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El 1 de abril de 1939 Madrid se convirtió en una inmensa cárcel. La Policía Militar del Ejército del Centro, a las órdenes del teniente coronel de Caballería Francisco Tonel, asumió la tarea de mantener el Orden Público en la capital. El 'nuevo' régimen, en su objetivo de dejar clara la división entre vencedores y vencidos y eliminar mediante la implantación del terror cualquier posibilidad de resistencia, estableció una red de cárceles en Madrid. Los restos de aquel Madrid del terror aún siguen esparcidos por toda la ciudad
Sólo en la ciudad de Madrid, el régimen dispuso de 21 cárceles entre 1939-1945. Cinco de ellas eran de mujeres y 16 de hombres. El historiador Antonio Ortiz, en una investigación que ha durado más de dos años, ha conseguido reunir información sobre todas ellas y localizarlas en el actual mapa de Madrid. Ninguna está señalizada como antigua cárcel de la dictadura. “Imponer el olvido de estos lugares es una especie de manta que se pretende poner para que la gente no sepa que la democracia se ha construido sobre el esfuerzo de miles de antifranquistas represalidados”, señala Ortiz en declaraciones a Público.
De las 21 cárceles consideradas en el estudio de Ortiz, tan sólo la de Yeserías conserva una función penitenciaria: el Centro de Inserción Social Victoria Kent. El resto, se devolvieron a sus dueños, recuperando su anterior función ─ educativa/religiosa ─, o se vendieron a promotores privados. “Las órdenes religiosas prestaron, primero gratuitamente, y después, previo pago, sus conventos y monasterios al régimen efectos de ser cárceles”, explica a Público Mirta Nuñez, directora de la cátedra de Memoria Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, que señala que uno de los grandes objetivos de la dictadura fue ocultar la magnitud de la represión, de tal manera que se ha intentado imponer el silencio sobre los inmuebles que fueron utilizados como cárceles, extendiendo ese manto de silencio a la complicidad de la Iglesia.
Estas son diez de las 21 cárceles del Madrid de la represión cuyo oscuro pasado permanece completamente oculto a las nuevas generaciones. Este artículo bien podría considerarse como una ruta turística por el Madrid de la tortura, el Madrid de los vencedores y vencidos y del eterno olvido.
Prisión de Barco
Esta prisión estuvo situada en el céntrico barrio de Malasaña. Concretamente, en la calle del Barco 24. El edificio servía hasta el momento como sede los estudios de Discos Columbia, según apunta Ortiz en su investigación. Junto a las cárceles de Ventas y Duque Sexto son las únicas cárceles que aparecen citadas por el diario ABC a lo largo de 1939.
En la actualidad la planta baja está cerrada y el resto del edificio alberga viviendas particulares. Según Luis Garrido, en esta cárcel estuvo preso su padre, Julián Garrido. Un amigo de la familia contaría después a Luis en qué condiciones vivían en la prisión: “Vivíamos amontonados en muy poco espacio. Todos los días llegaban más detenidos con los que había que compartir los baldosines que pisábamos y la comida, pero lo que de verdad compartíamos era el hambre”.
Las dificultades de Ortiz para encontrar información de esta prisión muestran, a su juicio, el intento de hacer olvidar el pasado de las instituciones. En una de sus visitas al registro, cuenta Ortiz, preguntó por la prisión de la calle Barco y el funcionario le contestó que se había equivocado, que se trataba de los barcos que utilizaban en Bilbao como cárceles. “La mejor información la daba la empresa discográfica que recogía que en la descripción del perfil del edificio que este había sido utilizado como cárcel”, cuenta Ortiz.
Prisión Claudio Coello
El actual convento de Santo Domingo el Real, situado en la calle Claudio Coello, 112 fue habilitado como prisión de mujeres. Entre las reclusas que pasaron este centra se encuentran Carmen Caamaño, Adela Gamella Cirillo y Antonia García 'Toñi', cuyo testimonio fue recogido por Tomasa Cuevas. “En Claudio Coello estuve también unos meses. Estábamos igual que en Ventas, quizá un poquito mejor. No estaban los váteres atascados y comunicábamos más a menudos”, describió García a Cuevas.
Prisión de Comendadoras
Esta prisión recibe el nombre del edificio que ocupó. Estuvo ubicada en el convento de las Comendadoras de Santiago situado en la céntrica Plaza de las Comendadoras. “En la actualidad, este edificio está siendo rehabilitado con fondos de la Comunidad de Madrid”, escribe Ortiz.
