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El 'fuego amigo' en las Baleares entre ecologistas y Gobierno complica la reelección de las izquierdas

Por primera vez en la historia de las Islas Baleares, existe cierta expectativa de que el Pacte de Progrés revalide el gobierno y no vuelva a manos del PP. También dependerá del posible ascenso electoral de Cs y Vox.

Protesta ecologista contra la ampliación de la autopista de Llucmajor a Campos. TERRAFERIDA

En la década de los 90, el PP. En 1999, las izquierdas. En 2003, el PP. En 2007, las izquierdas. En 2011, el PP. Y desde 2015, las izquierdas. El péndulo parece bascular cada cuatro años. No hay Gobierno balear, en las últimas dos décadas, que haya revalidado su mandato con una segunda legislatura seguida. Y a pesar de que todo está en el aire, por una vez las izquierdas tienen la sensación de poder conseguirlo. O al menos, la tenían hasta hace poco.

"Si me lo pides hace dos meses, te digo que repetimos sin duda", confiesa un alto cargo del Gobierno balear. "Pero el ambiente se ha enrarecido a raíz de las elecciones andaluzas, el tema ecologista y las", dice en referencia a las inundaciones que algunos pueblos del interior de Mallorca sufrieron en octubre pasado (y que provocaron la muerte de 12 personas).

Quizás, sin embargo, un factor negativo se neutraliza con otro. O sea, que el voto ecologista desencantado con las izquierdas vuelva a votar, debido al miedo a la llegada de Vox. Observemos primero las tensiones ecologistas, simbolizadas por la ampliación de la autopista de Llucmajor a Campos (interior de Mallorca), a la que se oponen los dos colectivos ambientalistas: el GOB y Terraferida. Sin embargo, no dejan de ser parte de aquella sociedad civil más cercana a la izquierda soberanista —antes PSM, ahora llamada MÉS—, de forma que las críticas ecologistas al gobierno de izquierdas se pueden considerar 'fuego amigo'. Y ese duele más.

De hecho, la visión ecologista siempre tiene mucho altavoz en los medios de comunicación mallorquines, ya que se trata de una sociedad con una idiosincrasia muy fuerte. Su reivindicación de "lo nuestro" es encarnizada. Lo-Nos-Tro, que diría el dramaturgo manacorí Toni Gomila, en su celebrada pieza teatral Acorar. Y la defensa del paisaje es todavía una opción muy bien vista. Dicho de otro modo: cer del GOB (creado en la lejana década de los 70) es una actividad de prestigio entre las izquierdas, las administraciones y los ambientes culturales. Como lo era ser de la Obra Cultural Balear, principal entidad de promoción de la lengua catalana. De la órbita del PSM; respetadas por el PSIB; e incluso no muy atacada por el PP.

¿Realmente son muchos los ecologistas desencantados con la izquierda?

Sin embargo, la última manifestación contra la autopista Campos-Llucmajor sólo congregó a 400 personas. Una cifra muy baja, aún más si tenemos en cuenta que el manifiesto contrario a la autopista está firmado por 160 entidades y 4.000 ciudadanos. De ahí, la gran pregunta: ¿Realmente existe un movimiento de fondo que implique el desencanto de algunos miles de personas? En MÉS creen que no es tan grande. Y que en última instancia, no dejarán de votar. De hecho, las tensiones entre ecologismo y las izquierdas (PSM, Els Verds, Esquerra Unida, ERC ...) han sido una constante a lo largo del tiempo. En 2003, el PSIB se lamentaba amargamente de que las manifestaciones del GOB le habían costado la reelección. En 2011, la entonces consellera de Asuntos Sociales, Fina Santiago, se quejaba tristemente de la rueda de prensa del GOB para valorar la gestión ambiental de la legislatura que concluía en ese momento: "No es justo, lo que nos han dicho".

No obstante, la legislatura deja más dolores de cabeza, como la tormenta mediática por el supuesto fraccionamiento de contratos favorable a la empresa del también miembro de MÉS Jaume Garau. En todo caso, los ecosobiranistas creen que la causa no se sostiene y que quedará archivada en los juzgados. Sin embargo, la sombra de la sospecha cayó encima de MÉS. Y por primera vez en la historia, era el PP quien sacaba el dedo y apuntaba a los otros como "corruptos" (y no al revés).

Otro motivo de preocupación para el Pacto de progreso debería ser la mala salud de Podemos. No en vano, la diputada Laura Camargo, adscrita al sector anticapitalista y alma mater de Podemos en las Baleares, ha anunciado que no repetirá. La duda es si abandona el proyecto en su totalidad, como la corriente que ella representa. El candidato al Parlamento, de hecho, será el juez Pedro Yllanes, actual diputado de Podemos en el Congreso. Este solapamiento de cargos obligará Yllanes a abandonar Madrid, ya que es incompatible por estatus.

