barcelona
Catalunya vivía en 2015 una época de enorme movilización ciudadana. En uno de los puntos álgidos de un ciclo político marcado tanto por el 15-M como por el Procés independentista. Era un momento de gran crítica social a los partidos mayoritarios que, entre otras cuestiones, electoralmente se tradujo en la irrupción -o el crecimiento- de las opciones de la izquierda alternativa.
Aquel año la CUP registró sus mejores resultados en unos comicios en el Parlament -con 10 diputados y casi 340.000 votos, el 8,2% del total- y también en unas elecciones municipales -382 concejales y casi 240.000 papeletas, un apoyo del 7,6%-. Lo mismo le sucedió al espacio de los Comuns, que acumuló 370 electos locales y 373.000 votos -el 12%- y se impuso en la ciudad de Barcelona. En diciembre sería la primera fuerza a las elecciones generales en Catalunya, con 12 diputados y casi el 25% de los sufragios (930.000).
Con oscilaciones diversas y algún repunte esporádico, desde entonces las dos formaciones han tenido una tendencia a la baja en las urnas, hasta el punto de que en julio la CUP se quedó fuera del Congreso. Dos meses antes no obtuvo representación en ayuntamientos claves de Catalunya, como los de Barcelona, Tarragona, Lleida, Terrassa o l'Hospitalet, entre otros. Los Comuns, a su vez, apenas acumularon 244 ediles y 266.000 votos en las municipales, el 8,85% del total, con una tercera posición en Barcelona que les supuso la pérdida de la alcaldía tras ocho años.
Con este contexto de fondo, tanto la CUP como los Comuns se encuentran inmersos en procesos de debate interno para redefinir sus estrategias y adaptarse a una nueva realidad, al constatar su pérdida de fuerza e influencia social. Ya en otoño, la formación de la izquierda independentista arrancó el que ha denominado "Procés de Garbí", un debate a fondo que culminará a finales de la primavera en el que está revisando su propuesta política y cuestiones como el rol que debe tener en las instituciones y las alianzas que puede tejer.
Catalunya en Comú, en cambio, apenas inició la semana pasada el debate "Un futuro en común", que constará de 22 encuentros territoriales y culminará con una convención ideológica el 13 de abril. El objetivo es redefinir su proyecto político e ideológico para los próximos 10 años. La reflexión llega en un momento de fuerte tensión con Podemos, con quien ha concurrido conjuntamente en el grueso de los comicios desde 2015, hasta el punto que la coordinadora de Podemos en Catalunya, Conchi Abellán, ya plantea abiertamente no presentarse con los Comuns en las elecciones al Parlament.
Más allá de estos procesos internos, ¿qué explica la bajada de los dos grandes partidos de la izquierda alternativa catalana? ¿Cómo pueden adaptarse a un contexto con una movilización muy inferior a la del anterior ciclo político? ¿Qué tipo de alianzas podrían tejer para recuperar incidencia política y social? De todo ello hablamos con dos analistas externos, como son Jordi Mir, doctor en Humanidades y profesor de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB); y Jordi Serrano, historiador y rector emérito de la Universitat Progressista d'Estiu de Catalunya (UPEC).
Entre la falta de organización y encerrarse en sí mismo
Para Mir, a pesar de que hay "elementos en común, se tienen que separar las dos realidades". En este sentido, subraya que la CUP "siempre ha tenido muy presente que tenía que construir un proyecto desde el asamblearismo y desde los diferentes colectivos que forman parte de ella y esto lo ha trabajado bastante".
A partir de aquí, añade que "no ha tenido responsabilidades de gobierno, y con la crisis del Procés tiene que reconsiderar cuál es el nuevo escenario, sobre todo cuando los partidos con más presencia están haciendo cosas que ellos pensaban que no eran las que se tenían que hacer".
En cambio, sobre los Comuns subraya que cuando emergieron "tienen la suerte o la desgracia de ganar las elecciones en Barcelona, llegar al gobierno y poder intentar hacer aquello que pensaban que harían si gobernaban". La contrapartida es que esto provoca que "los esfuerzos se ponen en el gobierno (de la ciudad) y menos en la articulación del proyecto", de forma que "solo cuando dejan de estar en el gobierno es cuando se replantean el escenario y tienen que hacer unas tareas que como organización quizás ya se tendrían que haber hecho".
Jordi Serrano, rector emérito de la UPEC, sobre Catalunya en Comú: "le falta un proyecto nacional"
Serrano insiste en esta idea, al comentar que "los Comuns no han creado organización" y recuerda que su aparición estaba vinculada al "agotamiento de la izquierda tradicional" que podría representar ICV y a remolque de un "nuevo movimiento ilusionante" que, ahora mismo, "se está desvaneciendo sin dejar nada". "Nadie en Barcelona ni en el conjunto de Catalunya ha querido construir una organización desde cero", añade. También considera que tanto los Comuns como la CUP "tienen en común un maltrato a los propios dirigentes exitosos" y cita explícitamente "a David Fernàndez y a Xavier Domènech", y cree que todo ello "es una cosa que la ciudadanía no entiende".
