madrid
"La derrota en la que se encuentra la izquierda se demuestra con que todavía nos estemos preguntando si el partido de Sahra Wagenknecht es de izquierdas o no". Son palabras de Miguel Urbán, quien fuera eurodiputado y dirigente de Anticapitalistas: "No es izquierda, punto". Sin embargo, la BSW —por las siglas en alemán del partido de Wagenknecht— es una escisión de Die Linke y se define a sí misma como una fuerza de "izquierda conservadora". Comparte algunas cosas con planteamientos iliberales propios de lo que se conoce como el "rojipardismo" y Fernández Barbudo la ha ubicado en el "socialnacionalismo". Es difícil, en cualquier caso, relacionarla con otros partidos europeos para inaugurar una nueva categoría política.
Las izquierdas finlandesa o sueca, por ejemplo, también rebasan los postulados propios izquierdistas, pero por extremos distintos (por ejemplo, un apoyo a ultranza a la OTAN) a los de BSW, tal y como recuerda Marga Ferré, copresidenta del think tank Transform Europe y miembro de Izquierda Unida. Ferré comparte con el resto de voces consultadas que existe un momento de retroceso de los marcos de izquierda a nivel europeo que dan lugar a ese tipo de partidos, pero que "es muy difícil etiquetarlos". ¿Puede haber una izquierda iliberal? ¿Una izquierda conservadora? ¿Reaccionaria? ¿Es, simplemente, derecha? ¿Qué partidos caben en esa colección de sintagmas? ¿A qué se debe esta deriva? ¿Cuáles son las respuestas posibles por parte de la izquierda tradicional? ¿Hay hueco en el electorado español para un partido como el de Sahra Wagenknecht?
Elizabeth Duval: "El concepto 'izquierda iliberal' es complejo porque agruparía a formaciones muy distintas"
Demasiadas preguntas. Elizabeth Duval, filósofa, activista, escritora y, ahora, secretaria de Comunicación de Sumar explica que "izquierda iliberal" es un concepto "complejo" porque agruparía en su seno "formaciones muy distintas". "Si hablamos de una impugnación del sistema liberal", continúa, "podríamos meter ahí a la Francia Insumisa o, efectivamente, a Wagenknecht, dos formaciones que no tienen nada que ver". Javier Carbonell, profesor de Ciencia Política y director adjunto del think tank Future Policy Lab, encuentra otro problema. Uno parecido al que se refiere Duval: "No es lo mismo hablar de izquierda iliberal en el sentido de un gobierno de izquierdas que no respete los valores democráticos, que hablar de una izquierda iliberal en el sentido de que es culturalmente conservadora, aunque económicamente se sitúe más bien en la izquierda". La de Wagenknecht se encuadra en el segundo grupo.
Isa Serra: "No es izquierda porque propone la solución del último contra el penúltimo"
Juan Ponte, responsable de Estrategia y Formación en Izquierda Unida (IU), apunta que podría llamársele "izquierda reaccionaria" porque replica discursos de la extrema derecha, aunque también es reacio a poner etiquetas. "Es más interesante comprender el fenómeno que etiquetarlo", abrocha. Según Isa Serra, eurodiputada por Podemos, "no es izquierda" precisamente porque adopta el discurso de la extrema derecha y la solución de "la guerra del último contra el penúltimo". No obstante, "sí ocupa el espacio de la izquierda".
Por situar a una de las protagonistas del incipiente debate sobre los límites de la izquierda que se vive en Europa, Sahra Wagenknecht es la líder de un partido con su mismo nombre escindido de Die Linke y que ha conseguido grandes resultados en los lander de Turingia y Sajonia. Es antimilitarista, antiOTAN y antieuro, pero desarrolla un discurso durísimo en contra de la inmigración, es antivacunas y posee un fuerte carácter nacionalista y un componente prorruso. "Precisamente esa dimensión nacionalista es un rasgo que pueden compartir estas fuerzas en principio de izquierdas que compran parte del discurso de la derecha", expone Marga Ferré, que, a diferencia de Serra o Urbán, se resiste a ubicar tan drásticamente en la derecha a Wagenknecht.
"Se coloca en un limbo muy típico de los grandes liderazgos que pretenden inventar nuevos espacios políticos", explica. El votante de BSW proviene en un 50% de Die Linke. El resto, de opciones socialdemócratas o liberales y solo un 6% de la extrema derecha de AfD. Ferré también sitúa los postulados de Wagenknecht en temas de inmigración o la oposición a las vacunas directamente en la extrema derecha, pero insiste en que "su electorado no es racista".