En este edificio estuvo preso el escritor y premio Larra en 1977 Ernesto Méndez Luengo, quien describió que en aquel convento se aglutinaban más de tres mil presos. Además de Méndez, estuvieron en esta prisión el compositor Eduardo Rincón, los hermanos Felipe y Victor Sánchez Sierra, ambos del PCE, y el poeta José Hierro.
Prisión de Porlier
La prisión de Porlier era la Prisión Provincial de Hombres número 1. De ella salían los condenados a morir fusilados. Estuvo situada en la manzana que forman la calle General Díaz Porlier, Padilla, Conde de Peñalver y José Ortega i Gasset. Este edificio pertenecía antes a los escolapios, quienes dirigían el colegio Calasancio. Este edificio fue incautado por el Gobierno de la República al principio de la Guerra Civil para ser utilizado como albergue para niños abandonados. Tras la victoria del ejército de Franco, el edificio pasó a ser una cárcel. En 1944, fue devuelto a los escolapios. Actualmente, el edificio sigue siendo una escuela.
Marcos Ana hace referencia a esta prisión en sus memorias: “El edificio de la prisión constaba de seis galerías, tras a cada lado y una especie de entresuelo que llamábamos la provisional”. En mayo de 1939, cuando Marcos Ana ingresó en Porlier, se hacinaban en aquel lugar más de 5.000 presos, entre otros: Manuel Asarta Imaz, Julián Besteiro, Eugenio Mesón Gómez y Cipriano Mera.
Dos años después, en 1941, Marcos Ana fue condenado a muerte en consejo de guerra y pasó a la tercera galería, “destinada a los condenados a muerte; éramos más de mil en ese momento. No sólo se fusilaba en los cementerios, también en la propia cárcel, a 'garrote vi”. Yo bajé varias veces para barrer y recoger las 'notas de capilla' y subía descompuesto. En un rincón, tapado con una lona, mirábamos con espanto el instrumento del garrote, un siniestro 'sillón' de madera y hierro en el que el verdugo , después de sujetar con un grillete la garganta de la víctima, giraba un enorme tornillo hasta romper el cuello del condenado”, narra el poeta en sus memorias.
Prisión de Torrijos
Está situado frente a la antigua cárcel de Porlier. Cuando fue habilitado como cárcel franquista se trataba de un convento de monjas. Estaba situada en la C/de Torrijos, hoy C/ del Conde de Peñalver, 53, en el distrito de Salamanca. En la actualidad, el edificio es utilizado como residencia de mayores por la Fundación Dª Fausta Elorz.
En su fachada hay una placa que recuerda que en este lugar el poeta Miguel Hernández escribió La nana de la cebolla. Paradójicamente, en la placa no se hace mención alguna a que el edificio se trataba de una cárcel y que Miguel Hernández estaba preso en ella. “Leyendo la placa puede parecer que Hernández estuviera en un balneario de vacaciones. Es una prueba del intento de pasar un manto de olvido sobre el pasado y la labor de la Iglesia durante la Guerra Civil y la dictadura”, opina Mirta Nuñez.
Prisión de Yeserías
Se encontraba en el barrio de Delicias, entre las C/s de Juan de Vera, del Plomo y Batalla de Belchite. Actualmente, es el Centro de Inserción Social Victoria Kent. Según Eduardo de Guzmán: “El 31 de diciembre de 1939 funcionan en Madrid las siguientes prisiones: Yeserías, Porlier, Conde de Toreno, Santa Engracia, Torrijos, Duque de Sesto, Ronda de Atocha, Barco, Cisne, Ventas, San Antón, San Lorenzo, Santa Rita, Comendadoras, Claudio Coello y Príncipe de Asturias. Todas se hallaban tan abarrotadas que los presos amenazan con reventar sus recintos, teniendo muchas veces que dormir amontonados en un espacio de 35 centímetros de ancho por metro y medio de largo. En Yeserías, donde me encuentro pasan de seis mil los reclusos; en Ventas hay más de diez mil mujeres y varios millares más en cada una de las restantes prisiones”.
Además de Eduardo de Guzmán, estuvieron entre otros en esta cárcel: Antonio MolinaVázquez, Clemente Sánchez y Miguel Núñez, quien a su vez cita a Domingo Girón, Ángel Diéguez, Larrañaga, Eugenio Mesón, Diego San José, Dicenta y Antonio de Ben.
