La reducción de la jornada, un 'déjà vu' de la negociación de la reforma laboral tres años después
El guion en ambas negociaciones es muy similar: una mesa de diálogo tensa, un conflicto interno que erosiona al Gobierno y un complicado trámite parlamentario para rematar el proceso.
Madrid--Actualizado a
La política española está viviendo un déjà vu en base a dos situaciones que comparten una serie de similitudes que parecen, en teoría, muy poco probables. La negociación para reducir la jornada laboral está siguiendo prácticamente el mismo guion que siguió hace tres años la de la reforma laboral, y algunos de sus principales protagonistas no ocultan su sorpresa al verse en "el mismo sitio" siguiendo "el mismo camino" que pensaban que no volverían a recorrer jamás.
En líneas generales ambos procesos constan de tres fases: la mesa de diálogo social, la tramitación en el seno del Gobierno de coalición y, por último, la negociación con los grupos parlamentarios.
Las dos negociaciones no son exactamente idénticas y presentan algunas diferencias reseñables, pero algunas de sus coincidencias son tan precisas al detalle que "parece mentira que esto esté volviendo a suceder", comentan algunos de los actores que estuvieron y están directamente implicados en ambos procesos.
Tanto la reforma laboral como la reducción de la jornada arrancaron con una tensa mesa de diálogo social que se prolongó sobremanera si se atiende a la duración que suelen tener este tipo de foros en el diálogo social.
La mesa que abordó la reforma laboral se prolongó durante prácticamente todo 2021, después de ser aplazada por la irrupción de la pandemia del coronavirus. Este foro tuvo picos de máxima tensión que, incluso, amenazaron con hacer descarrilar la negociación.
Una mesa de diálogo tensa y larga
Por ejemplo, cuando Trabajo presentó su propuesta de simplificación contractual en la mesa (que eliminaba numerosas formas de contratación y dejaba la temporalidad como la excepción y no como la norma), la patronal anunció su "oposición frontal" y acusó a los de Díaz de hacer "propuestas ideológicas".
En esta ocasión la negociación sí que se saldó con un acuerdo tripartito, y los de Garamendi estamparon su firma en el acuerdo. La mesa para reducir la jornada ha durado 11 meses (prácticamente todo el 2024) y se ha caracterizado por una tensión constante más soterrada provocada por la negativa de la patronal a presentar propuestas por escrito, lo que de facto llegó a paralizar los avances de la negociación varios meses.
Su desenlace fue distinto, ya que se saldó con un acuerdo bipartito entre Trabajo, CCOO y UGT, un pacto que no ha suscrito la patronal.
La principal coincidencia entre ambos procesos tiene que ver con el conflicto provocado en el seno del Gobierno de coalición, cuyas similitudes llegan a un nivel de detalle casi inverosímil. Ambas pugnas tuvieron como contendientes a los ministerios de Economía (liderando el área económica del Ejecutivo junto a Hacienda) y Trabajo.
Lo que hace tres años, en la reforma laboral, era un Díaz versus Calviño, en la reducción de la jornada es un Díaz versus Cuerpo, dos batallas que han implicado a los mismos departamentos. El déjà vu en este caso es casi completo.
Dos mails de 'casus belli'
Trabajo recibió hace unos días un mail de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos del Gobierno (CDGAE) rechazando su petición de tramitar la reducción de la jornada por el procedimiento urgente y descartando su inclusión en el orden del día de la próxima reunión de este órgano. Esta acción se ha llevado a cabo en un momento en el que Economía defiende aplazar a 2026 la entrada en vigor de la norma para dar más tiempo de "adaptación" a las empresas.
Hace tres años, en octubre de 2021, Trabajo recibió un mail de Economía anunciando su entrada en la mesa de diálogo social que mantenían Trabajo y los agentes sociales (este foro todavía no se había cerrado y el conflicto en el seno del Gobierno se dio en paralelo a la negociación en la mesa con los agentes sociales).
Economía esgrimió entonces que algunos planteamientos de Díaz ponían en riesgo la recepción de los fondos europeos de recuperación comprometidos con Bruselas, y apeló a la necesidad de frenar la negociación y aplazar la aprobación de la norma para resolver estos preceptos que supuestamente levantaban ampollas en la UE.
Díaz se plantó, acusó a Calviño de "grave injerencia" en sus competencias ministeriales e inició una batalla pública con el PSOE por esta cuestión que no se saldó hasta que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intervino de forma directa.
Encaje de bolillos en el Congreso
Está por ver si, en su llegada al Congreso, una vez termine desatascándose el diálogo en el seno del Gobierno, el proceso de negociación de la reducción de jornada es tan peliagudo como el de la reforma laboral. Por aquel entonces, la tramitación parlamentaria fue agónica. Para muestra, el voto contrario de Esquerra Republicana (ERC), EH Bildu o Bloque Nacionalista Galego (BNG). Su rechazo habría tumbado la reforma si no llega a ser por el archiconocido error del popular Alberto Casero.
La entrada de la reducción de la jornada en el Congreso todavía está lejos, pero lo cierto es que algunas formaciones ya están calentando el ambiente. Para el Gobierno, es fundamental contar de partida, al menos, con las fuerzas de izquierdas de la Cámara, toda vez que es muy posible que Junts per Catalunya ponga pegas a la tramitación de la norma, como viene ocurriendo desde el inicio de la legislatura.
Por eso, Yolanda Díaz ya ha iniciado las conversaciones con los posconvergentes, cuyo interlocutor en estos primeros contactos está siendo el propio Carles Puigdemont, incluso antes de que el Gobierno de salida al proyecto de ley.
Sin embargo, tal y como contó Público, si hay una fuerza política que está esforzándose por marcar posición con mucha antelación y que manda mensajes al Gobierno de que no puede contar con sus votos sin una negociación precisa cuando la medida llegue a la Cámara Baja, esa es Esquerra Republicana.
Gabriel Rufián afeó en una publicación en la red social X la forma de Yolanda Díaz de pactar la reducción de la jornada (y los plazos de tramitación) con el PSOE y la comparó con la negociación que su ministerio, ERC y EH Bildu mantuvieron en el marco de la reforma laboral. El portavoz de los republicanos la acusa de "intoxicar" y de actuar de forma unilateral.
Fuentes del grupo apuntalaron las palabras de Rufián en conversación con este medio y aseguraron que no entra en sus planes aceptar un "trágala" del Gobierno. En general, durante esta legislatura, existe un contrastado hastío entre las izquierdas de la Cámara por el protagonismo que ha adquirido Junts en las negociaciones con el Gobierno, que, como ocurrió con el paquete fiscal o el impuesto a las energéticas, termina en algunas ocasiones rebajando el calado de algunas leyes y reformas.
De todas formas, desde ERC, como también desde EH Bildu o Podemos, se esmeran en dejar claro que la reducción de la jornada es una de sus banderas más claras y que solo pondrán problemas si la medida llega descafeinada al Congreso. El PNV, por su parte, también quiere esperar a leer la letra pequeña, pero no ve con malos ojos apoyar la iniciativa. Por lo tanto, habrá que esperar para ver cuál es el tenor literal del texto que termina llegando al Congreso. Eso determinará el nivel de presión que ejercerán los grupos en la negociación parlamentaria.
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