Marga Ferré: "Wagenknecht se posiciona contra la guerra, pero porque considera que perjudica a las clases trabajadoras alemanas"
"Cuando Wagenknecht se escinde de Die Linke", continúa, "el elemento central es la guerra de Ucrania. Mientras que Los Verdes o Die Linke no se sitúan en posiciones pacifistas, Wagenknecht sí lo hace". "No como lo haría yo, que soy pacifista", remata Ferré, "sino porque considera que la guerra perjudica a las clases trabajadoras alemanas".
Queda patente, con todo esto, la complejidad del espacio. Procede de la izquierda alemana, su votante proviene mayoritariamente de ella y es antimilitarista, pero mantiene un discurso contrario a la inmigración y algunas de sus figuras también, por ejemplo, contra el colectivo LGTBI. Miguel Urbán incide en una cuestión: "Lo primero que dice el Manifiesto comunista es «trabajadores del mundo, uníos». No, «trabajadores alemanes o italianos, uníos»". El otrora eurodiputado insiste en que ni BSW ni en ningún otro un partido que establece una distinción entre los derechos de los trabajadores (en este caso, entre nacionales y migrantes) puede considerarse de izquierdas.
Miguel Urbán: "Lo primero que dice el 'Manifiesto comunista' es «trabajadores del mundo, uníos». No, «trabajadores italianos, uníos»"
"Existe un racismo encubierto en BSW que segrega a las clases trabajadoras", completa Ponte y añade que Wagenknecht hace trampas y copia a la extrema derecha "cogiendo la parte por el todo" en cuanto a las "políticas de identidad". Ella dice que "hay ciertos lugares en los que tienes que pedir perdón por ser heterosexual", algo que Ponte impugna y que define como impropio de un postulado de izquierdas.
¿Por qué aparece este tipo de partido?
Comprobada la dificultad a la hora etiquetar y catalogar este tipo de partidos que se autodefinen como izquierda, pero que incorporan elementos ideológicos y discursivos de la derecha y la extrema derecha, es importante analizar por qué aparecen. Qué características tiene el panorama europeo actual para propiciar su desarrollo. Las fuentes consultadas hablan de desindustrialización, de imposición de un marco de derechas, de austericidio, de la decadencia de Europa, la elitización de las izquierdas y del shock de la guerra de Ucrania.
Juan Ponte dibuja un esquema para ilustrar cómo es el escenario que, desde su perspectiva, favorece a la aparición de este tipo de fuerzas políticas. El esquema tiene una bifurcación. Por un lado están las condiciones estructurales. "En concreto, el austericidio y la desindustrialización, que ha comportado un deshilachamiento de la red de seguridad social y ha empeorado la calidad de vida de las clases trabajadoras y las clases medias". Por otro lado, de acuerdo con Ponte, las izquierdas han cometido errores: "La deriva militarista y otanista de cierta parte de la izquierda y, sobre todo, su elitización". Se refiere a ello como "la conquista de lo cool" y lo define como "una serie de valores ahora defendidos por la izquierda que dejan de ser contraculturales y que pasan a integrarse a la cultura dominante".
Eso habría llevado a una parte del electorado a confiar en opciones políticas como la de Wagenknecht. Miguel Urbán, por su parte, desliza que "las derrotas generan desorientación" y da una gran importancia al hecho de que, en Europa, se impongan marcos de debate propios de la derecha como el de la inmigración porque las izquierdas suelen tomar caminos que considera muy perjudiciales: omitirlo porque "no sale rentable" —lo que "allana el camino a la ultraderecha"—; debatir dentro del marco con argumentos basados en la rentabilidad —"Hacen falta migrantes porque pagan nuestras pensiones—; o "evolucionar a postulados propios de la extrema derecha".
Urbán insiste en que "en vez de discutir quién tiene derecho a tener derechos con recursos escasos como la vivienda o las ayudas sociales, lo que tendríamos que cuestionar es el reparto, el eje central de la izquierda". "El problema no es que el migrante tenga acceso a becas comedor", resuelve, "sino que hay pocas becas comedor". En la misma línea, Isa Serra también atribuye la culpa de la existencia de ese tipo de fuerzas políticas a la renuncia por parte del conjunto de las izquierdas a "disputar ideológicamente los discursos de las derechas" y a construir "un proyecto de transformación del modelo económico, social y cultural".
Marga Ferré coincide y lamenta que, en los últimos tiempos, esa asunción de marcos conservadores haya abierto en la izquierda debates, por ejemplo, sobre los migrantes, que antes no existían. "Hay una especie de miedo a estar fuera de lo mainstream". Además, pone mucho el foco en la división en la izquierda que ha comportado la guerra de Ucrania y en "la decadencia de Europa frente a China y EEUU". Ferré explica que el hecho de que Alemania vaya a entrar en recesión y de que el sur de Europa crezca más que el país germano por primera vez en décadas supone un trauma para su población.
