"Llegaron a tirar a un bebé por la ventana": así funcionó la crueldad franquista en Altsasu
El colectivo 'Altsasu Memoria' publica un extenso trabajo de Amaia Urkijo y Josu Imaz sobre la salvaje represión que sufrió este municipio navarro. 100 vecinos fueron asesinados y 350 tuvieron que escapar. Otros 200 acabaron en prisión.
Bilbao--Actualizado a
Los domingos franquistas en Altsasu eran peculiarmente horrorosos. Cuando acababa la misa en este pueblo de Navarra empezaba, literalmente, la fiesta de la humillación. En plena plaza del pueblo, las mujeres "desafectas" al régimen se veían obligadas a desfilar por la plaza con sus cabezas rapadas. Julita Zornoza, Concepción Larraza o Pilar Bengoetxea son algunos de los nombres de aquellas vecinas.
Las historias de estas mujeres forman parte del antídoto contra el olvido que acaba de publicar el colectivo 'Altsasu Memoria' de la mano de dos de sus integrantes, Amaia Urkijo y Josu Imaz. A través de más de 400 páginas, ambos investigadores han documentado el infierno que vivió este municipio tras el golpe de Estado.
Este libro, titulado Altsasu 1936 y editado por la Fundación Altaffaylla, nació precisamente con el objetivo de impedir que tales historias queden olvidadas. "Apostamos por una memoria integral y amplia, que funcione también a modo pedagógico", explica Imaz al otro lado del teléfono.
El trabajo de Urkijo e Imaz habla de un pueblo que, justo antes del golpe de Estado de 1936, contaba con una amplia mayoría de izquierda "frente a un pequeño núcleo del carlismo tradicional". No en vano, este municipio "fue una de las primeras poblaciones industriales de Navarra y uno de los primeros focos del movimiento obrero". Cuando Franco se alzó contra la democracia "la izquierda representaba el 82%" en esta localidad.
La pesadilla empezó al amanecer del domingo 18 de julio de 1936. "A primera hora apareció un grupo de la Guardia Civil que tomó la población, proclamó el estado de guerra y regresó de nuevo a Iruñea", relatan los investigadores en el libro.
"Desde el primer momento –continúan– Altsasu se convirtió en uno de los objetivos militares golpistas debido a la fuerza obrera y su manifiesta identidad de izquierda". No en vano, este municipio navarro, con presencia euskaldun, republicana y anarquista, representaba todo lo que la dictadura odiaba.
Josu Imaz pone números al horror que se vivió entre 1936 y 1953, límite temporal puesto por los autores de este trabajo que, previsiblemente, tendrá una segunda parte: 100 muertos, más de 200 detenidos y 350 vecinos que se marcharon del pueblo, mientras que otras 47 personas fueron desterradas por los franquistas bajo la acusación de "indeseables y peligrosas". Altsasu tenía entonces 3.300 habitantes.
"Al mes siguiente del golpe, obligaban a bautizar a niñas y niños que no habían sido bautizados por sus familias", apuntan en otro tramo de la investigación. Hubo criaturas que sufrieron la violencia franquista en carne propia, como en el caso de un bebé que fue sacado de la cuna por los golpistas y arrojado por la ventana de la vivienda. "Tuvo la suerte de caer sobre maíces", señala Imaz.
Según describen los autores de este trabajo, las fuerzas golpistas tenían una lista en la que "figuraban todos los altsasuarras que cobraban diez pesetas diarias del Gobierno de la República, así como el resto de militantes y activistas que habían salido de la población tras el 18 de julio". La orden era clara: "Los mandos militares tenían la intención de apresamiento o eliminación física de todas las personas allí donde los encontrasen", subrayan.
El temible general José Solchaga, que tuvo su cuartel en esa localidad, llegó incluso a manejar la cifra de 308 milicianos aportados por este pueblo para luchar contra el franquismo. "Imaginemos una lista con las 308 personas que salieron de Altsasu y sumemos a ellas las listas de rojos. Nos daremos cuenta entonces de la dimensión represiva que existió en Altsasu", apuntan los investigadores.
El papel de las mujeres
El horror iba de la mano del hambre. "La mayoría de los hombres había dejado sus casas, y en ellas a sus familias, para ir a luchar al frente. En muchos casos, sin noticias y teniendo que hacerse cargo de la casa, sin ingresos y al irse agotando lo poco que había en las cartillas, era difícil salir adelante", describen los autores.
La respuesta de aquel pueblo no tardó en llegar: "Enseguida se organizaron campañas de recogida de comida o elaboración de ropa para ayudar a las familias necesitadas".
El libro refleja así "el drama familiar que este conflicto supuso para las numerosas familias del pueblo en las que el padre o los hijos habían sido asesinados". De hecho, "fueron las mujeres quienes tomaron las riendas y, a falta de ingresos, en su mayoría aportados por los hombres de la casa, tuvieron que ser ellas las que trabajaran las tierras o sacaran el jornal".
La visita de Himmler
La investigación efectuada por 'Altsasu Memoria' recoge también otro momento histórico: la visita efectuada este pueblo por Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS nazis, el 19 de octubre de 1940. Aquel día atravesó la frontera por Irun, visitó Donostia y luego se dirigió a Altsasu, donde mantuvo una comida con autoridades franquistas en el parador Mendía. "En las mesas para los comensales se colocaron banderas con la enseña nazi, tal y como exigía el protocolo", destaca este trabajo.
No sería la última vez que el responsable de las SS coincidiría en un mismo espacio con vecinos de Altsasu. "En abril de 1942, Himmler, junto a varios oficiales de las Waffen-SS, visitó el campo de concentración de Mauthausen. En ese lugar estaban tres altsasuarras, dos de los cuales fueron asesinados e introducidos en los hornos crematorios", apunta el libro. Es tan solo una muestra del horror que se recoge a lo largo de sus 427 páginas.
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