarco de Paco en la otra organización que ha marcado su vida: la entonces incipiente Comisiones Obreras.
“Entonces las comisiones estaban empezando; nos reuníamos en la playa. Después de las primeras movilizaciones me despacharon de la fábrica, pero yo seguía animando a los trabajadores, publicando nuestro boletín Adelante y coordinando la lucha con otras plantas en lo que supuso la creación de la Comissió Obrera Nacional de Catalunya”. De entre aquellos años de conciencia embrionaria, se acuerda Paco de la gran huelga convocada tras el asesinato, a manos de la policía, de tres obreros en Granada. “Se paralizó todo desde el primer momento, vinieron 400 policías, allí me detuvieron y me metieron en la prisión de Girona”.
Apenas pasó dos meses en la cárcel y menos de un año hasta que volvió a ser detenido, y enviado a la Modelo, en la llamada Caída de los 113: la entrada de la policía franquista en una reunión, en la que Paco participaba como representante de CCOO, de la recién creada Asamblea de Catalunya. “Era creciente la efervescencia cultural, universitaria; las reivindicaciones en las barriadas obreras. La Asamblea nació en el 71, impulsada por el PSUC, para aglutinar todo eso y trabajar por el fin del régimen, como después harían en el resto del Estado la Junta Democrática y la llamada Platajunta”.
"Libertad, amnistía y estatuto de autonomía" fue el lema que sintetizó los objetivos de la Asamblea que, según Frutos, convirtió a Catalunya en ejemplo para el resto de España. “Aportamos la lucha del movimiento obrero y popular; la reacción de las fuerzas de la cultura desde un punto de vista de fraternidad. Cada brutalidad del régimen despertaba un movimiento de solidaridad, ¡y sin las fiebres identitarias que hay ahora! En ese momento todo se puso en marcha”.
"Cada brutalidad del régimen despertaba un movimiento de solidaridad, ¡y sin las fiebres identitarias que hay ahora!"
Así fue. La Asamblea se disolvió en el 77, tras la celebración de las primeras elecciones democráticas en las que el Partit Socialista de Catalunya, coaligado con el PSOE, fue la fuerza más votada. El Estatut se aprobaría dos años después. En 1980, las primeras elecciones autonómicas llevarían al de Calella al Parlament y a Jordi Pujol a la presidencia de la Generalitat.
De aquel president recuerda Frutos a “un hombre contemporizador, nacionalista constructivo”. Y entre las anécdotas, evoca la famosa frase de la noche del 23-F cuando, siendo ya secretario general del PSUC, era informado por Pujol. “Luego se han hecho cientos de chistes con lo que alguien le comunicó desde Madrid; aquello de “Jordi, tranquil, que es la Guardia Civil”.
En 1984 se produciría la otra gran mudanza en la vida de Paco. Tras la descomposición del PSUC, Gerardo Iglesias, entonces secretario general del PCE lo llamó para que se hiciera cargo del movimiento sindical del partido. “Desembarco en Madrid, pero me pateo toda España”. Trabajo y tesón que le convertirían, en un par de años, en responsable de la Comisión Económica y Sindical y en diputado del Congreso desde el 96.
La gran faena de Frutos llegó con Julia Anguita, al que sucedió en 1998 al frente de la secretaria general del PCE. “Él ya había tenido varios infartos. Pero una noche recuerdo que me llamó Víctor Ríos y me comunicó: "No te vayas a dormir que Julio me ha dicho que hasta aquí ha llegado”. Entonces tenía 61 años y su respuesta fue: “Es duro; me viene muy mal”. Pero aceptó. Y en enero de 2000 fue designado candidato de IU a la presidencia del Gobierno.
“Un fracaso sin paliativos”, reconoció Frutos la misma noche electoral en la que la coalición perdió la mitad de su electorado y 13 diputados. En 2003 abandonó su escaño y en 2008 anunció que, después de una década al frente de la Secretaría General del PCE, estaba lo suficientemente cansado como para dejar la política.
No tiene aspecto de tener los 76 años que acaba de cumplir. Jubilado, mata las horas y la nostalgia de sus antiguos quehaceres en un blog, El Blog de Francisco Frutos. Está a punto de dejar su Vallecas a tiempo parcial para celebrar el cumpleaños de una de sus dos nietas en su verdadero hogar, en Calella. Dice que volverá a escuchar a Chopin mientras, a través de su ventana, mira el mar. Y a una Catalunya que ─advierte─ “se nos puede ir de las manos”.
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