El televisor de la sede central de Sortu en Donostia fue, durante el mediodía de este viernes, el objeto más preciado del local. El portavoz de la formación abertzale, Pernando Barrena, se mantuvo pegado a la pantalla, siguiendo atentamente la declaración leída en un dificultoso castellano por el portavoz de la Comisión Internacional de Verificación (CIV), Ram Manikkalingam. Minutos después vio a los encapuchados de ETA certificando la entrega de armas. Luego le contó a Público sus impresiones sobre este momento histórico.
¿Cómo se ha quedado tras conocer el comunicado de la CIV?
Me parece un paso muy importante, que además viene avalado por la credibilidad que le otorgan los verificadores. Hay que tener en cuenta el momento en que se está dando todo esto: el Gobierno español se niega a realizar avances en el proceso de paz, frente a lo cual ETA ha tomado una iniciativa unilateral, completamente por su cuenta, y decide dar pasos para preparar un futuro proceso de desarme. Pero para que esto sea posible, resulta completamente necesaria la participación del Gobierno de Rajoy, ya sea de manera directa o indirecta.
¿Cuál va a ser el siguiente paso en el proceso de paz?
Con ese anuncio, ETA ha hecho todo lo que está a su alcance en lo que se refiere al tema de las armas para posibilitar un proceso de desarme. A la espera de la actitud que pueda mantener el Gobierno español en el futuro, ahora tocaría volver a hablar sobre las iniciativas fundamentales que se deberían tomar para hacer viable el proceso de paz. Una vez más, nos tenemos que remitir al tema de la dispersión de los presos políticos, que tiene que terminar de una vez por todas. Como bien recoge la legalidad penitenciaria española, todas y todos ellos deben ser trasladados a las cárceles más cercanas a su lugar de origen. El fin de la dispersión debe ser una prioridad política, ya que resulta fundamental para dar viabilidad al proceso de paz.
¿Cómo calificaría la actitud del Gobierno de Rajoy?
'Puede que los de vencedores y vencidos se venda muy bien en Madrid, pero aquí no 'El PP, con Rajoy a la cabeza, ha decidido no dar ningún paso hacia un esquema de soluciones. Primero decían que la iniciativa de ETA era un engaño, pero el tiempo ha demostrado que era una decisión sólida e irreversible. Entonces elaboraron un discurso sobre vencedores y vencidos, basado en que el Gobierno ha derrotado a ETA y al independentismo. Puede que ese mensaje se venda muy bien en Madrid, pero aquí no. Es un discurso que está a años luz de la realidad de este país y que está causando contradicciones internas en el propio PP vasco. Al fin y al cabo, la inmensa mayoría de las personas que votan al PP son trabajadores como usted o como yo, que probablemente tengan una identidad muy española y una ideología muy conservadora, pero que al final quieren lo mismo que los demás: pagar sus facturas todos los meses, tener cierta calidad de vida y, si tienen dinero, enviar a sus hijos a la universidad. Son personas normales y corrientes que, más allá de su adscripción ideológica o identitaria, ven que se han dado enormes cambios en estos últimos tres años y que hay que aprovechar este clima para dar carpetazo a una situación de enfrentamiento violento.
¿Y las asociaciones de víctimas? Una de ellas, COVITE, quiere llevar a varios miembros de la izquierda abertzale -entre otros, a usted- al Tribunal Internacional de La Haya para que sean juzgados por crímenes de lesa humanidad.
Hay asociaciones de víctimas que están parasitadas por elementos de ultraderecha e intentan llevar adelante una agenda política extremista y que añoran la situación anterior, porque entonces esas ideas totalitarias tenían una defensa y unos márgenes de actuación mucho más grandes. En otras palabras, añoran tiempos políticos que desgraciadamente para ellos, pero afortunadamente para este país, no van a volver.
Hace algunos días, el líder de Aralar, Patxi Zabaleta, dijo que ETA no debía disolverse, sino convertirse en una organización civil. ¿Usted qué piensa?
Nosotros no tenemos una posición definida al respecto. Lo que ETA quiera hacer, una vez que se convierta en una organización sin armas -que es lo deseable en un futuro-, será una decisión suya. Lo que sí está claro, y ETA ya lo ha dicho en alguna ocasión, es que mientras haya presos de esa organización no tiene demasiada lógica pedir su disolución. Objetivamente, no sería comprensible que ETA se desentendiera de la situación de sus presos.
