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Actualizado:Miles de personas en Sevilla, Málaga, Cádiz y Murcia han tomado este sábado las calles para defender la vivienda como un derecho. Los precios de los alquileres, la turistificación y los excesos especulativos que impiden el acceso a un piso son los ejes de unas protestas que inauguran una nueva oleada de reclamaciones. También se han producido manifestaciones en Tarifa y La Línea de la Concepción.
En Sevilla, una multitud se agrupó en el Palacio de San Telmo, la manifestación fue animándose con el paso del tiempo. A, ritmo de una batucada y a la voz de "No es turismobia, es lucha de clases", arrancó el paso por la Avenida de la Constitución, hacia las 12.10. Había mucha presencia de gente joven, los más afectados por la crisis de vivienda, quienes más dificultades encuentran. Amalia Vahí, de la Asociación vecinal Triana Norte y Nerea de Tena, miembro de Haciendo Barrio, Macarena, atendieron a los medios: "Lo que queremos es garantizar que ese piso, vivienda o bloque, no pierda esa función habitacional".
"El turismo se ha incorporado como un recurso económico para quienes ha heredado, pero todo tiene posibilidad de ser limitado. No olvides la función habitacional, no pienses solo en el bolsillo. El mercado inmobiliario está peleando con todas sus herramientas, pero hay que garantizar que ese piso, vivienda o bloque no pierda esa función habitacional", plantearon las portavoces del movimiento ciudadano que ha convocado esta protesta.
La marcha recorrió el centro de Sevilla, repleto de turistas, una torre de babel. Mientras se coreaban los lemas de la manifestación, —"ni gente sin casa, ni casas sin gente"; "la ley de vivienda es una puta mierda"; "menos construir y más intervenir"— la gente comía pimientos asados y papas aliñás y bebía vasos de vino y cortás en los bares que rebosan las calles.
Las plataformas convocantes llevan un tiempo preparando con mimo las manifestaciones con seriedad y alegría. Este viernes, en La Macarena, hubo un taller de creación de pancartas. Algunas de ellas pudieron verse este sábado. "Menos Airbnbs más corral de vecinos"; "La patria son tus vecinas"; "la vivienda es un derecho, no un negocio", "menos candaos y más macetas", "yo he heredado, pero a mis amigos los han echado"; "nací en La Alameda, pero me echaron a las afueras"; "se acabaron las casas vacías, los alquileres abusivos"; "la paz para los especuladores".
Cada ciudad tiene su propia casuística, pero hay patrones comunes en todas ellas: acogen más turismo del necesario y acumulan miles y miles de viviendas vacías. La vivienda se ha colocado en los últimos meses en el tercer lugar entre las principales preocupaciones de los andaluces, tras el paro y el estado de la sanidad pública, según los sondeos que efectúa el Centro de Estudios Andaluces, organismo dependiente del gabinete de Juan Manuel Moreno Bonilla (PP).
En Sevilla, la protesta fue llegando a las setas, gran símbolo del turismo, de un modelo de ciudad, y al mismo tiempo de las protestas en Sevilla desde el 15M. Allí, al filo de las 13.40 las miles de personas congregadas sacaron las llaves y crearon un concierto basado en su tintineo. De nuevo, se corearon los lemas fundamentales —"un desalojo, otra okupación"; "Gobierno progresista, hipócrita y rentista"; "ni gente sin casa, ni casa sin gente"— y se leyó un texto en el que se reivindicó que "la vivienda es un derecho garantizado en la Constitución española".
Portavoces de las plataformas convocantes fueron turnándose en la lectura de las principales reivindicaciones de la protesta: "El derecho a la vivienda es transversal, garantiza la vida digna de cualquier ser humano, venga de donde venga. Jóvenes y personas con economía vulnerable nos vemos forzadas a posponer un derecho vital. El Turismo afecta a la convivencia y las ciudades y pueblos se convierten en espacios hostiles. Existe un gigantesco Monopoly. La ley de la vivienda es un avance, pero no soluciona los problemas estructurales".
Frente a ello, las portavoces fueron enumerando algunas medidas, entre ellas: Uno, el freno al precio de los alquileres. Dos, el freno a la turistificación. Tres, aumento del parque público de viviendas. Cuatro, garantías legales y freno a los desahucios sin alternativa habitacional.