En la misma línea, el rector emérito de la UPEC comenta que "la CUP ha entendido mal su relación con los movimientos sociales. Porque los movimientos sociales no se pueden adscribir a una opción política concreta, sino que si son grandes tienen que ser plurales, y esto ha provocado que la CUP se cierre en sí misma y no se abra al resto de la sociedad".
La adaptación a la desaparición de la movilización
Sobre la elevada agitación social que contribuyó a la aparición y el crecimiento de estas opciones políticas, Serrano considera "no se pueden mantener constantemente los niveles de movilización que vivió Catalunya de 2010 a 2018". Con relación a esta cuestión, Jordi Mir, que también es miembro del Centre d'Estudis sobre Movimients Socials (UPF), apunta que aquellos resultados electorales justamente "son impensables sin aquella movilización social y los cambios que comporta".
A la vez, analiza que en parte "no ser conscientes y no saber dimensionar bien esta importancia de la movilización y la crisis de la hegemonía que provoca, hace pensar que cuando esto no se concreta o, incluso, se cierra la crisis y desaparece la movilización ya no hay espacio para impulsar aquello que te elevó durante aquellos años".
Para Mir, los partidos, directamente, "no pueden impulsar la movilización", sino que tiene que existir previamente un "cierto clima social que, si quieres, tú como formación puedes alimentar y tienes que estar".
Asimismo, ve fundamental mantener una "cierta atmósfera favorable a cambiar las cosas" una vez desaparece la agitación en la calle, porque si no el impulso de los proyectos transformadores va a menos y lo puede pagar su tarea institucional. Un riesgo que a su parecer ahora puede correr "Guanyem Girona", la candidatura vinculada a la CUP que desde junio tiene la alcaldía de la ciudad. Cuando este clima que los ha hecho crecer se desvanece, hay el riesgo de que "estos partidos envejezcan rápidamente y pasen a ser vistos, incluso, como parte del problema".
Jordi Mir: doctor en Humanidades: Se tendría que poner importancia en "encontrar otra manera de hacer política
Serrano también considera que tanto por parte de la CUP como de los Comuns "ha habido una mala manera de entender el municipalismo", en el sentido que "no es un refugiarse en el localismo, sino que es federalismo y republicanismo y es la construcción de un proyecto nacional catalán desde las ciudades".
El rector emérito de la UPEC añade que a Catalunya en Comú "le falta un proyecto nacional" y recuerda que "el republicanismo federal tenía a la vez un proyecto social y un proyecto nacional". A su entender, este proyecto "solo puede ser la lucha por una república catalana federada a la república española".
Una alianza a tres con ERC
Jordi Mir pone en valor el papel que han tenido las dos formaciones para introducir en "la agenda político-mediática asuntos que estaban fuera" y destaca, por ejemplo, el derecho a la vivienda o las políticas para afrontar el cambio climático. Admite que el acceso a la vivienda "no se ha podido resolver, pero es que no se puede hacer en cuatro, ocho, doce o dieciséis años" e insiste que tienen que "profundizar en estos temas".
Además, apunta que "cuando entras en la política institucional no puedes elegir con quién la haces, te encuentras que tienes que llegar a acuerdos con aquellos que hacen la política que tú no querías hacer. Si te sales un poco con la tuya, los puedes acabar llevando un poco donde tú quieres". Por todo ello, considera que la "predisposición de ERC es mucho más interesante que la de PSC o Junts" a la hora de asumir o participar en planteamientos transformadores. De hecho, sitúa al PSC "más en la reacción al ciclo anterior, que no como continuador".
Bajo esta premisa, no sorprende que Mir plantee la articulación de algún tipo de alianza entre CUP, Comuns y ERC, porque "si miras sus programas son los que tienen más elementos en contacto y más capacidad de articular las políticas públicas y de transformación que necesitamos con las emergencias que tenemos hoy".
Una idea que comparte Jordi Serrano, para quien directamente haría falta "una alianza estratégica" entre las tres formaciones, que fuera "más lejos de la coyuntura del día a día". Según él tendría que pasar por una "impugnación republicana" y, de hecho, su primer reto tendría que ser "acabar con la monarquía". Dejando de lado que pudiera articular una "mayoría en Catalunya o no", para el historiador es "básica esta alianza ahora y en los próximos 10 o 15 años".
Finalmente, Mir también ve necesario no centrarse únicamente en las "dinámicas electorales", sino que se tendría que poner importancia en "encontrar otra manera de hacer política, abordar cómo se gobernará, cuáles son los objetivos que se tienen, explicar muy bien cuáles son las limitaciones que se han encontrado en las instituciones y que no han podido superar". "Se tiene que poder hablar de estos límites, porque existen y así pensar en nuevos escenarios y como se pueden superar. En resumen, explicarse más".
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