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En ERC conviven dos almas. No es ningún secreto y en Moncloa y en la sede del PSOE en Ferraz son conscientes de ello. Lo suelen poner encima de la mesa en muchas ocasiones. Los socialistas se mueven en el alambre desde las elecciones generales del 23 de julio y pese a la aprobación de la ley de amnistía, clave para la estabilidad de la legislatura, no han salido de la incertidumbre.
El verano comienza marcado por la situación de gobernabilidad de Catalunya con una fecha marcada en rojo, el 25 de agosto. De lo que pase hasta entonces depende gran parte de la hoja de ruta del Gobierno de Pedro Sánchez. El propio presidente dejó un mensaje claro sobre ello el pasado domingo en una entrevista realizada en La Vanguardia. "El futuro de Catalunya, y en buena medida de España, va a depender de que se consolide esa relación estratégica entre el PSC y ERC", señaló.
Las políticas de Sánchez desde que llegó a Moncloa han desinflamado una relación compleja entre dos partidos que antes del procès se había entendido incluso en el Govern de la Generalitat entre los años 2003 y 2010. Pero después todo cambió. El PSOE, durante el procès, apoyó el artículo 155 impulsado por Mariano Rajoy, algo que en algunos sectores independentistas no olvidan.
Una vez en Moncloa, Sánchez quiso dar un giro radical para solucionar el conflicto político. Aprobó, no sin resistencias internas y externas, los indultos a los independentistas encarcelados en 2021. Se retomaron las relaciones bilaterales con la Generalitat de Catalunya y los contactos con el president Pere Aragonès se sucedieron. Se estableció una Mesa de Diálogo y se fueron alcanzando una serie de acuerdos.
Mientras tanto, en Madrid, la relación entre el PSOE y ERC se iba engrasando. El partido republicano catalán ya había tenido una participación clave en 2018 para que saliera adelante la moción de censura contra Rajoy. "Nuestro voto no es de apoyo al PSOE, es un voto de rechazo al PP, a su corrupción", dijo en aquellos momentos la formación. El papel de Unidas Podemos (UP) fue también destacado para que salieran los números.
ERC, de nuevo, fue clave para la investidura de Sánchez en enero de 2020 tras alcanzar un pacto de coalición con UP. Decidieron abstenerse y facilitar la gobernabilidad precisamente a cambio de iniciar esa Mesa de Diálogo anteriormente mencionada. Poco a poco, ERC se convirtió en socio habitual de la coalición progresista con un apoyo a la mayoría de sus iniciativas aunque con algunos desencuentros durante la pasada legislatura como la reforma laboral o la ley mordaza.
El siguiente hito en las relaciones de ambos partidos se sitúa ya tras las elecciones del 23J. Con una complejidad añadida: la entrada de Junts en el puzle complejo para armar una mayoría de investidura. El PSOE tuvo que hacer equilibrios entre ambas fuerzas independentistas tras la irrupción como socio necesario de Carles Puigdemont. La eterna competencia entre ERC y Junts no puso fácil la situación, pero el horizonte era claro: la ley de amnistía.
Tras meses de negociaciones y complicaciones, la ley se aprobó de forma definitiva hace pocas semanas. Pero antes otro acontecimiento sobresaltó la tranquilidad que se suponía que iba a tener Sánchez con la tramitación de la amnistía. Los Presupuestos de Catalunya, pactados por PSC y ERC, fueron tumbados. Aragonès convocaba elecciones anticipadas y todo quedaba en punto muerto.
Entre medias, Sánchez tuvo un gesto muy simbólico con una llamada al entonces líder de ERC, Oriol Junqueras. En las filas del PSOE se felicitaban por haber conseguido que las fuerzas independentistas negociaran ahora dentro de la política institucional, algo que se rompió en 2017.
La financiación "singular"
La situación actual es de nuevo complicada. La aritmética electoral tras las elecciones catalanas del 12 de mayo reflejó un descenso de ERC y una victoria clara de Salvador Illa y el PSC. Los republicanos se encuentran ahora mismo en la encrucijada de apoyar un Govern de Illa o encaminarse a la repetición electoral. Y aquí ha entrado en juego ya un asunto recurrente en las negociaciones: la financiación "singular" de Catalunya.
Las negociaciones, discretas, ya han comenzado. En Moncloa, según transmiten las fuentes consultadas, buscarán "fórmula imaginativas" para abordar la cuestión de la financiación catalana y a la vez no producir agravios en otros territorios. Desde ERC sitúan como punto de partida un concierto similar al que tienen Euskadi y Navarra, algo que en principio rechazan en el Gobierno. Consideran que en las federaciones socialistas no tendrán problemas con los acuerdos a los que se lleguen y apuntan a que es en Sumar donde sí tiene más "ruido" interno, especialmente por el papel de Compromís o la Chunta Aragonesista.
En este contexto, el Gobierno agita también la división interna del PP con la reforma integral del modelo de financiación autonómica. El objetivo, dicen en Moncloa aunque conscientes de su dificultad, es pactar con los populares una reforma consensuada a la par que la financiación "singular" catalana. Pero las diferencias de opinión entre Andalucía, Galicia o la Comunidad de Madrid impiden este paso, principalmente.
"O Illa o elecciones", reiteran en las filas socialistas. Destacan que el proceso de negociación se llevará desde el PSC aunque en permanente coordinación con Moncloa. En paralelo a la negociación por el Govern ha surgido otro hecho significativo. En el Ayuntamiento de Barcelona ambas fuerzas han firmado un preacuerdo para gobernar en coalición que debe ser ratificado por las bases de ERC. De momento, la consulta se ha paralizado.
Desde el equipo de Sánchez tratan de desligar este proceso con la estabilidad de la legislatura. Confían para ello en que tanto Junts como ERC cumplan con lo pactado para la investidura. "Nosotros estamos cumpliendo", señalan fuentes socialistas. De hecho, en el pacto con ERC se incluyen asuntos sobre la financiación.
Pero del rumbo que tome el Govern de Catalunya dependerá lo que venga por delante. Y el primer punto relevante son los Presupuestos Generales del Estado (PGE), en los que el Ministerio de Hacienda ya está trabajando. Fuentes gubernamentales sí reconocen que hasta que no se despeje el camino catalán será difícil alcanzar acuerdos con Junts o ERC. Con el resto de socios -primero lo tienen que hacer dentro de la coalición con Sumar- no ven tantos obstáculos. La capacidad negociadora de Sánchez vuelve a estar de nuevo ante una prueba de fuego. No ha sido la primera ni, parece, será la última.
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