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Diez años de ley trans andaluza: la primera en despatologizar la transexualidad del Estado y con el apoyo del PP

"Se trataba de considerar a las identidades como sujetos de derecho y no como objetos de medicina, así como la libre autodeterminación de género. [Esta ley] ha sido faro y guía para todas las aprobadas después", reivindica Mar Cambrollé.

Activistas y diputados y exdiputados conmemoran los diez años de la ley trans de Andalucía.
Activistas y diputados y exdiputados conmemoran este lunes los diez años de la ley trans de Andalucía. Público

"Con independencia de cualquier clasificación que afirme lo contrario, la orientación sexual y la identidad de género de una persona no son, en sí mismas, condiciones médicas y no deberán ser tratadas, curadas o suprimidas".

Esta frase, recogida en el preámbulo de la ley 2/2014, de 8 de julio aprobada en el Parlamento de Andalucía hace diez años resume el espíritu de una norma que fue pionera y que por primera vez en el Estado despatologizaba la transexualidad.

"[Se trataba de] considerar a las identidades como sujetos de derecho y no como objetos de medicina, así como la libre autodeterminación de género. [Esta ley] ha sido faro y guía para todas las aprobadas con posterioridad", reivindica Mar Cambrollé, presidenta de Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA)- Sylvia Rivera.

"Las leyes posteriores se hicieron amparándose en el enfoque de la ley andaluza, que a su vez se enfocaba en la ley argentina de 2010. La ley andaluza ha conseguido mucho más de lo que pretendía. Ha empapado de su espíritu a las demás leyes. Éxito rotundo", resume Raúl Solís, autor de La batalla trans, un ensayo sobre la ley trans estatal que causó durante su tramitación una enorme polémica.

"Ha cambiado la consideración social, las personas trans ya no son vistas o no tanto como antes como una aberración, un chiste y el hazmerreír del pueblo. Han ganado espacios de dignidad y eso también se refleja en los temas materiales", agrega Solís.

"Queríamos hablar de lo que no se puede comprar en las farmacias, del amor de las familias, —afirma Cambrollé—, de los protocolos contra el acoso, de los menores. También queríamos acabar con la unidad de trastorno de identidad de género en Málaga. Andalucía tiene una red de hospitales con grandes endocrinos y ya era hora de que entráramos por la misma puerta que todo el mundo".

Ella misma y ATA fueron claves en aquel momento para que la norma pudiera aprobarse por unanimidad. Participaron en ella, primero, PSOE e IU, que compartían gobierno entonces y PP, cuya portavoz de entonces, Esperanza Oña, también jugó un papel muy relevante para que la derecha entrara en este consenso.

Junto a ella, las ponentes de la ley Soledad Pérez, del PSOE y Alba Doblas, de IU, negociaron los aspectos de aquella norma. "Tuvimos la suerte de no negociar con el PP, sino con Oña, que es un verso suelto del PP en estas materias. Una vez que tuvimos un texto Alba Doblas y yo y lo hubimos consensuado con los colectivos, nos sentamos una mañana con el PP. Teníamos mayoría y no necesitábamos al PP", recuerda hoy Pérez.

"Pero en el PSOE insistimos mucho en que el PP votara a favor, para evitar recursos al Tribunal Constitucional desde el PP de Madrid. Esperanza Oña se erigió en ponente de la ley. Las enmiendas fueron muy pocas. Nos sentamos, y el texto salió prácticamente sin tocar", agrega Pérez, en conversación con Público.

Cambrollé rompe una lanza por la importancia de la sociedad civil en todo el proceso: "La conjunción de un partido y un gobierno progresista de coalición fue fundamental, pero estuvimos empujando y venciendo obstáculos para lograr la aprobación de la norma y por unanimidad, lo que la ha blindado contra cualquier intención de retroceso".