En su lugar podría entrar Toni Verger, que le seguía en la lista electoral conjunta de 2016 entre Podemos y MÉS. Exregidor de MÉS en Ayuntamiento de Palma y en un tiempo considerado candidato a saltar al Gobierno (y en una Consejería fuerte), motivos personales y políticos lo situaron fuera de la política profesional. Pero ahora es posible que vuelva, si la carambola de Yllanes llama a su puerta.

Última encuesta: el PP empata; Ciudadanos y VOX al alza

Mirada la lista de handicaps, parece que el Pacte de Progrés esté sufriendo un desgaste elevado. Sin embargo, la oposición tampoco está para tirar cohetes. Básicamente, el paso del tiempo ha parado la sangría de votos que el PP sufrió en 2015. Por una parte, porque las posibilidades de meter la pata son mucho menores en la oposición. Y por otra, porque una vez se fue del PP el expresidente José Ramón Bauzá, el sector regionalista se quita el lastre de su obsesión anticatalanista. "Se considera que la ola contra Bauzá activó el voto a MÉS en más de 20.000 sufragios", explica la periodista de Última Hora Nekane Domblain. No es que el actual PP de Biel Company tenga veleidades catalanistas, pero parece que respetará el consenso sobre el catalán establecido en la Ley de Normalización Lingüística (1986) y el Decreto de Mínimos (1995), ambas normas aprobadas bajo gobiernos del propio PP isleño.

En todo caso, quien lidera el crecimiento de la derecha en las encuestas electorales es Ciudadanos. Y previsiblemente, también Vox. Aún no hay ningún estudio realizado incluyendo la ultraderecha desde su eclosión mediática post-Andalucía, pero varias voces consultadas apuntan que están en condiciones de no sólo entrar en las instituciones, sino de hacerlo con fuerza. «De todos modos, cuando más presión haga Vox, más se movilizará la izquierda», apunta Enric Borràs, subdirector del diario ARA Balears.

Según la última encuesta del diario Última Hora (uno de los cuatro periódicos locales existentes en la isla de Mallorca) un aumento de sufragios a Ciudadanos y a VOX dejaría las derechas a punto de la mayoría absoluta. Pero aún dependerían del apoyo de El Pi (centro-derecha regionalista), que crece ligeramente y podría conseguir la ansiada victoria de ser el partido bisagra. Como siempre hacía Unió Mallorquina. Enric Borràs, lo analiza así: "La radicalización de los candidatos del PP para acercarse al discurso de Pablo Casado está dejando huérfano el espacio del centro, así que El Pi tiene posibilidades de crecer si diseña una buena estrategia".

El candidato de El Pi, Jaume Font, es a priori muy "votable" por las bases del PP: de hecho, fue destacado miembro del partido hasta su marcha, motivada por las políticas anticatalanistas de José Ramón Bauzá. Sin embargo, desde El Pi ya han avanzado que sus votos no servirán para que gobierne Vox, de forma que un pacto de derechas que incluya El Pi debería ser lo suficientemente fuerte como para poder prescindir de los ultraderechistas comandados por Jorge Campos.

La ultraderecha en las Baleares no es una novedad

Campos, de hecho, es un viejo conocido de la política mallorquina. Y no será una cara que salta a la fama gracias al advenimiento Vox, ni mucho menos. Campos es el alma mater del anticatalanismo en Mallorca desde mediados años 2000, gracias a su liderazgo en la entidad Círculo Balear. Y la bestia negra del independentismo: el año 2011 denunció una docena de militantes de Maulets (ahora Arran) por supuestas injurias a una pancarta descolgada por los jóvenes en el transcurso de una manifestación. Un año más tarde denunciaría al rapero Valtònyc, juicio que posteriormente llevaría el cantante de Sineu al exilio.

Pero también lideró la campaña españolista contra la lengua propia durante el año 2009. Era el tiempo de la colocación de una bandera española de 25 metros de tamaño en el municipio de Calvià, en homenaje a los dos guardias civiles muertos por ETA en julio del año anterior. De las cargas de la Policía Nacional contra la manifestación que el independentismo celebra cada Navidad (y que también acabaría con activistas sentados ante el Juez). Y de la gran manifestación que se suponía que daría voz a la mayoría silenciosa isleña favorable al bilingüismo. La marcha fracasó y se quedó en unos escuálidos 2.500 manifestantes. Sin embargo, uno de estos asistentes era un joven pepero venido de la Península, Santiago Abascal, quien ya entonces era una voz disidente dentro del PP vasco. Era el preludio de una buena amistad.

Nueve años más tarde, las izquierdas de las Baleares confían en que el potencial electoral de esta amistad desencadene el miedo entre la sociedad progresista. Y que active su movilización. Recordando los versos del polifacético Guillem de Efak, destacado miembro de la Nova Cançó y primer negro en Mallorca: "Mai més, no podré dir. T’estim, t’estim, t’estim. Perquè demà, en aquestes hores. Ai, las! Ja seré mort. [Nunca más, no podré decir. Te quiero, te quiero, te quiero. Porque mañana, a estas horas. Ay, las! Ya estaré muerto]".

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