En un análisis basado en datos, Carbonell hace una fotografía política de la actual Europa y en ella aparecen dos ejes a los cuales la gente da importancia cuando va a votar: el eje económico y el eje cultural. Lo que está ocurriendo ahora, expone, es que estos ejes no están tan alineados. "Es decir, un votante conservador en lo cultural puede considerarse a él mismo tanto progresista, como conservador en clave económica". Ahí florecen formaciones como la de Wagenknecht, pero también las izquierdas finlandesa y sueca de las que hablaba Ferré, que son proOTAN, algo que jamás ha defendido la izquierda. Coincide con el análisis Duval, pero señala que es algo "excepcional" y que en la mayoría de lugares existe una correlación entre los dos ejes.
Carbonell señala que, en la actualidad, el eje cultural y el económico no siempre coinciden en los votantes
Posibles recetas y el caso de España
"La alternativa a una cierta izquierda neoliberal, cool, con la vida resuelta, aseada, estudiada y encantada de haberse conocido no puede ser una izquierda reaccionaria que replica los discursos de la derecha", sentencia Ponte, responsable de Estrategia de IU.
A continuación, propone tres recetas para evitar la proliferación de ese tipo de partidos. La primera, en la línea de lo que apuntaban Serra, Urbán o Ferré, "construir un marco alternativo al neoliberalismo". La segunda, la evidente: "No comprar las recetas de la derecha y mucho menos su discurso antiinmigratorio". Ponte da capital importancia a una idea. "La izquierda europea debe demostrar que la seguridad depende de la justicia social". Es una estrategia ofensiva. Ir al ataque. Tratar de arrebatar a las derechas el relato sobre la seguridad, uno de los puntales de su argumentario. "Seguridad es tener acceso a la vivienda o acortar los tiempos en las listas de espera", resume: "Si, como en España, la vivienda es el gran problema, no hay seguridad".
Juan Ponte: "La alternativa a una izquierda neoliberal, 'cool' y con la vida resuelta no puede ser una izquierda reaccionaria con discurso de derechas"
Como tercera receta, no poner a luchar a los últimos contra los penúltimos, tal y como decía Serra, porque, de facto, se incurre en una división de la clase trabajadora a nivel internacional. Por eso Urbán insiste en que jamás se puede considerar izquierda a un partido "que hace una distinción entre trabajadores nacionales e inmigrantes". Ponte recoge el guante y añade que es relevante que la izquierda no olvide que Europa "se ha construido a base de expolio y extracción de recursos". Si lo olvida, "no es izquierda".
¿Y en España? Todas las voces consultadas coinciden en que a lo largo y ancho de Europa han aparecido distintas fuerzas que se autoubican en la izquierda, pero que presentan postulados derechistas. Sin embargo, también apuntan que, al menos por ahora, España se salva de la quema. Carbonell dice que precisamente en nuestro país no se da ese fenómeno del que hablaba del distanciamiento de los ejes cultural y económico. Urbán, por su parte, expone que tampoco puede meterse en el saco de este tipo de partidos a Frente Obrero, con un nulo éxito electoral, que "directamente es extrema derecha, con una lógica escuadrista de perfil italiano más parecido a CasaPound y que no coincide ni con la estética in con la lógica de un partido como el de Sahra Wagenknecht".
Coincide con él Marga Ferré, que subraya que en España la línea entre izquierda y derecha está muy marcada. Además, en España "la izquierda es muy pacifista" —lo que la distancia de los ejemplos de Suecia o Finlandia— "y muy antirracista" —lo que la distancia de Wagenknecht. Y, en cuanto al componente nacionalista, "en España es propiedad privada de la derecha". Isa Serra es la voz discordante en este sentido. "Por ahora no, pero ese tipo de partidos existirán". ¿Por qué? Considera que Podemos logró canalizar la respuesta progresista al 15M en las instituciones, pero acusa al actual Ejecutivo de "haber renunciado a avances" y cree que eso es un factor de riesgo.
Demasiadas preguntas y demasiado pronto para obtener demasiadas respuestas. Todas las voces coinciden en que cualquier partido que se opone a la libre circulación de personas o que defiende posturas militaristas y proOTAN no puede considerarse de izquierdas, pero la contundencia se alterna con la cautela a la hora de ubicarlos directamente en la derecha o la extrema derecha.
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