La presidenta de ATA reconoció también el papel de Oña: "Con independencia de las posiciones políticas, las personas trans llegamos a calar tan hondo que por encima de las ideologías se consiguió esa unanimidad". "Oña me llamó entonces y me dijo: 'hay cosas que no entiendo y que necesito que me aclares'. Me encajé en su despacho. Y lo conseguimos. Y Oña nos dijo que iban a votar a favor", aseguró en conversación con Público.

Otros tiempos

Hoy no existe esa unanimidad. El PP de Isabel Díaz Ayuso ha derogado parcialmente la ley trans de Madrid, que también se inspiró en la andaluza, y el Gobierno la ha llevado al Tribunal Constitucional. El Gobierno de Ayuso lo que ha liquidado es el derecho al reconocimiento de la identidad de género libremente manifestada y vuelve a patologizar las identidades trans, la esencia de la ley andaluza.

"Eran otros tiempos. El PP no estaba contaminado por querer agradar a la ultraderecha. Estaba en posiciones más en la línea de respetar las libertades individuales. Y en el PSOE no había nacido la semilla de ese movimiento de personas transodiantes que hemos tenido que soportar", resume Cambrollé.

"Estaría muy bien celebrar este aniversario reivindicando la unanimidad que hubo en la aprobación de la ley. Es triste que diez años después ese consenso se haya resquebrajado. Esta ley fue pionera, transgresora, moderna y europea. Y ver que eso se ha perdido es, cuando menos, preocupante", reflexiona, en conversación con Público, Miguel Ángel Parra, autor de Miss Dragón, una novela sobre la epopeya en la Marbella de finales del franquismo de Luismi y La Toñi y La Tanke.

El coordinador federal de IU, Antonio Maíllo, también hizo hincapié en el aniversario de la ley de la importancia de la alianza social y apostó por "recuperar el espíritu" de consenso, ya no solo para este tema, sino para otros como el del reparto de menores migrantes entre las comunidades autónomas, según recoge Europa Press.

"Lo de después [de la ley andaluza] —añade Solís— ha sido surrealista. Nadie nos podía decir que señoras del PSOE que habían estado apoyando las leyes trans de Andalucía y de otras Comunidades se iban a posicionar contra la autodeterminación de género. Hay un repunte de transfobia en sectores insospechados. Es una ramificación de la ultraderechización de la sociedad".

Aunque en estos años se ha avanzado, en los últimos tiempos, para Parra, "se ha producido un proceso de demonización del colectivo, que debería hacernos pensar". "Debería cumplirse la ley sin estar planteándonos ninguna otra cuestión", añade.

"Esto es transversal. Se trata de respeto de los derechos y de reconocimiento de una sociedad plural y diversa. Cuando tienes un partido que amenaza a los centros educativos y prohíbe libros, se genera un ambiente terrible. Hemos sufrido una regresión en los últimos años", lamenta el autor de Miss Dragón.

La profundidad del daño

Los datos del último informe en el que el Gobierno andaluz hace balance de la aplicación de la ley revelan la profundidad del daño que sufren aún, a pesar de los avances, las personas trans y cómo se las discrimina. Los problemas arrancan pronto, en la familia, en la escuela, y prosiguen a lo largo de toda la vida, en el trabajo, en la calle.

Así, por un lado, según la Junta, "los delitos de odio cometidos por orientación sexual e identidad de género fueron el segundo motivo de denuncia más frecuente en 2021, solo por debajo de racismo/xenofobia, con un total de 466 hechos conocidos. Esto supone un aumento del 67,63% con respecto a las cifras del año 2019 y del 68,23% desde el año 2020".

Por otro lado, "el 42% de las personas que han sufrido ataques por orientación sexual, identidad o expresión de género son menores de 30 años, el 32% han sido personas trans y el 28% de los ataques estaban motivados por transfobia".

"Estas agresiones sufridas —recoge el trabajo del Gobierno andaluz— no son inocuas, sino que provocan graves consecuencias en la vida y la salud de las personas trans. […] Adolescentes con edades entre 14 y 25 años, como consecuencia de la transfobia sufrida, en más del 90% [de los casos] había sentido malestar respecto a su identidad de género, el 61,1% había presentado ideación suicida, el 50% se había autolesionado y el 16,67% había realizado intentos autolíticos. Además, un 35% informó que nunca había comunicado estos hechos a terceras personas".