Prisión Maternal en Instituto-Escuela
Estaba situada en los Altos del Hipódromo, en el edificio que anteriormente fue del Instituto Escuela de Madrid. Actualmente el emplazamiento está ocupado por el IES Ramiro de Maeztu (C/ Serrano, 127), sede del club de baloncesto Estudiantes. Fueron a parar allí parte de las mujeres encarceladas en Ventas que tenían niños.
Según testimonio de una comadrona, recogido por Tomasa Cuevas: “Ventas era como una masa de humanos. Al ser comadrona, trabajaba en la enfermería; como es lógico parían y abortaban mujeres, los niños eran una gran cantidad, porque al tener al padre preso y detener a la madre los traían con ella. Entre Sarampión, tos ferina, viruela,tifus, los niños empezaron a morirse y Carmen Castro, ante el hacinamiento de tantísimas mujeres, pidió que se abriera un sitio, para llevar a las madres con los niños”.
Prisión Cisne
Situada en la calle o paseo del Cisne, 2 -actualmente Paseo de Eduardo Dato-, en Chamberí, ocupaba el Colegio de las Damas Negras. Durante la guerra fue hospital y cárcel del SIM. En la actualidad: Colegio Blanca de Castilla y edificios residenciales.
Entre otros, pasaron por esta cárcel Joan Català Balanyà y Julián Besteiro, según se recoge en la web de la UGT: “Al entrar las tropas franquistas en Madrid, Julián Besteiro permaneció en su puesto en los sótanos del Ministerio de Hacienda, siendo allí detenido y obligado por los falangistas a hacer el saludo "brazo en alto". Besteiro se lo negó respondiéndoles que "a su edad le costaría mucho aprenderlo". Fue trasladado, en un precario estado de salud, a la prisión de Porlier y, posteriormente, a la de El Cisne. El 8 de julio, un Tribunal Militar le condenó a 30 años de reclusión mayor, siendo trasladado desde la cárcel de Dueñas, hasta la prisión de Carmona.”
Prisión de Atocha
Esta prisión estuvo instalada en el colegio Salesianos de Atocha, Ronda de Atocha, 27. En la actualidad continúa siendo el colegio Salesianos de Atocha. Según Miguel Núñez, coincidió en esta cárcel, entre otros, con Julián Besteiro, José Robledano, Diego San José, Ángel Vírgala Sara y Estúlez.
Núñez, también describe el día a día de los presos: “Sufríamos unas condiciones horribles, que no son fáciles de describir: hacinamiento (cuarenta centímetros por persona, la extensión de dos ladrillos, como espacio para tumbarte y dormir), absoluta falta de higiene, un rancho infecto una vez al día, y no siempre... Nos comían vivos, pese a nuestros intentos por limpiar y limpiarnos, los piojos y las chinches. Proliferaba la sarna, que intentábamos erradicar frotándonos todo el cuerpo cuando podíamos con zotal, único producto que, a veces, se nos concedía. Se comprende que, en aquellas condiciones, se produjeran algunos suicidios y que hubiese personas que se abandonaban hasta morir”.
Prisión de Quiñones
Había sido cárcel de mujeres de Madrid, pero la República la había cerrado tras la construcción de la cárcel-modelo de Ventas. Tras la victoria del ejército de Franco en la Guerra Civil fue reabierta como clínica psiquiátrica penitenciaria para mujeres. Se hallaba situada en la calle de Quiñones, 2, en el antiguo convento de Montserrat. Actualmente Priorato de Santo Domingo de Silos.
Según testimonio de María Vales, recogido por Tomasa Cuevas: “Cuando me llevaban a Yeserías, me extrañó las vueltas que daba el coche y dije: “Por aquí no se va a Yeserías”. Me dijeron: “Es que te queremos dar un paseo por Madrid”. “Tanta amabilidad me confunde”, contesté. Cuando llegué a la puerta del penal psiquiátrico de Quiñones, leí: “Clínica Psiquiátrica”, y entonces hice una escena. Como era una calle estrecha con balcones, toda la vecindad se asomaba cuando oían los coches, y cuando me agarraron entre dos, yo gritaba: “¡Lo que faltaba del fascismo, que me trajeran aquí!”.
Fernando Hernández señala que en está cárcel regresaron los grilletes, procedentes del museo penitenciario, que años antes habían sido desterrados por la República. También estuvo presa en esta cárcel fue Antonia García, de la JSU.
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