a coruña
La campaña de bulos y noticias fake que el PP ha usado contra Pedro Sánchez y su mujer, Begoña Gómez, tiene su antecedente en Galicia. Hace 15 años, poco antes de las elecciones autonómicas del 1 de marzo de 2009, Alberto Núñez Feijóo y su equipo, el mismo que ahora dirige la comunicación del partido desde Génova, emplearon una estrategia similar para desacreditar a sus rivales políticos mediante mentiras y acusaciones sin pruebas. Y les salió bien.
Durante las semanas y los meses previos a aquellos comicios, el PP y los medios de comunicación conservadores se retroalimentaron publicando filtraciones e informaciones falsas sobre gastos superfluos, despilfarro de dinero público y hasta atribuyeron violencia machista a los candidatos del PSOE y del BNG que entonces ocupaban el Gobierno de la Xunta. Feijóo les ganó el escaño que le dio la mayoría absoluta por menos de 9.700 votos. Desde entonces el PP la ha revalidado en cuatro ocasiones.
"Siento una total empatía hacia Pedro Sánchez, pero estamos obligados a hacer una lectura política de todo esto, no sólo personal", afirma Anxo Quintana. Fue vicepresidente de la Xunta entre 2005 y 2009, los años en los que BNG y PSOE gobernaron juntos en Galicia. Durante su mandato, y especialmente en los meses y semanas previas a la campaña electoral del 2009, Quintana sufrió una campaña de mentiras instigada por el PP e impulsada por sus medios afines muy similar a la que hoy padecen el presidente del Gobierno y su familia.
En febrero de 2009, en plena campaña electoral, el entonces presidente de la Deputación de Ourense, Xosé Luis Baltar, padre del hoy senador Manuel Baltar, insinuó que Quintana maltrataba a su mujer. El inmediato y rotundo desmentido del vicepresidente y de su pareja dio igual, porque los medios próximos a Feijóo recogieron las acusaciones sin contrastarlas e incluso mostraron fotos de una abolladura en el portón del garaje de su casa como supuesta evidencia. Años después, la Audiencia Provincial de Ourense desestimó la querella que presentaron contra el líder popular de la provincia.
"Psicológicamente KO"
"Todo se acaba superando, pero a mí me costó mucho y durante algún tiempo estuve psicológicamente KO", reconoce Quintana, retirado de la política desde entonces y quien recuerda que hasta aquella campaña, el uso de mentiras y ataques personales está vetado en la política gallega. "Pero a ellos les salió gratis, e incluso creó escuela. Y 14 años después, la historia se repite", añade.
Durante sus años en la Xunta, Quintana fue el impulsor del concurso eólico que repartió entre varias empresas la explotación de parques de molinos en Galicia con condiciones que les obligaban a dejar en el país parte de sus beneficios. Aquella medida disgustó a varias compañías vinculadas al editor del periódico más leído de la comunidad, La Voz de Galicia, Santiago Rey. Según Quintana, Rey llegó advertirle en una reunión de que no iba a permitir que "un enfermero de Allariz" [esa era la profesión que ejercía entonces, y Allariz, su localidad natal y de la que fue alcalde] cambiara el marco económico de Galicia.
Durante los meses previos a las elecciones de 2009 La Voz ajustó su línea editorial contra Quintana y publicitó noticias fake como que había instalado un minibar en su coche oficial, titulares que el Grupo Popular en el Parlamento de Galicia del que Feijóo era presidente llevaba luego al pleno. Una diputada popular llegó a afirmar que la reforma del coche había supuesto un gasto de 6.000 euros. No aportó prueba alguna porque no la había, ya que el supuesto minibar era en realidad una nevera portátil para enfriar botellines de agua que había costado 15 euros.
Pero los titulares volvieron a repetirse hablando incluso de la "taberna" rodante del vicepresidente. Diario de Pontevedra tituló así el desmentido que éste hizo ante las acusaciones del PP: "¿Dónde está el mini-bar de Quintana?".
El 25 de febrero, a seis días de las elecciones, La Voz publicó una foto del político nacionalista en el yate del empresario de la construcción Jacinto Rey, que por entonces editaba además un diario de línea progresista, insinuando que Quintana le había beneficiado en el reparto eólico. La única prueba era la foto, que Feijóo aprovechó en sus mítines y que rebotó y rebotó hasta el día de las elecciones gracias a la prensa conservadora: El Confidencial, El Mundo, El Imparcial... Medios que pocos años después apenas vieron demasiada trascendencia en las imágenes de Feijóo a bordo del yate de un narcotraficante.