Cinco, un límite a la especulación y acceso al suelo urbano. Expropiación de uso de las viviendas vacías. Seis, garantía de suministro energético. Siete, promoción del cooperativismo y cesión de uso. Ocho, renta básica universal y limitación a las grandes fortunas y beneficios corporativos. Y nueve, revitalización verde y reforestación urbana.
Después, de nuevo el multitudinario tintineo de llaves, mientras se coreaba "ni gente sin casa ni casas sin gente" cerró la protesta. Eran las 14.06.
Resistencia a la expulsión
Las regulaciones acometidas hasta ahora por el Gobierno andaluz, que rechaza aplicar la ley de vivienda estatal —considerada incompleta e insuficiente por las plataformas ciudadanas— y promueve una propia, con un modelo basado en el aumento de la oferta —el retorno del ladrillo— y por los ayuntamientos no han frenado los efectos de la turistificación, que expulsa a los habitantes del centro de las ciudades.
En Málaga, donde la manifestación fue multitudinaria de nuevo, el manifiesto recogía estas consideraciones: "Hay otra ciudad que todavía queda en los barrios, que todavía pisa las calles, y que es la que la hace que funcionen, que está siendo empujada a los márgenes, que se resiste a irse, a ser expulsada y explotada sin rechistar. Esta es la otra ciudad que se avecina que está construyendo otra cosa, otra ciudad que se basa en el cuidado de su vecindad. Esta es la otra ciudad que se avecina, gracias a la lucha de quienes esta ciudad expulsa".
"Los abusos y brutalidades de este modelo de ciudad —agregan no dejan de crecer, cada vez hay más alquileres abusivos e impagables, más destrucción del territorio, más precariedad laboral. Vivimos una situación límite de emergencia habitacional, climática y de precariedad laboral. Y de aquí solo se sale con autoorganización vecinal, cuidado mutuo y lucha. Solo las vecinas y vecinos salvan la ciudad. Solo la vecindad hace ciudad. Ni el mercado, ni los rentistas, ni los especuladores, ni tampoco las administraciones públicas que los alientan y que han planificado este modelo, van a solucionar nada".
"El proceso —agrega el manifiesto— que comenzó el 29J ha crecido por las calles y barrios de esta ciudad y se ha convertido ya en una ola imparable de apoyo mutuo y lucha vecinal. Hoy no estamos aquí solo para protestar, sino especialmente para construir una fuerza colectiva de autoorganización y lucha que dibuje un nuevo modelo de ciudad desde la vecindad.
"Dónde está, no se ve, la bajada de alquiler", "No queda calle para tanto turismo", "Empresario buenrollero ha comprado el barrio entero", "Más vivienda social sin dejar a nadie atrás, "Cádiz no se vende, Cádiz se defiende", son algunas de las ideas que se han lanzado durante la marcha, según recoge la prensa local.
Desde Murcia, en la protesta convocada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) añaden la problemática de las casas vacías, más de 100.000, aseguran, que podría contribuir a una solución.
Problema de clase y de poder
Para la plataforma Sevilla para vivir "es un problema estructural, de clase y de poder". "Las administraciones, aliadas con los fondos de inversión, los bancos, los propietarios y los rentistas han buscado en los últimos meses blanquear su complicidad en la gestión de la crisis habitacional", consideran.
El geógrafo Iban Díaz ha escrito este artículo titulado ¿Es la huelga de inquilinos la herramienta que necesitamos? en el que recoge la siguiente reflexión al respecto: "Actualmente el problema de la vivienda tiene muchas facetas y un sujeto fragmentado que hay que movilizar en un marco amplio. Además del colectivo de inquilinos, encontramos en nuestras ciudades una creciente cantidad de hogares que son expulsados del mercado y que ni siquiera pueden alquilar".
"Además —añade el profesor de la Universidad de Sevilla— el problema de las hipotecas sigue saltando esporádicamente al ritmo de la subida de los tipos de interés, los vecinos de las ciudades turísticas son desplazados por los alquileres de corta duración y las condiciones de habitabilidad de las viviendas en muchos barrios son denigrantes, independientemente del régimen de propiedad".
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