Este artículo se publicó hace 4 años.
Las grandes dudas sobre el viaje de Juan Carlos I una semana después de su huida
Ni la Casa Real ni el Gobierno aclaran las interrogantes que existen en torno a la salida del emérito de España, al tiempo que siguen las conjeturas de distintos medios sobre su destino. La opacidad vuelve a cubrir los asuntos relacionados con la Familia Real y provoca un choque entre los socios de Gobierno.
Bilbao-
Una maleta de secretos. Un manto de opacidad cubriendo hasta el más mínimo detalle del viaje más polémico. Un océano de dudas que nadie quiere responder. Siete días después de que Casa Real anunciara que Juan Carlos I había decidido abandonar España, se acumulan las preguntas e incertidumbres sobre las condiciones y características de la huida del emérito. De momento no ha habido ni una sola aclaración por parte del Gobierno o La Zarzuela. El misterio y la opacidad vuelven, una vez más, a rodear la figura del exjefe de Estado.
De momento, nadie sabe a ciencia cierta dónde está Juan Carlos I, quiénes le acompañan, cuánto cuesta el operativo y de dónde sale el dinero para cubrirlo. Esas son algunas de las preguntas que siguen en el aire siete días después de aquel anuncio. Unas preguntas que, a pesar del paso de los días, siguen sin tener respuesta.
No en vano, desde el pasado lunes ha habido expectativa mediática ante un posible anuncio oficial sobre el destino del exjefe de Estado. Sin embargo, no ha habido ni una sola aclaración por parte de La Zarzuela sobre cuándo y hacia dónde salió. Primero se habló de República Dominicana, donde su amigo multimillonario Pepe Fanjul cuenta con propiedades de lujo. También se manejó el mítico Estoril, en tierra portuguesa. Ni uno, ni otro.
La última versión señala hacia la calurosa Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos. Así lo relató el diario ABC y luego lo confirmó el digital Nius, que publicó una foto del monarca con mascarilla bajando de un avión en lo que sería, según esa información, el aeropuerto de ese emirato.
Las especulaciones sobre su hoja de ruta no terminaron ahí. La última versión apunta hacia la lejana Nueva Zelanda, donde estos días se celebran unas pruebas náuticas. Según esta última información, publicada por La Vanguardia, el emérito se encontraría concretamente en la localidad de Auckland.
De momento son versiones no oficiales, ya que ni Casa Real ni el Gobierno han querido aclarar cuál ha sido el destino del emérito. Pedro Sánchez llegó a afirmar que desconoce dónde está Juan Carlos I, dejando así el asunto en manos de la Casa Real.
En La Zarzuela tampoco han querido aclararlo, bajo el argumento de que no deja de ser un viaje privado del exjefe de Estado, quien desde junio de 2019 no mantiene actividades institucionales. En marzo pasado, Felipe VI anunció además que su padre dejaría de percibir su asignación como emérito, alejándole así un poco más de la esfera pública.
Cuatro escoltas
Allí reside, precisamente, otra de las interrogantes. Esté donde esté, Juan Carlos I cuenta actualmente con un servicio de escoltas –cuatro guardias civiles, según ABC– que le acompañan en su trayecto. Debido a que continúa formando parte oficialmente de la Familia Real, este servicio de protección corre a cuenta de La Zarzuela. No obstante, hasta ahora se desconoce cuál es el coste del mismo, una cuestión que la Administración ya ha rechazado revelar en otras ocasiones alegando razones de "seguridad".
Este lunes, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, reconoció que el Estado cubre los gastos de seguridad de Juan Carlos en el extranjero, aunque no aclaró cuánto cuesta a las arcas públicas. "Nadie puede olvidar que estamos hablando de quien fue el jefe del Estado en España, con lo cual su seguridad evidentemente concierne al Estado", afirmó desde Argelia.
La opacidad oficial choca con el gran propósito de esta maniobra
En ese contexto, la opacidad oficial choca con el gran propósito de esta maniobra: "contribuir a facilitar el ejercicio" de las funciones –según decía la carta de Juan Carlos I– de Felipe VI, quien intenta hacer frente al creciente descrédito de la monarquía. Sin embargo, la falta de transparencia en torno a la salida del país de su padre no ha hecho más que alimentar las críticas ante el secretismo de la Casa Real.
"Un paréntesis"
Queda también otro elemento por descubrir: hasta cuándo durará el "exilio", término empleado por varios medios internacionales para referirse a este asunto. Días atrás, El Mundo citaba a allegados del rey emérito que señalaban que su regreso se podría producir en septiembre, mientras que el escritor Alfonso Ussía aseguraba en Twitter que el propio Juan Carlos I le había dicho que se trataba de un "paréntesis", no de un punto y aparte.
En cualquier caso, su regreso a España estará ligado a otra cuestión también sin resolver: cuál será el futuro de las diligencias judiciales en las que se podría ver involucrado. Las miradas se dirigen hacia la Fiscalía del Tribunal Supremo, que actualmente investiga el presunto cobro de comisiones por las obras del AVE a La Meca.
Tras conocerse su salida del país, la organización soberanista catalana Omnium solicitó al TS que adoptara medidas cautelares, algo que el tribunal rechazó con el argumento de que actualmente Juan Carlos "no tiene la condición de investigado". El abogado de Juan Carlos I, Javier Sánchez-Junco, afirmó a través de un comunicado que su cliente está "a disposición del Ministerio Fiscal para cualquier trámite o actuación que se considere oportuna".
Diferencias políticas
Asimismo, la huida de Juan Carlos I también ha tenido repercusión en el interior del Gobierno que integran PSOE y Unidas Podemos (UP). Tras conocerse el comunicado del emérito, UP mostró sus críticas hacia la decisión del emérito de abandonar el país. "Es una actitud indigna de un exjefe de Estado", afirmó Pablo Iglesias.
Del mismo modo, la coalición de izquierdas denunció que el presidente Pedro Sánchez no había informado previamente a sus miembros en el Gobierno sobre la decisión del emérito de marcharse de España, una operación que fue coordinada entre La Moncloa y Casa Real bajo absoluto hermetismo.
Ante esas críticas, Sánchez ha optado por cerrar filas con la monarquía. El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE envió una carta a la militancia socialista en la que ligó la defensa de la monarquía con la supervivencia de la propia Constitución de 1978. "La monarquía parlamentaria es un elemento de ese pacto, no todo el pacto. Todo el pacto es la Constitución y no se puede trocear y seleccionar a capricho. Somos leales a la Constitución; a toda, de principio a fin. Y la defenderemos a las duras y a las maduras", escribió.
Las JSE criticaron la huida del emérito
Sin embargo, no todo el PSOE comparte esa posición. En una declaración pública, las Juventudes Socialistas de España (JSE) se reafirmaron como "organización estaturiamente republicana que ha venido defendiendo el modelo de república desde hace décadas, a través de campañas políticas y declaraciones públicas de todo tipo y que aspira al establecimiento de este modelo de Estado".
Las JSE criticaron además la huida del emérito y, al mismo tiempo, se alejaron de la posición mostrada por Sánchez, dejando nuevamente en evidencia las grietas que hay dentro del PSOE cuando toca hablar de la supervivencia de la dinastía real en la jefatura del Estado.
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