Cambrollé abrocha el siguiente análisis: "El colectivo LGTBI+ y el movimiento feminista hemos ganado una guerra cultural a nivel global sin violencia. Por eso se quiere contaminar, por eso se mueven soflamas y discursos de odio en contra de las personas trans. Para parar al odio, a la reacción, tenemos una gran herramienta, que es la educación".

"España —añade Cambrollé— necesita una asignatura de obligado cumplimiento que eduque en el respeto a la igualdad de género y a la diversidad sexual. Y así podemos tener una población de gente joven que palie la gran violencia que hay hoy. Los agresores tienen un perfil de gente joven. Es importante frenar esta reacción con la gran herramienta que es la educación".

Discriminación laboral y mayores

Numerosas personas trans sufren aún discriminación laboral además. Según un estudio exploratorio sobre la inserción sociolaboral de las personas trans, elaborado por el Ministerio de Igualdad en 2022, la tasa de paro entre las personas trans ascendería al 46,5%. Además, el 68,2% de las personas informó que habían sido discriminadas en el ámbito laboral: el 23,2% durante la fase de selección y el 45% tras obtener el empleo.

Para Solís, "las tasas de paro son alarmantes", pero le añade el lado de avance que ha existido también en estos años: "También es verdad que hay muchas personas trans en situaciones normalizadas de trabajo".

"La reivindicación próxima —añade el autor de La batalla trans— que el Estado tiene que vertebrar es el tema del cupo laboral trans. Este tema hay que insistir en él. Se trata de reservar un 1% de los puestos para personas trans con el objetivo de integrarlas y sacarlas de la exclusión laboral. El 1% es la proporción de personas trans que se supone que existen en la sociedad. Esto va a ayudar a impulsar la integración plena de las personas trans. Esto se venía haciendo en Argentina y con la llegada de Milei se ha frenado".

Estas dificultades también las ha explorado el sindicato UGT, en un trabajo publicado en 2023 llamado Hacia centros de trabajo inclusivo. "El 75% de las personas trans consideraron que ser LGTBI era un inconveniente a la hora de buscar empleo, y el 55% experimentó exclusión laboral. Particularmente, casi el 15% informó que había sufrido rechazo directo en las entrevistas de trabajo, y casi el 42% había sido rechazado indirectamente tras presentar su documentación", recoge el Gobierno andaluz en su balance.

"Los datos no son alentadores. La realidad social de las personas trans, su propia inserción laboral, es muy complicada. Esto se multiplica en las personas mayores LGTBI+ y en las personas trans. Irónicamente vivieron una dictadura completamente represora y vengativa, que consideraba un delito ser como ellos eran. Y ahora habían conseguido gozar de cierta tranquilidad, ahora se vuelve para atrás", reflexiona Parra.

"Son personas —añade— a las que debemos tanto todos, no solo el colectivo, porque han contribuido enormemente a una sociedad diversa y plural. Ahora sufren doblemente: el edadismo, el rechazo social. Es una generación especialmente castigada. Y es doblemente injusto, que reciban este rechazo social y esta falta de implicación política. Ya no es solo Stonewall, que siempre citamos. Aquí también hubo nuestra lucha, que se refleja, por ejemplo, en la película Te estoy amando locamente".

Manifestación por la libertad sexual en Sevilla. 25 de junio de 1978. Convocada por el MHAR.
Manifestación por la libertad sexual en Sevilla. 25 de junio de 1978. Convocada por el MHAR. Archivo de Mar Cambrollé / Público

"Coincidencias del destino —cierra Cambrollé, que estuvo allí—. El 25 de junio del 78 fue la primera manifestación que tuvo lugar en Andalucía contra las leyes franquistas. Luchamos porque dejara de ser un delito amar y ser diferente. Y el 25 de junio de 2014 situamos a Andalucía a la vanguardia de Europa".

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