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Las europeas llevan al límite la pelea electoral entre PP y Vox

Los ataques recíprocos entre Feijóo y Abascal han sido la norma esta campaña, aun con el telón de fondo de un posible pacto de sus familias políticas en Bruselas. 

Alberto Núñez Feijóo
Alberto Núñez Feijóo, durante un acto de campaña del Partido Popular en Zaragoza. Ramón Comet / Europa Press

El Partido Popular no consiguió barrer a Vox en las elecciones vascas ni achicarlos en las catalanas y la resistencia de sus competidores por la derecha sigue siendo un quebradero de cabeza para ellos en cada cita con las urnas. Por eso plantear las europeas como un plebiscito tenía una doble función: polarizar la campaña para movilizar a su electorado y concentrar el voto de derechas en torno a las siglas del PP. Es decir, conseguir el objetivo frustrado en las generales del 23 de julio.

Los de Santiago Abascal lo han visto claro y se han lanzado a por ellos convirtiendo la alianza entre los socialdemócratas y el PP Europeo en Bruselas en su eje central de campaña. Que Vox busque la bronca con el PP no es nuevo, sí lo es que los populares no esquiven el choque.

Este jueves, el líder de Vox aseguraba en una entrevista en el diario El Mundo que deseaba que el PSOE recibiera un "varapalo" en las elecciones europeas y añadía: "Igual que deseo que lo reciba el PP por haber votado con los socialistas en el Parlamento Europeo el 90% de las veces". Abascal no se quedó ahí y afirmó que el PP ejerce "una tenaza" junto al PSOE en Bruselas, que calificó de "tomadura de pelo" y "nueva estafa".

Contestaba así al análisis que sale de las filas populares, donde ven una "pinza" de Vox y PSOE que les lastra. Y Alberto Núñez Feijóo, entrevistado en EsRadio, respondía: "Lamentablemente, no sé quién asesora a Santi Abascal, pero dedica el 50% de su tiempo a criticar a Sánchez y el otro 50% a facilitar a Sánchez su estrategia y, en consecuencia, a criticar al PP". En el PP saben que uno de los asuntos que más moviliza el voto en la izquierda es el miedo a la extrema derecha y, de algún modo, le piden a los de Abascal que mantengan perfil bajo durante los periodos electorales para no dar argumentos a los socialistas. Pero los de Abascal no están dispuestos a plegarse a los intereses de Feijóo y el choque entre ambos ha llegado a su culmen en las últimas semanas.

En el cuartel general del PP no sentó nada bien que el líder de la ultraderecha calificase de "romería" el acto que celebraron el primer domingo de campaña en Madrid. Abascal dijo entonces que era una concentración "convocada contra Vistalegre, cuando supieron que Milei iba a venir a España". Es verdad que el equipo de Feijóo esperó a conocer la fecha del acto de Vox para fijar la suya, no quería coincidir y el calendario entre las catalanas y las europeas dejaba pocas opciones para el regreso a la calle anunciado por el líder de la oposición.

El PP pretendía una movilización masiva que marcase el inicio de la campaña, pero Vox lo hizo primero, de la mano del presidente argentino, Javier Milei. Y hasta esta semana, con la citación como investigada a Begoña Gómez, los de Feijóo no han sido capaces de cambiar la conversación. Atado a la alianza con la extrema derecha que sellaron después del 28 de mayo, los de Feijóo se ven "arrastrados", dicen fuentes de Génova, por debates en los que no quieren entrar.

Diferencias internas

Hay voces de la dirección nacional que creen que esto les "beneficia" porque "demuestra que el PP es la opción de centro", pero hay quienes reconocen sin ambages que la experiencia de las generales demuestra que "el factor Vox" le funciona al PSOE. Una de las muchas reflexiones que los populares sacaron del 23J fue que el miedo a un pacto de Feijóo con Abascal impulsó a los votantes de izquierdas a votar.

Así, los ataques recíprocos entre ambos han sido la norma esta campaña, aun con el telón de fondo de un posible pacto de sus familias políticas a nivel europeo. Precisamente en este contexto y para justificar los guiños a la ultra Giorgia Meloni, Feijóo los comparó a ambos y Abascal salió perdiendo. "La señora Meloni votó por el pacto de inmigración y los diputados del señor Abascal votaron en contra. Meloni es proeuropeísta y por lo que vemos o escuchamos algunos dirigentes del partido de Abascal no lo son, creo que hay diferencias", aseguró la semana pasada, ayudado también por la FAES de José María Aznar. La fundación dirigida por el expresidente del PP lanzó un documento titulado "Vox y la corrupción del conservadurismo" en el que definía a los de Abascal como "seguro de vida del sanchismo".

En la formación ultraderechista se revolvieron en público contra esta ofensiva, pero en privado se reconocen cómodos. Buscan que las coaliciones con el PP no les invisibilicen y el choque con la cúpula de Feijóo les beneficia. Lo buscaron en comicios anteriores, pero los populares no habían entrado al trapo tan claramente como ahora, con las encuestas cada vez más apretadas con el PSOE.

Ruptura en Sevilla

Además, en medio de la refriega electoral, los de Abascal evidenciaron la debilidad de los conservadores en el poder territorial ganado el 28M. Esta semana, Vox decidió votar en contra de los presupuestos del ayuntamiento de Sevilla —junto a toda la izquierda— empujando a su alcalde, el popular Jose Luis Sanz, a someterse a una cuestión de confianza. Un día después Feijóo dio un mitin en la capital andaluza y lo calificó como un ejemplo "de lo que está ocurriendo en la política nacional". Insistió en que la extrema derecha y el PSOE "se necesitan" y "ayudan".

Lo cierto es que nadie en Génova ha dado con la fórmula de su relación con Vox, pero una dinámica se ha impuesto: bronca en campaña a nivel nacional y convivencia pacificada en sus gobiernos autonómicos para mantenerse en el poder.

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