Pero usted ya sabe que el Gobierno español ha dicho, por activa y por pasiva, que no habrá ningún cambio en la política penitenciaria mientras ETA exista.
'Entre los votantes del PP también se aboga por un cambio en la política penitenciaria No tengo dudas de que esa posición va a cambiar, porque el Gobierno español va a encontrar un reclamo cada vez mayor no sólo de los partidos nacionalistas, sino de la toda la sociedad vasca. Incluso me consta que entre los votantes del PP también se aboga por un cambio en la política penitenciaria. Lo que pasa es que en determinadas instancias del PP en Madrid no se ha llegado a interiorizar lo que está ocurriendo en este país. Si viviesen aquí, verían que la decisión de ETA de acabar con su actividad ha ensanchado enormemente las posibilidades de trabajar a favor de la normalización política.
¿Cree que Euskadi debe prepararse para un proceso de paz en el que no esté presente el Gobierno español?
Eso ya está pasando. Cuando hacemos entrevistas con medios internacionales, nos suelen preguntar cómo es posible que el Gobierno de España no quiera hacer nada con el tema de los presos cuando ya no hay ningún tipo de actividad armada, o por qué motivos el PP hace lo imposible para que el desarme de ETA sea inviable. No se entiende. Probablemente, en ningún proceso de paz la parte gubernamental ha actuado así. En cualquier caso, la izquierda abertzale apostó y apuesta por dar pasos desde una posición unilateral, muchas veces no exenta de riesgos. Y si hacemos un balance sobre cómo han ido las cosas hasta ahora, evidentemente que hay claros y oscuros, pero el resultado final es muy positivo. A quien tenga dudas, le invito a hacer una comparación sobre en qué momento político estamos ahora, y cómo estábamos en 2010. Sé que dirán que hay mucho por hacer, que todavía hay gente presa... Es verdad, pero debemos tener la autoestima suficiente para reconocer que el trabajo hecho en estos últimos años ha sido enorme. En 2010, prácticamente nadie hubiese imaginado que en 2014 íbamos a estar en este escenario.
¿Usted tampoco?
No, en absoluto. Hace cuatro años vivíamos las consecuencias del fracaso de muchos procesos negociadores y de las medidas de ilegalización. Entonces parecía muy difícil conseguir lo que se ha conseguido en un plazo de cuatro años.
¿En qué barco está el Gobierno vasco?
'Queremos que el lehendakari deje de ser un espectador'
Es una buena pregunta. Haciendo un símil taurino, nosotros decimos que está en el burladero, viendo cómo pasan los toros. Queremos que el lehendakari deje de ser un espectador y baje a la arena, para trabajar junto a todos los que queremos sacar este proceso adelante. No debe olvidar que la paz es un interés de todos los ciudadanos y que, por tanto, debe de estar protegida por el Gobierno vasco, con Urkullu a la cabeza.
¿Qué papel jugará la comunidad internacional en todo esto?
La comunidad internacional viene jugando un papel muy importante desde el inicio del proceso. Este conflicto político no sólo es un problema de los vascos con España y Francia, sino que se trata de una nación no reconocida en el corazón de Europa. Por eso, Europa tiene el reto de seguir apostando por la normalización social y política en Euskal Herria.
Usted ya sabe que hay muchas expectativas sobre lo que ocurrirá a lo largo de los próximos meses. ¿Cuáles son las de Sortu?
'Antes, durante y después de ETA existe un conflicto político de fondo' Creemos que 2014 tiene que ser un año clave para hacer viable el proceso de paz. Está claro que aún hay temas pendientes sobre las consecuencias de más de 50 años de enfrentamiento armado, pero también hay una agenda política que debe ser abordada y que podría resumirse en que antes, durante e incluso después de ETA existe un conflicto político de fondo que tiene que ser solucionado por medio de herramientas democráticas. Tampoco debemos olvidar que hay otros aspectos urgentes que deben solucionarse lo antes posible: la situación del colectivo de presos, el tratamiento hacia las víctimas -su reconocimiento y reparación- y cómo sentar las bases para la convivencia en el futuro. Del mismo modo, hay que tratar todo lo que se refiere a la existencia de ETA, una organización que sigue estando ahí, con sus militantes. Esto también necesita un final ordenado.
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