El Gobierno y el poder
Tras llegar a la Xunta, Feijóo tumbó el concurso eólico del bipartito para hacer un nuevo reparto que contentara a las empresas afines, que años después fue declarado ilegal por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. "Lo que se pactó en la Transición fue un reparto de los tiempos de gobierno, pero no el poder. La derecha se considera propietaria del poder, y alguien tiene que decir que esto no es una democracia", resume Quintana.
Otro de los afectados por la estrategia de difamaciones del PP de Feijóo y las empresas periodísticas afines fue el presidente de la Xunta y candidato socialista en 2009, Emilio Pérez Touriño. Público ha intentado recabar su opinión, pero no ha podido contactar con él. Sin embargo, Touriño recordó el pasado martes en la Cadena Ser que lo sucedido con Sánchez y su esposa le retrotrae a aquellos años. "Claro que todo esto me hace recordar muchas cosas", dijo.
Feijóo cuestionó la legitimidad de Touriño en 2005, al denunciar sin pruebas un fraude con el voto emigrante
Tras las elecciones de 2005 que dieron la Xunta a nacionalistas y socialistas, Feijóo ya había cuestionado la legitimidad de Touriño, como hizo con Sánchez, al denunciar sin pruebas en el Parlamento gallego que se había producido un fraude con el voto emigrante. Cuatro años después, y en plena crisis económica tras el crac financiero de dos años antes, empezó a minar la reelección del presidente socialista con una campaña de mentiras y verdades a medias paralela a la que ejerció sobre Quintana.
Apoyado en titulares y columnas de opinión publicadas por medios de la derecha como La Voz, ABC y El Imparcial, le acusó de haber gastado 480.000 euros en su coche oficial, "más caro que el de Obama". En realidad, como recordaron algunos medios años después, se trataba del mismo vehículo blindado que usaban otros altos cargos del PP amenazados por ETA, como la entonces presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre; la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; el ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón; el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy... Y el propio Feijóo cuando ocupó entre 2004 y 2005 la vicepresidencia de la Xunta con Manuel Fraga, antecesor de Touriño y quien había optado por el mismo modelo.
Aquel Audi era el mismo que había salvado la vida al expresidente del PP José María Aznar cuando ETA atentó contra él en 1995. Y no era ni mucho menos más caro que la limusina de General Motors en el que viajan los presidentes de Estados Unidos. Al contrario: el valor del Cadillac One de la Casa Blanca asciende a más del doble, cerca de 1,2 millones de euros.
La campaña sobre los supuestos despilfarros de Touriño prosiguió con las acusaciones de haberse gastado cuatro millones de euros en remodelar su despacho con muebles de lujo, incluidas 19 sillas de más de 2.000 euros cada una. Era falso: el gasto, que nunca llegó a ser tan elevado, respondía, además, al presupuesto de las obras de reforma de varias salas de la sede el Ejecutivo autonómico en Santiago. Las sillas, cuyas fotos se publicaron en prensa y que Feijóo esgrimió en el Parlamento gallego, nunca fueron adquiridas.
Aunque Touriño lo desmintió, los titulares lastraron su imagen con esa foto falsificada de presidente amante de los muebles caros sufragados con dinero público, justo en la época en la que miles de gallegos perdían sus empleos y sus viviendas tras la quiebra del sistema financiero de Occidente. Touriño, doctor en Ciencias Económicas, era un austero profesor de la Universidad de Santiago que habitaba en una vivienda de clase media en la zona nueva de Santiago.
Titulares falsos rebotados
Cualquier informador que cubriera su agenda, le hubiera entrevistado en su despacho o siguiera su trayectoria política sabía que aquellas noticias no tenían fundamento. Pero muchos siguieron insistiendo. A diez días del inicio de la campaña electoral, La Voz de Galicia publicó otra noticia en la que comparaba el precio de las sillas de Touriño con el de la silla de ruedas que la Xunta supuestamente había negado a un menor dependiente.
El articulista estrella del diario, el catedrático de Derecho Constitucional Roberto Blanco Valdés, editorializó sobre el tema dos días después en una columna que tituló "La silla de Pablo [el menor] y la de los conselleiros". Otros medios, como El Imparcial, le siguieron la corriente: "Touriño se permite una silla más cara que la que niega a un niño paralítico".
Nada más llegar a la Xunta, Feijóo impuso una severa política de recortes en la sanidad pública. Pero lo que no redujo, sino que multiplicó, fue el presupuesto del Gobierno autonómico destinado a ayudas directas a las empresas de comunicación que sustentaron aquella campaña. Sin contar la publicidad institucional, se llevaron 45 millones de euros durante los años en los que presidió la Xunta.
"No hay justificación posible, razonable o democrática para que hayamos llegado a este nivel de embarramiento de la vida política", aseguró Touriño el pasado martes. "Deberíamos recuperar un poco de capacidad ética", concluyó.
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